Andrés Giussepe lo catalogó de crimen de lesa humanidad|“El paro petrolero de 2002-2003 fue uno de los actos terroristas más viles”

El paro petrolero de diciembre de 2002 fue un crimen de lesa humanidad. Se violó el derecho al trabajo de la gente, se coartó el libre tránsito, se cerraron los centros comerciales de forma arbitraria; los servicios bancarios y mucha actividad manufacturera, como la producción de alimentos, fue paralizada por decisión de los patronos de las empresas.

“Son daños que no están contabilizados y que ocasionaron graves consecuencias a la población que los medios de comunicación invisibilizaron. Solo eran voceros de la política abiertamente conspirativa”, manifestó Andrés Giussepe, presidente de la asociación civil Víctimas del Paro Petrolero (Videlpa).

Aunque han pasado 10 años de aquellos sucesos, el activista político sostiene que son hechos que no prescriben y las sanciones deberían llevarse hasta las últimas consecuencias: juzgar a todos aquellos que le hicieron un daño irreparable a la nación y al pueblo venezolano. “El caso está en la Fiscalía General de la República, las víctimas todavía están ahí aunque algunas murieron. Recabar los testimonios fue un trabajo arduo en medio del fragor del paro”, sostuvo el también economista y profesor universitario.

En la primera quincena de enero de 2003, Giussepe y un grupo de profesionales y técnicos no se dieron abasto con la gran cantidad de personas que acudieron a la improvisada oficina que había montado en la Asamblea Nacional para recibir a las víctimas del paro petrolero que comenzó el 2 de diciembre de 2002.

“Ante la gravedad de los acontecimientos y las nefastas consecuencias para el pueblo, establecimos una red de abogados y otros profesionales en los 24 estados del país que logró recabar más de 17 mil denuncias, de las cuales 370 se presentaron el Fiscalía General de la República”, recordó el exdiputado del Parlamento Latinoamericano (Parlatino).

Los estragos que estaba causando el paro petrolero impulsó a este activista político junto a un grupo de profesionales y técnicos a documentar la información sobre esas nefastas consecuencias. “Se elaboraron expedientes con elementos probatorios contundentes sobre las desgracias que habían causado en las ciudadanas y ciudadanos. Fuimos compilando los testimonios. Una labor que se nos facilitó gracias a que nos proporcionaron una oficina en la Asamblea Nacional. Esto nos permitió avanzar en el trabajo y tener un espacio para recibir a las personas que fueron víctimas del sabotaje”, dijo.

El trabajo realizado fue de mucha utilidad, sostuvo Giussepe. De las 370 denuncias el Ministerio Público utilizó 50 para acusar a Carlos Fernández, en ese momento presidente de Fedecámaras, en sustitución de Pedro Carmona Estanga; Carlos Ortega, titular de la Central de Trabajadores de Venezuela (CTV); y Juan Fernández, que lideraba al movimiento que se autodenominó Gente de Petróleo.

“Exactamente fueron 52 víctimas que trajimos del interior del país, para que rindieran declaración en el Ministerio Público contra las caras visibles del paro. Los testimonios constituyeron elementos probatorios para acusar a esos tres personajes. Fue un trabajo mancomunado de abogados revolucionarios que estaban decididos a luchar contra la impunidad, junto a ese grupo de ciudadanas y ciudadanos que de alguna manera interpretaron el sentir de la mayoría del pueblo venezolano”, sostuvo el economista, quien fue también un testigo de la parte acusatoria.

“Lo denuncié en el Tribunal de Control 59 de ese tiempo. La fiscal Luisa Ortega Díaz llevaba ese caso. Logró imputar a los cabecillas de esos hechos macabros. No es como el oposicionismo dice que son perseguidos políticos. Ellos cometieron delitos imputables y ahora están prófugos de la justicia”, aclaró.

Aunque lograron evadir la justicia, esas personas fueron juzgadas y tienen una condena de muchos años. A Carlos Ortega le imputaron una pena de cerca de 30 años. Cometió delitos de agavillamiento, conspiración, rebelión civil. Están tipificados en el código penal venezolano, explicó.

SE VENÍA COCINANDO

El caso del paro petrolero todavía no ha sido cerrado por la justicia venezolana; de hecho, recientemente Petróleos de Venezuela (Pdvsa) sancionó administrativamente a 11 extrabajadores con 119 millones de bolívares por sus responsabilidades civiles, así como impuso una multa por sus actuaciones durante la paralización de los años 2002 y 2003.

Seis meses antes del paro habían intentado derrocar al presidente Hugo Chávez mediante un golpe de Estado; frente al paro y detrás del paro estaban los mismos que participaron en la intentona militar. Como gozaban de plena libertad decidieron dar este nueva paso fratricida, añadió el economista y abogado revolucionario. Además de Ortega y Fernández estaban Leopoldo López (exalcalde de Chacao), Henrique Capriles Radonski (gobernador de Miranda), Enrique Mendoza (diputado opositor); una gran cantidad de quienes hoy siguen en la oposición retomaron la violencia para derrocar de nuevo al Gobierno legítimo.

“El paro petrolero de 2002-2003 fue uno de los actos terroristas más viles que ha vivido la sociedad venezolana. Ha sido uno de los capítulos de la historia más oscuros. Fueron exactamente 64 días de terror, con un grupo de políticos que se organizaron y confabularon, sonsacaron a un grupo numeroso de gerentes de Pdvsa para dar el zarpazo. Eran personas que ganaban bien, lo que les permitía vivir de una manera acomodada con holgura. Los engañaron y los embaucaron en una aventura terrorista contra sus familiares y la sociedad venezolana”, asintió el presidente de Videlpa.

Pasó mucho tiempo antes de que sancionaran a la Gente del Petróleo; su líder Juan Fernández, se fue del país junto con otros dirigentes. “Actuaron como unos cobardes, no han tenido la sensatez de enfrentar esos juicios. Buscaban derrocar al presidente Chávez, no lo lograron y no asumieron su responsabilidad. En el juego político hay ganadores y perdedores. Ellos destruyeron el país, causaron cerca de 15 mil millones de dólares en pérdidas solamente en el sector petrolero, sin contar los daños a los civiles”, sostuvo.

Los perjuicios a las personas son incuantificables; por las manos de Giussepe pasaron relatos de personas que no fueron atendidas de emergencia en los hospitales, porque hubo médicos que se sumaron al paro. “Son muchas las vejaciones por la que pasó el pueblo; las personas acumulaban gasolina en su casa para poder transportarse. Me viene a la memoria la familia que murió calcinada en Mérida. O la tragedia que vivió Jacinto”, rememoró.

En el rostro de este luchador revolucionario todavía se ve la indignación cuando recuerda esos hechos de caos, desidia y miseria. “La oposición pensó que sembrando eso iban a derrotar al presiente Chávez. Después de 10 años vemos que es todo lo contrario. El Primer Mandatario está sembrado en el corazón del pueblo. Hace poco volvió a triunfar”, enfatizó.

TRAS BASTIDORES

La oposición no se ha podido levantar de esos hechos, pero sigue obedeciendo a las mismas directrices. “Estados Unidos estuvo detrás de esa conspiración. Los que estaban detrás del paro engañaron a su gente; garantizaron una derrota segura de Chávez, pero no lo lograron. Su intereses habían sido afectados y querían cambiar la situación”.

Cabe recordar que al final de año 2001 se aprobó la nueva Ley de Hidrocarburos que entró en vigencia a principios del 2002. Eso conllevó a la serie de conspiraciones que se sucedieron desde esa fecha, “unas con mayor intensidad que otras, hasta el derrocamiento del Presidente el 11 abril por unas pocas horas”, acotó Giussepe.

La situación estaba clara. Las transnacionales perdían el control de la industria petrolera del país con las mayores reservas petroleras del mundo, aunque en esa época no estaban certificadas. “Las lucha política tenía de trasfondo el petróleo, aunque sus argumentos eran que Chávez estaba aplicando una política de corte socialista, decían ellos. Como se quería implantar el comunismo en el país, ellos tuvieron que salirle al paso al Primer Mandatario, argumentaban en sus alocuciones al país”, explicó el docente, con documentos de la época en mano.

Luego del golpe de Estado se montaron unas mesas de negociación, en las que la Organización de Estados Americanos (OEA), brazo político de gobierno de los Estados Unidos, estaba como mediadora. Al mismo tiempo estaban los actores políticos de la oposición, quienes generaron situaciones que llevaran al país a una crisis.

“Todo esto se hacía para facilitar una intervención militar. Ellos buscaban una explosión social que generara las condiciones para que las fuerzas externas intervinieran en el país. Se trata de un guión escrito muchas veces que se repite a menudo, donde están los gringos metidos. Viene la intervención militar, los cascos azules y el saqueo del país, como siempre lo han hecho”, describió el economista.

Otras de las propuestas que ofrecían en su partes de guerra durante el paro, era el adelanto de las elecciones. En su intransigencia llegaron a pedir la renuncia del Chávez. “Hasta que el Presidente no vaya no se levanta el paro”, decían los conspiradores. Ellos lo que pretendían era mantener los privilegios de la meritocracia y que Pdvsa estuviera a espaldas del país, relató el activista revolucionario.

MEDIOS, PARTIDOS Y ONG PARTICIPARON EN EL SABOTAJE

Dejar de producir uno de los bienes estratégicos de la sociedad moderna fue un plan que no se aplicó ni siquiera en la invasión a Irak o más recientemente en Libia. Los integrantes de alta gerencia de Pdvsa “se plantearon paralizar la industria petrolera y lo lograron. Llevaron al país a un proceso de involución social. Había que cocinar con leña, se dejó de producir casi todo. Muchos analistas e investigadores se preguntan cómo será la sociedad cuando se agote el petróleo. Las venezolanas y venezolanos ya vivimos eso. Tanto el transporte terrestre, como marítimo y aéreo se detuvieron”, recordó Andrés Giussepe.

“Fue un plan macabro”, sigue el docente. “Nosotros contabilizamos una gran comunidad de actores que participaron en esos hechos. Fueron 36 organizaciones no gubernamental (ONG), 14 partidos políticos de oposición, los medios de comunicación privados más importantes, tanto radios, televisoras e impresos”.

Una casta de empresarios connotados también estuvo en esa conspiración. La burguesía tradicional venezolana se montó en esos hechos, lo arriesgaron todo, conjuntamente con la cúpula de la CTV, tanto Carlos Ortega como Manuel Cova, que siempre estuvo de bajo perfil. “El objetivo era derrotar a Chávez por la fuerza, porque no pudieron hacerlo con los votos.

En los seis meses posteriores al golpe, la oposición fue ganando tiempo, con la mesa de negociaciones y todas sus artimañas de baja intensidad, para lanzar el zarpazo definitivo y volver a derrocar a Chávez, pero esta vez de manera definitiva. “Fueron días de terror, no solamente los que se vivieron en el paro, con esos partes de guerra macabros, sino que se fue generando un ambiente de angustia en la población en los días anteriores, anunciando que el paro era inminente, porque Chávez no cedía a sus peticiones. Esa zozobra la mantuvieron. La gente estaba angustiada y triste”.

Muchas personas se enfermaron, se fue creando un ambiente de psicosis colectiva antes de lanzar el paro y se mantuvo esa situación de terror durante la paralización del país. Días antes de la convocatoria, Luis Giusti, expresidente de Pdvsa y prófugo de la justicia venezolana dio unas declaraciones que fueron como el pitazo para la gente que estaba dentro de la industria.

“Fue un acto de traición histórica con el país. Lo preocupante es que esos mismos actores están ahora en la Asamblea Nacional, en algunas gobernaciones y alcaldías. Hasta se lanzaron en un proyecto presidencialista en las últimas elecciones, con una cantidad importante de votos. El candidato Henrique Capriles Radonski participó activamente en el paro petrolero. Antonio Ledezma se lanzó y ganó la alcaldía metropolitana, Henrique Mendoza es diputado. Todos esos conspiradores en un país sin impunidad estuvieran presos”, sentenció.

A pesar de la falta de sanciones a muchos de sus autores intelectuales, Guisssepe considera que la oposición sufrió una derrota contundente, no pudieron engañar al pueblo y ponerlo en contra del Gobierno del presidente Chávez. “En ese sentido el paro fue un fracaso, desde un principio. El primer día casi nadie lo acató, después decidieron que fuera una semana hasta que lo declararon indefinido, pero ni pudieron con el pueblo”, comentó.

El pueblo se recuperó de ese drama, consideró el economista. “Los 64 días de crisis política fueron superados, los golpistas de Pdvsa fueron despedidos porque violaron los derechos humanos de todos los venezolanos, eran funcionarios públicos y les caída todo el peso de la ley. Hoy el Gobierno está preparado para enfrentar un evento de esa magnitud, la red pública de distribución de alimentos es un ejemplo”, argumentó.

¿POR QUÉ EN DICIEMBRE?

Si se analizan desde una perspectiva política e histórica, esos 64 días de crisis política e histórica fueron pasajes de conspiración, terrorismo, sabotaje, disidencia y desobediencia. “Es un pasaje oscuro de la vida republicana. Intentaron destruir al país y quebrar a la economía venezolana, pero no lo lograron”, dijo el presidente de Videlpa, Andrés Giuseppe.

Las fechas decembrinas son muy especiales para el venezolano y el mundo occidental. El país registra en diciembre la mayor actividad económica, decisiva para muchas empresas, especialmente para las pequeñas y los pequeños y medianos comerciantes.

“Creo que la decisión de que fuera en diciembre no fue ingenua. Muchas personas llegaron a la oficina que teníamos en la Asamblea Nacional para pedir ayuda. Habían pedido préstamos para capital de trabajo, para financiar sus compras y quebraron. Estaban desesperadas. No eran los únicos, muchos trabajadores no recibieron sus pagos de fin de año. Muchas empresas quebraron”, rememoró el economista.

Giussepe consideró que el impacto fue durísimo; la gente pasaba entre siete a ocho horas para surtirse con gasolina. “Tengo documentado el caso de una persona que esperó siete horas para surtirse de gasolina, eran las 10:00 pm y vino un delincuente para asaltarlo y perdió la vida. Recuerdo que muchos optaban por jugar dominó en las colas. Hay escenas de televisión en las que se puede apreciar a la gente con improvisadas mesitas echando la partida. Un amigo le dio el feliz año al bombero de la estación de servicio”.

Fue un juego muy duro que al estamento político de la oposición se le escapó de las manos y cayó en manos de unos aventureros radicales sin escrúpulos. Mas el pueblo resistió. No hubo la conmoción social que esperaban. “Lo que me duele es que todos esos farsantes siguen en el juego político, como si no hubiera pasado nada”.

T/ Manuel López
F/ Luis Franco