Camarada llamarada de Carolina Escarrá Gil|¡Gracias! (Opinión)

Alzo mi copa cuando han pasado pocos días del cumpleaños del Camarada Llamarada para agradecer a la vida por el esfuerzo de los compañeros del Concejo Municipal Libertador que rindieron un hermoso homenaje al abogado de la Revolución, y en palabras de Luz, nos recordaron que era un intelectual popular que había aprendido el idioma de la academia, pero que en esencia, entendía el lenguaje de Juan Bimba y por eso lograba explicarle a éste, la entelequia del derecho.

También agradecemos al Correo del Orinoco por plasmar en una página, lo que para el Camarada Llamarada era un canto con dolor para la justicia, un canto o un llanto que termina sin tiempo, pero con esperanza; que termina sin espacio, pero con la lumbre de cualquier recodo del camino, en el que se pueda simplemente amar a la Revolución.

También hubo un espacio muy cargado de la fuerza telúrica del pueblo organizado, realizado en Salas de Batalla como la del Ipasme; en Frentes Socialistas como el de Altavista; en Concejos Comunales o en Comunas como las de aquella noche en La Silsa; en medio como Catia TV.

Esa fuerza convertida en el canto de Alí Alejandro, del frente de creadores, o de los distintos espacios culturales y deportivos de Catia que nos acompañaron aquella tarde a recordar no solo a Carlos Miguel, sino a Willian, a Lina, a Eliézer, a Robert, a Chávez, y a muchos otros que tal vez son héroes anónimos, en los que reconocemos su legado de lealtad, valentía, amor y entrega.

El viernes, la juventud de Carlitos hizo retumbar el salón, y los concejales escuchaban atentos en Cristóbal Rojas. El calor de Charallave nos sirvió para rememorar aquel golpe tuyero de las elecciones de 1993, en que nos pateamos esas calles que hoy han sufrido positivas transformaciones, por culpa de Chávez. La imagen de un cuadro de un pintor popular que pinta ángeles de pueblo como diría el poeta, y que parece fotografía, igual que la imagen del Comandante el 4 de octubre, en la que uno casi puede tocar las gotas de agua; nos hacen olvidar por un momento que ya no están físicamente, aunque permanecen en la memoria de todos los revolucionarios.

A Horacio y a todos los militantes de la esperanza empeñados en que hay que luchar “por todos los sueños y las ideas, por el sentimiento y por el amor”, siguiendo la enseñanza.

¡A todos, gracias!

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