Sostuvo Diógenes Carrillo, autor de ‘Víctimas de una falsa democracia’| “En la Cuarta República no había respeto de ningún tipo por los derechos humanos”

“Aquel 27 de febrero de 1989, cuando el pueblo salió a la calle a reclamar sus derechos, la venganza gubernamental sería terrible porque se estima que tal irreverencia costaría la vida de 5 mil vidas y la primera de todas fue “la Yoco”, Yulimar Reyes”.

Así presenta a una de las tantas víctimas del El Caracazo, el texto desplegable del Fondo Editorial del Ipasme (Instituto de Prevención y Atención Social para el Personal del Ministerio de Educación) titulado ‘Víctimas de una falsa democracia’, nombre también del conservatorio realizado ayer en el Cuartel de la Montaña.

Su autor, y orador en esta actividad, el periodista Diógenes Carrillo, planteó que la médula espinal de esta ponencia es “que la gente sepa que en la Cuarta República no había respeto de ningún tipo a derechos humanos, no había instituciones a las cuales quejarse, y que por el solo hecho de disentir, te aplicaban la pena de muerte donde les daba la gana; por ejemplo, te iban a buscar a la casa y ¡pam! ¡pam!”.

Carrillo, quien también participa en una de las comisiones de la Fiscalía de la República para hacer investigar estas muertes, sostuvo que todavía no ha habido justicia y que las investigaciones “no ha habido con la celeridad esperada, porque muchos (de los victimarios) se mueren y no pagan, y mucho familiares nos morimos y no nos damos el gusto de que fue reivindicado a nuestro familiar asesinado”.

SIGUE VIGENTE

Este evento enmarcado en el tercer aniversario de la siembra de Chávez ―jornada que culmina hoy―, contó además con la participación del profesor del Instituto de Altos Estudios de la Defensa Nacional (Iaeden), Henry Navas, quien presentó la ponencia Vigencia de la rebelión popular del 27 de febrero de 1989 y de la guerra económica actual.

Navas explicó por qué se mantiene tal vigencia de aquel suceso en actualidad: “El pueblo continúa en la calle, el pueblo (el poder constituyente que es esa rebelión popular) continúa presente para resguardar las conquistas que realizó a partir de ese movimiento telúrico», que vino a dar paso al fin «de todo ese modelo que nace con la muerte de Bolívar, desde 1830 hasta 1998”.

El profesor agregó que no sólo se mantiene vivo el espíritu luchador de El Caracazo, por los alcances obtenidos, “sino para vigilar el renacimiento de la nueva república que nos dimos a partir de la promulgación de la Constitución de 1999”.

Esta “vigencia” también se mantiene, asegura, “en cuanto a sus líderes», ya que «para nosotros el líder sigue siendo el mismo, es Hugo Chávez Frías, que al fin de cuentas no está muerto, porque su legado se mantiene y está repartido en el corazón y en la mente de todo el pueblo venezolano”.

Desde el visual de Navas, este “movimiento telúrico” venezolano fue una génesis que luego vino a estremecer a otros países latinoamericanos. “Cuando se impone el Consenso de Washington en 1989 (una idea imperialista neoliberal de privatización de todo el aspecto económico), el primer levantamiento de esa categoría, con esa intensidad que se va a dar en el mundo contra ese consenso directamente, lo hace Venezuela el 27 de febrero del 89”, argumentó

Luego, “en el trascurso del tiempo» ―continuó― «vinieron a producirse el 4-F y el 27 de noviembre” por la idea de implementar “un paradigma hasta ese entonces enterrado, que era el socialismo”, y que cuando se quiso poner en práctica, con sus especificidades, en países como Uruguay, Argentina, Brasil, Ecuador, Bolivia, Paraguay, Nicaragua, y otros, ocurrieron rebeliones que dejaron un sinfín de muertes, comentó.

Familiares de esta masacre consideran que el proceso de averiguaciones “va muy lento”, apuntó Diógenes Carrillo, quien en el desplegable Víctimas de una falsa democracia retrató que «algunos de los testigos que han aportado importante información sobre aquellos hechos, aseguró que a Noel Rodríguez» ―otras de las víctimas― «le desprendieron la dentadura y le sacaron las uñas y los ojos durante las terribles torturas a las que fue sometido en el TO-4, Teatro de Operaciones de Cocollar, estado Sucre, uno de los tantos campos de concentración de la terrible dictadura puntofijista».

T/Leonardo Bruzual Vásquez
F/Jonathan Manzano