En nuestro país, con base en datos censales, en los últimos 40 años, la población mayor de 65 años se ha duplicado proporcionalmente pasando de 3 a 6% del total de población; este crecimiento ha sido algo mayor en las mujeres que en los hombres, debido a una mayor longevidad de las mujeres.
Paralelamente, la población menor de 15 años ha tenido una disminución significativa pasando de 45% en 1971 a 27% en 2011, lo que ha reducido sensiblemente la población dependiente, dejando un amplio margen de población en edad de trabajar con un índice de dependencia que disminuye de 92,1 en 1971 a 49,2 en 2011, en promedio, dos personas dependientes por cada persona en edad de trabajar; estas circunstancias de bono demográfico, abre oportunidades de bienestar económico con una buena orientación de políticas sociales: “En la Venezuela del presente, existen oportunidades socioeconómicas que abren circunstancias muy favorables por cuanto la proporción de población dependiente se ha venido reduciendo de manera significativa” (INE).
Nuestra realidad es que así como nos hacemos madres muy jóvenes porque en nuestro país el 80% de los nacimientos ocurre en mujeres menores de 30 años, la mayor parte llegamos a ser abuelas aun antes de los 50 años, en la plenitud de la vida, asumiendo responsabilidades de cuidado, debido a una amplia población menor de 12 años (22%) y 12% entre 12 y 17 años (INE).Paralelamente, las mujeres tendemos mas a prolongar la jubilación, manteniéndonos en trabajos remunerados (actividad productiva) mas allá de los 55 años que es la edad de jubilación, para mejorar los ingresos familiares.
Por otro lado, debido a la ausencia de Centros de Educación Inicial, y los altos costos de maternales y pre-escolares privados, son las abuelas quienes cubren el cuidado de niñas y niños menores de cinco años cuyas madres están incorporadas al trabajo remunerado. La continuidad de tiempo de trabajo remunerado y no remunerado (familiar) para las mujeres se hace interminable e inexistente la oportunidad de una real jubilación que permita disfrutar de los beneficios de un ciclo de vida entregado al trabajo y dedicado a la familia.
Si bien en los últimos 15 años se han desarrollado políticas sociales hacia la población mayor de 65 años, éstas se han focalizado en ampliar la cobertura de las pensiones, lo cual es muy importante pero es necesario hacer un enfoque mas integral de políticas orientadas a mejorar la calidad de vida de este grupo poblacional incluyendo programas para fortalecer la salud física y mental, actividades deportivas y de recreación y, sobre todo, recrear un concepto que revalorice la vida después de los sesenta. Prevalece en nuestra sociedad una ideología de valorización de lo joven y desvalorización de lo “viejo” que debe transformarse al paso de la transición demográfica de nuestra población.