Padecían enfermedades crónicas que les habían obligado a dejar de trabajar|¿El estigma de la pobreza conduce a una pareja al suicidio?

Jodi y Randy Speidel, una pareja entrada en los 40 años, dejaron una nota pegada en la puerta principal de la casa, de una sola habitación, donde vivían alquilados, advirtiéndoles a sus amigos y familiares, que la casa estaría contaminada con monóxido de carbono. Tuvieron la previsión de dejar a sus tres gatos fuera de la casa. En la nota ambos aseguran que la decisión fue por mutuo acuerdo, luego cerraron la habitación bajo llave y encendieron dos parrillas de carbón y se suicidaron.

La hija de ambos, una joven de 20 años de edad, habría buscado ayuda para sus padres en el portal gofundme.com, según reseñó The Columbus Dispatch. En el portal web que canaliza la ayuda a personas desasistidas, la hija había descrito a sus padres como «las personas más trabajadoras que conozco», y alertó «ahora que, literalmente, no pueden trabajar más, no tienen dónde acudir.»

Ambos padecían enfermedades crónicas que les habían obligado a dejar de trabajar. La situación económica que atravesaban los llevó a pasar todo el invierno sin calefacción, y al momento del suicidio llevaban una semana sin agua. Jodi había aplicado para solicitar asistencia pero la respuesta no llegaba, igualmente había acudido al banco de alimentos en busca de ayuda, sin embargo, como explicó su hija, cocinar sin agua es algo complicado. En la cuenta de ahorros de la pareja había sólo 33 dólares.

Jodi también buscó ayuda en el portal gofundme.com y en giveforward.com. De hecho, ella escribió una pequeña nota esperanzadora explicando que «estaba dispuesta a trabajar aun con su enfermedad crónica», sin embargo, describió que debía conducir más de 30 millas «expuesta a vapores de gas» con la incertidumbre «de no saber si regresaría a casa».

«He buscado en todas las direcciones posibles y no se qué más hacer», escribió en otra nota publicada en el portal, esta mujer norteamericana de 46 años de edad. «Si usted nos puede ayudar estaremos por siempre agradecidos y quisiéramos pagarle de vuelta una vez que recuperemos nuestra estabilidad».

Una cosa que, aparentemente los Speidels no hicieron, fue buscar ayuda de sus vecinos, en efecto algunos de ellos dijeron que no hubiesen dudado en ayudarlos, de haber sabido la batalla económica que enfrentaba la pareja.

«Nos hemos convertido en una sociedad tan disociada y anti-social que ni siquiera conocemos nuestros propios vecinos», se lamentó el pastor de la zona, lo que sugiere que una comunidad más unida podría haber hecho una diferencia.

No se sabe muy bien si sus vecinos estaban en condiciones de proporcionar el tipo de recursos que la pareja necesitaba. No obstante, es notable que Jodi optó por el anonimato de los portales web de ayuda, en lugar de recurrir a sus vecinos.

Con los años, he oído a muchas personas de bajos ingresos, explicar cómo la vergüenza y el estigma de la pobreza les impide decirle a otros sobre su situación y lo que están viviendo.

En marzo, un par de colegas y yo nos encontramos con cinco miembros de «los testigos del hambre», una organización de apoyo cuyos miembros utilizan fotografías y testimonios para documentar sus experiencias con la pobreza y abogar ante las autoridades estatales, locales y federales para lograr una reforma política. Queríamos explorar una campaña que rechazara la humillación contra las personas de bajos recursos, que básicamente es promovida por los medios de comunicación, los políticos y otros individuos de alto perfil, esta estrategia buscaría apoyar a las personas que quieren compartir sus historias, con el fin de educar al público y a los responsables políticos sobre la pobreza en América.

«Contarles mi historia era como salir del armario», dijo Betty Burton, habitante de la costa sur de Cape Cod (Massachusetts). «El estigma hace que las personas se escondan en las sombras. Su vecino podría estar luchando con la pobreza y usted ni siquiera lo sabría».

Anisa Davis de Camden dijo que antes se sentía avergonzada de su historia, hasta que se convirtió en un miembro de los «Testigos del hambre». «La gente necesita contar sus historias con el fin de deshacerse del equipaje que viene con esa vergüenza».

Pero es más fácil decirlo que hacerlo, porque hace falta valor para contar la historia personal sobre la pobreza, en especial cuando gran parte de los medios de comunicación y nuestra política no sólo culpan a las personas que están luchando para salir de esa situación, sino que también son golpeadas por ser pobres. Angela Sutton, una ciudadana de Filadelfia y miembro de «Testigos del Hambre», explicó que los estereotipos con los que califican a las personas de bajos ingresos, son denigrantes tales como: «perezosos, mudos, tontos o que fingen ser niños».

«Las historias rara vez muestran los cambios positivos que los Testigos del Hambre y otras personas estamos tratando de crear en nuestras comunidades», dijo Sutton. No obstante, reconoció que este tipo de historias sí sirven para «romper barreras» y ayudar a «las personas que tienen dificultades para hablar».

Además de la publicación en línea de Jodi, ella también había solicitado ayuda, más no sabemos lo que solicitó, o si su solicitud hubiera sido aprobada, dijo el Pastor, quien agregó que vale la pena mirar lo difícil que se le hace el proceso a las personas que precisan ayuda en nuestro país. A pesar de toda la retórica que sugiere la frase: «La dependencia del bienestar» es patético como los números cuentan una historia muy diferente.

• Sólo 25 de cada 100 familias con niños en situación de pobreza reciben ayuda en efectivo del Programa de Asistencia Temporal para Familias Necesitadas (TANF), por debajo de las 68 que recibían la ayuda en el año 1996. En Ohio, sólo 29 familias son asistidas.

• Solamente 1 de cada 4 hogares, recibe la asistencia federal para el pago del alquiler. A mediados de 2014, a causa de la gran cantidad de embargos, unas 100 mil familias menos recibieron esta ayuda. En Ohio, más de 370 mil hogares de bajo recursos, deben destinar más de la mitad de sus ingresos en el pago del alquiler de sus viviendas.

• Ohio optó por exonerar las ayudas de asistencia nutricional para los beneficiarios, a pesar de las constantes luchas y reclamos de los trabajadores que devengan sueldos bajísimos, los desempleados y trabajadores subempleados. Esta decisión afectó a miles de personas, muchos de los cuales reportaron problemas de salud físicos y mentales.

• De acuerdo con la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), en lo que respecta a los sistemas de prestaciones de ayuda por invalidez, los Estados Unidos tiene «criterios de selección demasiado rígidos para la prestación de ayuda por invalidez total», al respecto «más de 80% de las personas se les niega dicha ayuda inicial, y menos de 40% son aprobados después de que todas las apelaciones se hayan agotado». Cada año, miles de solicitantes mueren esperando la aprobación para el disfrute de sus beneficios.

Jack Frech, el ex director del Departamento del Condado de Atenas para el Trabajo y Servicios a la Familia, en los Apalaches de Ohio, se retiró recientemente después de más de treinta años de servicio en el departamento de bienestar. Alegó como razones para su renuncia «que los tiempos han cambiado y que han hecho que sea mucho más difícil conseguir ayuda»

«He visto cómo el estigma por la asistencia social ha crecido a causa del accionar de los partidos políticos en todos los niveles de gobierno», dijo Frech, aseguró además que este hecho «está profundamente arraigado en nuestra administración de los programas de asistencia. Hemos codificado la creencia de que no somos guardianes de nuestros vecinos, esto debería darnos vergüenza»

Espero que un periodista haga un seguimiento a esta historia: ¿Qué tipo de ayuda trataba Jodi Speidel de obtener?, ¿ella recibió una respuesta?, ¿cuál es el procedimiento a seguir?,¿hay algún trámite acelerado para la asistencia de emergencia?, ¿cómo podríamos reformar el sistema para evitar que se produzcan muertes innecesarias?.

La verdad ineludible es la siguiente: «Estas muertes no tenían que suceder. La muerte de los Speidels no debe ser en vano».

Fuente: The Nation