Por Aldemaro Barrios R|¿Por qué recordar a Lovera? (Opinión)

No hay dudas de que uno de los asesinatos más atroces cometidos en Venezuela durante el tiempo del terrorismo de Estado (1958-1998) fue el secuestro, tortura y asesinato del militante y cuadro político del Partido Comunista de Venezuela, Alberto Lovera.

Era presidente de Venezuela Raúl Leoni y el ministro de Relaciones Interiores era Gonzalo Barrios (AD) y se decía que vivíamos en una “democracia modelo” en la que se respetaban los DDHH pero ¿por qué recordar ese crimen político tan horrendo?

El hecho de que el Mar Caribe devolviera el cuerpo del profesor Lovera y lo alojara en una playa en Lecherías en Anzoátegui una madrugada de octubre de 1965 y que fuera un humilde pescador el que encontrara su cadáver denunciante, le da una significación especial a este suceso que le permitió al cantautor Alí Primera los elementos mágicos para una canción memorable que todos los octubres nos convoca a su memoria. Por eso es necesario recordar a Alberto Lovera, para que la memoria histórica y colectiva de lo que fueron miles de crímenes políticos se anteponga como él: ¡nunca más! Es lo que algunos llaman tener percepción de riesgo, entender y comprender que la violencia política de ayer, que el terrorismo de Estado, no vuelva más a ser una práctica de funcionarios gubernamentales y que la discusión y disputas políticas se resuelvan mediante los mecanismos que establece la Constitución, la aplicación de las leyes y el estado de derecho en paz.

Alberto Lovera fue una de las más de 6 mil víctimas hasta ahora certificadas por la Comisión por la Justicia y la Verdad, sin contar los registros de El Caracazo ni tampoco los centenares de campesinos sin cédula que fueron sacrificados durante ese periodo, y todavía esa Comisión de Estado no ha dado los resultados finales; es decir que esas estadísticas parciales, ya significativas, pueden aumentar en los tiempos inmediatos mientras llegan más denuncias y se revisan más expedientes en los antiguos archivos de los cuerpo de seguridad del Estado de entonces.

La fotografía de los restos de Lovera tendidos en aquella playa aquel octubre de 1965 habló y denunció al terrorismo en nombre de miles de víctimas directas e indirectas que hoy puede llegar a 30 mil personas afectadas por la prácticas de la violencia del terrorismo de Estado, es una cifra importante que nos obliga a reflexionar sobre ese pasado reciente para los caminos de la justicia.

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