Por Francisco Martínez M.|¿Deberes ciudadanos? (Temática)

En nuestra sociedad hablamos con frecuencia y familiaridad sobre los derechos humanos, tal vez no con una rigurosidad académica propia de quien estudia el tema, pero sí desde la cotidianidad en que vivimos, con nuestras palabras, desde el reconocimiento coloquial de lo que sabemos y estamos seguros nos hace vivir dignamente como seres humanos.

Sin embargo, no sucede lo mismo cuando de deberes u obligaciones para con nuestra sociedad, familia, país o nuestros pares se refiere.

No solemos conversar, con la misma frecuencia sobre el asunto; las razones pueden ser muchas, pero la mas usual es definitivamente la impunidad, la eterna posibilidad de hacer cosas contrarias a la ley o la moral sin tener ninguna repercusión, y no me refiero al ámbito judicial exclusivamente, sino a cualquier espectro de la vida en sociedad, en la familia, la escuela, el trabajo e incluso en un grupo de amigos.

Todas y todos tenemos derechos humanos y debemos luchar para ejercerlos y alcanzar la plena garantía por parte del Estado, pero a la vez, y como si de una calle doble vía se tratara, existe una serie de deberes que debemos tomar en cuenta si queremos alcanzar mayor felicidad en el ejercicio de la convivencia. Ello no significa que si no cumplimos nuestros deberes perdemos nuestros derechos, o que nuestros derechos terminan donde empiezan los del vecino. Ambos espectros de nuestras vidas coexisten.

RESPETO POR LA DIGNIDAD

Ciertamente debemos respetar los derechos de quienes nos rodean y aunque no tenemos las mismas obligaciones del Estado en cuanto a su garantía –en tanto como ciudadanas y ciudadanos no detentamos el mismo poder– tenemos responsabilidades que coadyuvan a su pleno disfrute, y en contraposición a su afectación.

Si desde el punto de vista legal lo queremos revisar, en el Capítulo X del Título III de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (CRBV), encontramos una serie de deberes que estamos obligados a cumplir. Específicamente el Artículo 113, establece que “…Toda persona tiene el deber de cumplir y acatar esta Constitución, las leyes y los demás actos que en ejercicio de sus funciones dicten los órganos del Poder Público.”

Sin embargo, los deberes no se concentran en el ámbito jurídico–legal exclusivamente. Existen otros espectros en los que debemos cumplirlos para el mejor desarrollo de la convivencia. Como una niña o un niño tiene la responsabilidad de cumplir con sus deberes escolares, o una madre o un padre de brindar afecto a sus hijos. Todas y todos tenemos responsabilidades que son intrínsecas al desarrollo humano en la sociedad.

LA LEY Y EL SENTIDO COMÚN

Estas responsabilidades o deberes no siempre están explícitamente desarrolladas en textos legales (a los que estamos abiertamente acostumbrados a respetar), sino que provienen de constructos socio–culturales que marcan pautas de comportamiento, por ejemplo: respetar las normas del buen hablante y buen oyente, no agredir verbalmente a quienes piensen diferente, administrar el uso de los recursos naturales en nuestros hogares, brindar apoyo a quien lo necesita, entre otros cuantos que pueden mencionarse.

Entramos aquí a las aguas complicadas de la moral y la ética y al terreno subjetivo de delimitar lo bueno de lo malo, como si fuera algo fácil de definir, pero que siempre esta permeado por el tan mentado “sentido común” que nos enseña a diferenciar cuando una determinada conducta puede afectarnos o incluso afectar a otras personas; sin embargo, este es el menos común de los sentidos en sociedades cada vez mas complejas con entramados sociales cada vez mas complicados.

Reconocer cuán alto está el volumen de la música en una fiesta y si esta afecta o no a los demás; identificar qué tan tolerante soy con otras personas con ideales políticos diferentes; practicar la comunicación asertiva cuando me encuentro en conflicto con otras personas de mi comunidad; ejercer mis derechos sin afectar a nadie, son prácticas cotidianas que debemos realizar, ninguna de ellas establecidas en las leyes, pero que forman parte de las responsabilidades ciudadanas.

Ejercer nuestros deberes no pasa por la arraigada práctica de prohibir conductas constantemente, se trata de comprender y analizar nuestra realidad en contraposición a la realidad de nuestros pares y actuar en consecuencia. La ley no es buena ni mala en sí misma, la moral tampoco; ambas referencian patrones de conducta y moldean, pero no se agotan en ellas.

Todo parte de nuestro comportamiento, nuestra capacidad para autorregularnos y de nuestro potencial para crear sociedades equitativas entre el ejercicio de nuestros derechos y el cumplimiento de deberes.

T/Francisco Martínez M.
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Red de Apoyo por la Justicia y la Paz
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I/Edgar Vargas