Guerras del pueblo|“El Ejército Gris”

La ejecución del Plan de la Patria y sus grandes Objetivos Históricos –algunos de ellos de proyección hacia el largo tiempo y que la presente generación ha de legar con su acumulado a la siguiente– va más allá de la gestión administrativa y el sexenio constitucional.

Y siendo que el equipo rector de la Administración Pública tiene la función cardinal de liderar, trazar las fases y proponer sin duda las nuevas coyunturas e instancias de constatación de lo alcanzado anualmente para la transformación histórica del país, está llamado a lograr la integración proveedora y creativa de los contingentes que en la acera política, comunal, laboral, profesional y de calle, deben dar su empujón al pesado carromato de un Estado que aún guarda ominosos rasgos de burocratismo y penumbra que dominaron la IV República.

Rasgos como el “dejar hacer y dejar pasar administrativos”, negligencia de controles internos en niveles gerenciales que enturbian la gestión media y baja, como detectó y resolvió hace poco el presidente Nicolás Maduro en Barcelona, Anzoátegui, con dos “Abastos Bicentenario”.

Como política de Estado el Presidente reitera en su discurso habitual la necesidad de la elevación de calidad en la prestación de servicios, la transparencia del desempeño en todos los niveles, para la construcción de una sociedad fundada en la ética, corresponsabilidad y generosidad. Así, se debe dar la mayor relevancia a la formación en todos sus órdenes. Ello equivale a calidad masificada de vida; y hacia allá se marcha. Formación ciudadana e instrucción técnica especializada, impregnada de humanismo. Formación de investigadores, y masificación de la vocación por investigar, de hacer preguntas; eso es lo robinsoniano, lo revolucionario, lo humanista, frente a los viejos modelos tradicionales y patriarcales de educación formalista y anti-robinsoniana.

Por ello, en el marco de las líneas de inclusión patentadas con originalidad por la Revolución Bolivariana, urge convocar a las educadoras y los educadores venezolanos, mediantes políticas que favorezcan el “enamoramiento” del docente con la gesta de formar con esmero cotidiano a niñas y niños, adolescentes y estudiantes universitarios, según el nivel.

Cúbrase las exigencias de calidad en la construcción de socialismo, ganando la batalla integral de la educación, haciendo del Magisterio el Ejército Gris de la Revolución, ejército que ganará la batalla de la calidad y el talento.

Texto/Néstor Rivero
nestor5030@gmail.com
Caracas