¡La voz del pueblo es la voz de Dios!, nos decía el comandante Hugo Chávez frecuentemente.
Chavista como soy, tengo mi manera de honrar e interpretar esa frase, entendiendo a la voz del pueblo como la más alta de todas. La voz suprema.
Cuando el pueblo habla, hay que escucharlo con mucha atención. Porque el pueblo es el jefe máximo.
Este domingo, ciertamente no estaba contemplado que hablase la totalidad del pueblo (eso será en diciembre), pero sí lo hizo una animosa y considerable representación suya, que asumió como amplia vanguardia la defensa de sus intereses profundos y que lo hizo, a mi juicio, dando un mensaje bien claro de que el pueblo no se doblega, de que lleva a Chávez en su corazón, de que está con el presidente Nicolás Maduro en estos difíciles momentos, y de que sabe mantener el espíritu revolucionario contra lo que venga.
Se mostró como el pueblo batallador que, bajo la conducción de Chávez en los pasados años transcurridos, supo salir ganador de cuanto conflicto le salía al paso.
Todos sabemos que actualmente el pueblo está bastante molesto con la guerra económica. Es bien cierto. Pero el domingo pasado dejó conscientemente esa molestia de lado, porque lo que más le interesaba expresar en esta oportunidad era, sin duda, su alta disposición de ánimo para la batalla.
En verdad la jornada de elección interna de los candidatos del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) fue una sorprendente demostración, no solo de unidad, disciplina, fuerza y coraje, sino también de alegría en la lucha. ¡Una contagiosa alegría! Como la de una fiesta de reconocimiento y victoria.
Todos los vimos y lo vivimos, quienes acudimos al llamado a votar que nos hicieron nuestros dirigentes. El pueblo hizo gala de una presencia leal, entusiasta y contundente,
¿Qué pensará el enemigo? Digan lo que digan públicamente los factores de la derecha, el hecho cierto es que deben estar cabizbajos. Y no es para menos. Este pueblo de Chávez es mucho pueblo. ¡Y está hablando bien firme para que lo oigamos todos, especialmente la derecha!