Me gustó mucho el Foro Internacional sobre Economía Cultural que se realizó el viernes pasado, con enorme afluencia de público, en la sede de Unearte.
Desde aquí expreso mi apoyo a la voluntad del ministro Freddy Ñáñez, y a sus ideas, de ir transformando, en el universo de la cultura, la visión rentista por otra productiva, no solo en términos espirituales, que es lo principal, sino también en lo económico, sin renunciar a ningún principio ni propósito del proyecto bolivariano.
Pero no es sobre esto que quería escribir, sino sobre algo que me agradó especialmente en la intervención de Jorge Arreaza. Me refiero al momento en que aludió a la situación actual del precio petrolero, y a como ella nos afecta, mientras procuramos que su precio vuelva a ser justo y equilibrado.
Fue entonces cuando Arreaza dijo algo así (lo cito de memoria): “…déjenme expresarles, de todas formas, que en lo personal espero que no suba demasiado, pues más bien esta coyuntura que estamos viviendo debiera aprovecharse para realizar los grandes cambios de modelo que se necesitan” No fueron las palabras literales, pero sí la idea expresada por Jorge.
¿Por qué me agradó oírlo? Porque me recordó algo muy parecido, que fue expresado por el comandante Hugo Chávez, en su discurso de toma de posesión del año 1999.
Dijo entonces el Presidente: “…No podemos seguir dependiendo únicamente de esa variable exógena que es el precio del barril de petróleo, que se vino abajo como todos sabemos, y todas las perspectivas indican que va a seguir allí entre 8 y 9, si acaso tocando algún día el 10, durante, a lo mejor, no un año, sino dos o tres años.”
Y un poco más adelante: “Aquella crisis moral de los años 70 fue la gran crisis y esa es la crisis más profunda que todavía tenemos, ese es el cáncer más terrible que todavía tenemos allí presente en todo el cuerpo de la República, esa es la raíz de todas las crisis y de toda esta gran catástrofe; mientras no curemos ese mal seguiremos hundiéndonos en la catástrofe, aunque el petróleo llegue de nuevo ¡ojalá que no! a 40 dólares el barril; no lo queremos, no queremos que llegue a 40 dólares el barril, pero aunque llegara y aunque lloviesen petrodólares y mucho dinero, igual sería como un alivio momentáneo, pero igual nos seguiríamos hundiendo un poco más allá, en un pantano ético y moral.”
La Revolución Bolivariana llegó para resolver, como lo ha venido haciendo, aquella crisis moral. ¡Cuánto no hemos cambiado desde entonces! Hemos avanzado, infinitamente, aunque desde luego, siempre enfrentados a conspiraciones y dificultades de todo tipo.
Pero lo que quiero evidenciar en esta columna es la coincidencia entre el espíritu de Chávez y el espíritu del gobierno del presidente Nicolás Maduro, expresado por boca de Jorge Arreaza. Aquel “ojalá que no” de 1999 y este “ojalá que no suba demasiado” de 2016, referidos al precio petrolero, dejan constancia en ambos casos de la necesidad de quebrar radicalmente la dependencia obligada de la exportación de materias primas. ¿Qué más puedo decir? ¡Chávez vive en nosotros y nos acompaña!