La secuencia de acusaciones contra Venezuela en el último trimestre de 2014 parece una escena fílmica elaborada por un equipo de laboratorio de guerra con sus francotiradores en el tema de los Derechos Humanos (DDHH).
¿Quién dirige ese equipo y quienes los conforman?
Históricamente el Departamento de Estado de Estados Unidos ha tenido equipos de coordinación para operaciones de sabotaje y contrainsurgencia, desde el inicio de la Guerra Fría luego de la II Guerra Mundial, apuntando a gobiernos insurgentes en América Latina.
Desde 1957 se enfocaron contra Venezuela; hasta hoy los métodos poco han cambiado: ayer fue Serafino Romualdi en el Departamento para América Latina cuando por recomendación de Nelson Rockefeller (Standard Oil Corporation) crearon la Sala Situacional con Rómulo Betancourt en Nueva York que dio frutos al Puntofijismo, antes de la firma del pacto con Rafael Caldera y Jóvito Villalba.
Hoy las mismas transnacionales del petróleo ponen sus recursos para fomentar ONG contra “la violación de los derechos humanos”: la Usaid lanza sus “satélites” conspiradores para hacer lobby en la ONU, en la OEA y son representantes quienes están entramando el escenario internacional para tratar de debilitar la influencia simbólica que hoy tiene la Revolución Bolivariana en el continente y más allá.
La secuencia de laboratorio es perfectamente planeada; primero, en noviembre, el Comité contra la Tortura de la ONU presidida por un pinochetistas furibundo acusa a Venezuela de violaciones a los DDHH; en diciembre, el segundo golpe mediático, el Congreso de EEUU promueve sanciones contra nuestro país y, ahora, el anuncio de un vocero de la Casa Blanca que indica que el presidente Barack Obama ratificará la declaración legislativa estadounidense.
Más claro no puede ser el guión contra Venezuela, en la prevención de que los precios del petróleo harán tambalear la economía venezolana y que es necesario un empujón interno y externo para que caiga el presidente Nicolás Maduro.