Cualquiera creería que una docente con la formación que tiene Kristel Guirado, cuando escucha un “demasiado” o un “coye”, haría un juicio de valor sobre la persona que lo pronuncia. Pero la mirada de esta investigadora del Instituto de Filología Andrés Bello de la Universidad Central de Venezuela (UCV) no es de reproche o de superioridad, sino de comprensión. Entender por qué se usan determinadas palabras y en qué contextos es su trabajo de todos los días. Por eso, no se asombra al preguntarle cómo habla la gente en Caracas.
“Se supondría que el habla de Caracas es el habla estándar o lo que se tomaría por el habla estándar, por ser el centro económico del país y el centro político”, explica Guirado, en conversación con el Correo del Orinoco. No obstante, los estudios muestran “que los caraqueños no se sienten orgullosos de su dialecto”; entre otras razones, por las letras que se comen.
Llama la atención sobre el fenómeno del uso de la frase “a la final”, que se ha ido imponiendo desde hace varias décadas en el país en reemplazo de “al fin y al cabo” y expresiones similares. “Hay casos de ‘a la final’ en corpus de investigación desde 1987”, confirma. También ha observado el empleo de “a la final de la calle” en lugar de “al final de la calle”.
“Yo no creo que sea por ignorancia”, aclara. Por el contrario, “la gente está segura de que se dice así”.
DEMASIADO «DEMASIADO»
El trabajo de Guirado para ascender al escalafón de profesora agregada -que defenderá este miércoles 15 de julio- es sobre la utilización del “demasiado” como una característica del discurso. Es decir, la persona ofrece una explicación, y para darle mayor énfasis la cierra con “es demasiado”. También ocurre con el inglés con el “too much”.
Ese “demasiado” no es de cosecha reciente. La investigadora estima que ya formaba parte del habla caraqueña desde los años 80, y sí se mantiene su presencia para hacer énfasis en algo. “Es una marca clarísima del habla juvenil”, aunque no exclusiva de las y los jóvenes. “Refuerza el argumento, la descripción. Las personas consideran que, cuando se sobrepasa el límite de la descripción, tienen que poner el demasiado”, detalla Guirado.
“¿Qué veo yo en el español de Caracas? Hay una tendencia a la novedad y hay marcas, como ‘o sea’ y ‘demasiado’, que pretenden ubicarte en una escala social” alta, manifiesta. Pero tal vez, más que dar a entender que se pertenece a una clase alta, es una forma de decir que se está “in”, que se forma parte del sector que sabe cuáles son los lugares de moda, cómo vestirse, qué leer.
Además, anota Guirado, las personas intentan manejarse en todos los sectores. Por tal causa “escuchas a las personas de clase media o de clase alta tratando de hablar malandro, por ejemplo”. En su criterio, “cuando dices ‘demasiado’ te quieres identificar con un sector, seas o no del mismo sector”.
Ese “hablar malandro” es, a criterio de la profesora ucevista, un “habla de resistencia que te permite dar identidad” y que igualmente tiene sus rasgos; uno de ellos es el “mi”, que se convierte en “mi tío”, “mi profe”. Mas también, palabras como “agua” para nombrar a la policía, término que cruza varias naciones de América Latina.
¿Y EL ARRANCA?
“Arranca de aquí”, “el concierto arranca”. Ese “arranca”, tan popular en el habla de caraqueñas y caraqueños y tan utilizado por las y los periodistas, “no viene de la clase baja, sino de la clase media y la clase alta, que hacían los ‘piques’ y arrancaban”, cita.
El empleo de “marica” también se ha popularizado entre la población juvenil; no es raro que una muchacha le diga a otra “marica” para iniciar un diálogo. “Tiene varios usos y lo interesante es cómo los hablantes pueden identificar la diferencia”, señala. Cada “marica” tiene un sentido.
Lo que el estudio y el trabajo le han enseñado a Guirado es que la intención de las personas es expresarse en función de lo que juzgan correcto. “La gente siempre quiere hablar mejor”, sentencia.
-¿Qué es hablar mejor? ¿Apegado al diccionario?
-Hay personas que creen que hablar mejor es hablar como dice la Academia de la Lengua o hablar como dice el diccionario, y hay quienes creemos que hablar mejor es tener una comunicación más efectiva, lograr una comunicación más efectiva.
-Visto así, “marica” es perfecto, el “demasiado” es perfecto.
-En su contexto, sí. Desde mi punto de vista, sí. El cambio lingüístico no es predecible; va a depender justamente de cuán útil crea el hablante que es o no ese término. Los cambios léxicos se dan mucho, el léxico es lo que más cambia, pero eso no cambia necesariamente la lengua.
A su juicio “hemos estado fallando al decir que el lenguaje se empobrece” porque se masifican algunas palabras. “Ningún lenguaje se empobrece” pero “sí creo que se empobrece la comunicación, porque entonces tenemos muchísimas menos herramientas para comunicar lo que queremos decir”, evalúa.
Es, insiste, un asunto de herramientas más que de pobreza. Tal como lo recalca, “lo que yo siento con mis estudiantes es que tienen muchísimas menos herramientas y tengo que darles más; más que corregirlos, tengo que darles más herramientas para que logren decir lo que quieren”.
TEMAS PARA INVESTIGAR
Guirado espera que instituciones como el Fonacit se sensibilicen con la investigación sobre estos temas, y no rechacen las humanidades por presuntamente no estar entre las prioridades de financiamiento. Indica que introdujo ante esta institución un proyecto sobre el habla marginada y no fue aprobado, pero también aclara que ha recibido el respaldo de Fonacit para otras actividades, como viajar a un congreso. Los estudios lingüísticos -que también son una forma de soberanía- esperan por apoyo.