Guerra del pueblo | ¿Le «torcieron el brazo»? (Opinión)

Parece que la frase pronunciada por el presidente de Estados Unidos, Barak Obama, según la cual “A veces torcemos el brazo a otros países para que hagan lo que queremos”, si tiene una primera aplicación –y precisamente en primera persona–, es a él mismo, arrinconado como luce dentro de un cerco de contradicciones a que le someten quienes alientan la política guerrerista de aquella potencia mundial.

Miedos, chantaje sobre episodios de la vida personal de las grandes figuras e inmensos intereses de orden económico están detrás de esta política a todo extremo equivocada que en los últimos meses lleva la Casa Blanca en sus relaciones con América Latina y el resto del mundo.

Nadie en este continente, hasta donde se conoce al momento de redactar la presenta nota, ha “doblegado” su brazo, ante las versiones del inquilino de la Casa Blanca respecto a que “Venezuela es una amenaza inusual y extraordinaria para la seguridad nacional de Estados Unidos”, declaración que ni en los tiempos de efímera gloria de Al Qaeda osó formular el expresidente George W. Bush hijo en contra de los llamados “santuarios” de dicha organización criminal.

No nos queda duda de que el presidente Obama, quien alcanzó la Presidencia de su país por su discurso progresista y de políticas de amplitud, se ha dejado atrapar dentro de un tonel que contiene dos ingredientes turbadores: uno, las fobias que el aparato propagandístico y el complejo imperial de la información difunden con sus matrices de opinión, al fabricar enemigos donde no los hay, para complacer a los oligopolios financieros e hidrocarburíferos de dicha potencia.

Dos, el miedo a que, de ejecutar la Casa Blanca políticas que contraríen los intereses del complejo militar-industrial -que es el verdadero corazón que gobierna a EEUU–, se le pueda liquidar físicamente, del mismo modo que sucedió con el presidente John Fitzgerald Kennedy hace medio siglo.

Ciertamente, se dice “el miedo es libre” empero algunos miedos vuelan más alto que otros, cuando logran doblegar el brazo de quienes toman las grandes decisiones que conducen a la paz y la coexistencia, o a la destrucción, lágrimas y sufrimiento. ¿Doblegarse ante la infamia e intereses de algunas decenas de familias corporativas que amenazan la paz mundial y distorsionan el rol que Estados Unidos debe desempeñar al lado de otras grandes potencias en el mundo de hoy?

¡Recapacite, señor presidente Obama, enderece de nuevo su brazo!

T/ Néstor Rivero