Escrita por el estadounidense Stephen Adly |“El malparido del sombrero” toca con intensidad el tema de las adicciones

Las adicciones, especialmente de drogas, siempre terminan por causar desequilibrios y hasta desgracias entre quienes consumen y su entorno, sea familiar o de amistades.En La Caja de Fósforos, dentro de los espacios de la Concha Acústica de Bello Monte, en Caracas, hay una pieza que refleja esta intensa este realidad mundial. Es “El malparido del sombrero”, escrita por el estadounidense Stephen Adly Guirgis, bajo la dirección de Ricardo Nortier, la cual estará en las tablas hasta el 25 de septiembre.

“El malparido del sombrero” (The Motherfucker With the Hat) presenta varios personajes clase media y baja pero muy complejos, cargados de grandes dependencias piscotrópicas, sociales y afectivas. Se debaten entre la ternura, la gracia, el odio y la manipulación. Una historia de relaciones de pareja. Una historia de mentiras y verdades pero sobretodo de engaños en la amistad, en el amor y en nosotros mismos.

La sinopsis nos cuenta sobre Jackie (Giovanny García) un expresidiario recién salido de prisión regresa con su gran amor Verónica (María Antonieta Hidalgo), tratando de rehabilitarse. Sin embargo ella es una drogadicta emocionalmente inestable que no lo ayuda mucho en esa meta. Entre ellos existe una relación muy intensa, la cual detonará con la llegada de un particular elemento a la historia: un extraño sombrero “aparece en el lugar equivocado, en el momento equivocado. Entonces nada parece importar más que encontrar al dueño del sombrero antes de que Jackie saque el monstruo que existe en su interior”, señaló el director Nortier.

Una pareja, Ralph (Ricardo Nortier), un padrino o guía moral de Jackie; y Victoria (Nakary Bazán), amiga de Verónica, ingresarán a la trama para manipular la situación generando una gran ola de intensos conflictos, intrigas y disputas entre todos estos personajes tóxicos y corrosivos. También tiene una participación interesante en la trama un primo (Paúl Gámez) de Jackie, quien guarda frustantes recuerdos de su infancia

Una gran cama en el escenario será el único elemento de esta puesta en escena, que se transforma en diversos lugares jugando así con el espacio escénico. Lamentablemente, hasta los mismos actores deben armar y desarmar este gran espacio, que aunque lo hacen en menos de un minuto y la música e imagenes audiovisuales en dos pantallas pretenden amortiguar estos cambios, el espectador puede tender a perder el ritmo, al igual que los actores. Lo ideal sería que todo se hiciera en esta inmensa cama utilizando mesas ligeras, puffs y sillas plástica, dependiendo de la escena.

Intensas y muy convincentes son las actuaciones de Giovanny García, María Antonieta Hidalgo, Nakary Bazán, Paúl Gámez y Ricardo Nortier, quienes encarnan bien sus roles en estos personajes que están en una constante búsqueda de aprobación y son dependientes unos de los otros.

No gusta mucho que estos drogadictos y ex consumidores sean solo latinos que viven en Estados Unidos. Se siente un poco de descriminación. Lo más idóneo es que los personajes fueran también caucásicos o blancos y afrodescendientes.

María Antonieta Hidalgo interpreta a la inestable Verónica: «Fue un proceso bastante difícil porque es un personaje que está alejado de mi. Conté siempre con el director y realicé una investigación, primero desde lo físico, el cómo es una persona adicta a las drogas. Luego fue entender las capas de este personaje que ama, que odia, que a pesar de ser muy fuerte también es vulnerable. Escuché mucho, estuve abierta y probando, probando muchas cosas para lograr este trabajo».

Anímicamente Hidalgo, al igual que el resto del elenco, queda muy agotado luego de casi dos horas en una trama que no da concesiones en ningún momento: «Creo que cuando tu introduces una substancia ajena a tu cuerpo algo pasa y si lo haces toda la vida, no puedes ser igual a quienes no lo hacen. Al final eso afecta las relaciones de pareja, familia y amigos. En la obra estos personajes no tienen límites y cometen muchos errores».

Esta joven está esperando el estreno de la cinta «El Inca» (la vida del boxeador Edwin Valero) y está alegre por su participación en la telenovela «Entre tu amor y mi amor». Lo de ella es actuar «y por ahí vienen otras sorpresas».

Giovanny García se fajó duro para darle un enfoque al volátil Jackie, “ya que este personaje tiene la particularidad de estar siempre vivo en la obra, por lo que debes estar pendiente de la situación en que está, hacia dónde va. Lo interesante de la obra es que aun cuando se ataquen, todos los personajes se necesitan entre sí, aparte de tener relaciones muy hirientes y punzantes».

García considera que «las drogas son perversas para la relaciones humanas. Es una enfermedad y para construir el personaje pedí apoyo a varios amigos que han pasado por esa situación, También leí mucho, busqué entrevistas del autor, estuve siempre pendiente de las acotaciones que nos daba el director Ricardo Nortier. También mi amigo, el también actor Abilio Torres, me ayudó muchos con libros e información que yo no tenía. En cada función seguiremos trabajando en estos personajes».

Este histrión, quien es uno de los fundadores del Grupo Tumbarrancho, que ha marcado pauta en los últimos años en la escena teatral nacional, considera que Jackie es un personaje que lo ha marcado «porque me exige. No es fácil hacer un personaje que pasa por unas situaciones extremas que tú nos ha vivido. Que una persona que vea la obra y haya vivido este problema se diga que no le están mintiendo y que se sienta reflejado en lo que está viendo. Sería genial porque valió la pena todo el esfuerzo que hicimos».

Nakary Bazán tiene una participación también intensa en la obra como Victoria: «Nunca he estado en una situación de drogas, pero lo traslado cuando vivo una situación en la que no quiero estar, me siento atrapada, pero sé que tengo que salir de ahí… y he salido afortunadamente (risas). Lo importante es tomar la decisión».

Considera que Verónica «tiene una gran frustración, porque fue una mujer independiente y que resolvía sola, pero cayó en manos de una persona hipnotizadora que no la llevó por el buen camino y se metió en una autodestrucción, que todos la tenemos en algún momento de nuestras vidas, pero lo importante es superarla. El personaje aunque aparenta estar bien, está por dentro destruida».

Bazán considera que este es uno de los personajes que más le ha exigido a nivel actoral: «Para mi actuar es mi vida, soy yo».

Quienes deseen ver una buena pieza en cartelera, pueden asistir a la La Caja de Fósforos, dentro de la Concha Acústica de Bello Monte en Caracas, los viernes a las 8:00 pm; mientras sábados y domingos a las siete de la noche.

T/Eduardo Chapellín
F/José Luis Díaz
Caracas