Por Armando Carías|¡La esquina caliente está que arde! (Opinión)

Me cuenta Shirley, una de las combatientes de la esquina de Las Monjas, que cada mañana se monta el toldo, se ponen las sillas, se instala el televisor y el equipo de sonido y sin que nadie mande a nadie, ordenadamente van pasando por allí oradores y escuchas de esa asamblea popular que se arma a diario en la que es, definitivamente, la esquina más caliente de Caracas.

Para estos días, por razones que solo el corazón chavista entiende, la esquina caliente se ha puesto al rojo vivo, encendida con la llama bolivariana.

-¡Pido la palabra!, alza su brazo una señora que dice viene desde Catia «para recordarle a los escuálidos que aquí hay un pueblo que no se va a quedar con los brazos cruzados», y remata con una voz que escucha atento, desde su histórico pedestal, el propio Simón: «¡Viviremos y venceremos!».

La esquina caliente, el comandante Hugo Chávez lo decía, nació por generación espontánea y se convirtió, sin que nadie lo planificara, en el espacio de debate y reflexión, de cientos de personas que encontraron bajo la cálida sombra de su techo solidario, el lugar donde su voz es escuchada y valorizada, tal y como lo acaba de hacer nuestro presidente Nicolás Maduro al instruir al vicepresidente Jorge Arreaza para que tome nota de las propuestas que desde allí se formulen e incorporarlas al conjunto de ideas que, emanadas del Poder Popular, nutran la agenda y las decisiones que deberán tomarse.

-¡No se oye!, gritan desde la plaza.

-¡Aquí está el megáfono!, salta por allá uno que no se sabe de dónde salió.

-Compatriotas…y cita al Comandante… «pase lo que pase, en cualquier circunstancia…¡Seguiremos teniendo Patria!»

Y el coro de pueblo alborota a las palomas, que salen volando hasta el campanario de la Catedral: «¡Revolución! ¡Revolución! ¡Revolución».

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