Al visitar los mercados no encontramos, por más a profundidad que analicemos, la razón por la cual los precios de artículos producidos en el país, sean similares o hasta superiores a los de los importados. Así, vemos como la verdura se cotiza en 50 bolívares el kilo; el ocumo en 40, tomate 80, limón 180, naranja 70; ajo 400; cebolla 80, guayaba 100 y así sucesivamente.
Por ello uno se pregunta ¿esos productos son importados y pagados en divisas? ¿Acaso fortalecen la producción con grandes cantidades de vitaminas importadas? Aunque este Gobierno ha otorgado recursos como lanchas y motores, así como beneficios sociales a los trabajadores del mar, con su incorporación al IVSS y otras grandes reivindicaciones para mejorar la calidad de vida de estos abnegados mujeres y hombres que, día a día, se lanzan al mar con sus equipos para pescar y vender sus productos a la población venezolana, para hacer un sabroso sancocho de pescado hay que desembolsar más o menos Bs 1.800 entre pescado y verduras. El precio del pescado no baja de Bs 500 y llega hasta los 1.200.
Ante este panorama, ¿no vale la pena acaso que la Superintendencia de Precios Justos actúe, analice y proceda a corregir estas anomalías que están golpeando fuertemente el salario de los venezolanos? Son pocas las familias que pueden satisfacer la costumbre de cocinar, al menos una vez a la semana, una buena comida con base en pescado u otros productos del mar.
Tenemos que reconocer que existe malestar en la población por esta situación; los rumores propiciados por sectores opositores motivando el descontento y la no participación en las elecciones para diputados a la Asamblea Nacional o para conquistar adeptos para sus partidos o fortalecer los grupos desestabilizadores de ultraderecha que se están reagrupando para acciones de calle vandálicas que busquen conflictos y provocar muertos o heridos.
Es fundamental, necesario y urgente que un Gobierno revolucionario, dirigido por un presidente obrero como es nuestro colega Nicolás Maduro, instrumente mecanismos que, por un lado, desmonten esa matriz de opinión y, en segundo término, se enfoquen al control de los precios en los mercados y abastos, control que el pueblo sabrá agradecer; porque, lamentablemente, ¡siguen robando al pueblo!