Por Hildegard Rondón de Sansó| “La masa no da pa’ bollo” (Opinión)

De pronto me encontré utilizando la típica frase popular venezolana que nos sirve de título, hoy en día casi excluida del vocabulario por su natural obsolescencia. Justamente, la utilicé sin que la hubiera oído en mucho tiempo, y me llamó la atención ante todo, su especificidad y, asimismo, lo acertado de su significado.

Quienes no están familiarizados con el lenguaje menos refinado de las actividades domésticas quizás no pueden entender la expresión en todo su alcance, sin que medie una explicación del por qué “la masa no puede destinarse a determinado fin”.

Para poder entenderla tienen que saber que la “masa” es el carbohidrato que deriva del maíz procesado, más utilizado en la cocina criolla, ya que es la esencia de la “arepa” que constituye el pan nuestro de cada día. Unido a la arepa están los demás derivados, tales como: las hallaquitas de los distintos sabores (chicharrón, de maíz fresco o jojoto y la “aliñada”).

Ya tenemos aislado entonces el concepto de la masa, por lo cual lo que nos resta es determinar las razones por las cuales la masa no daría para hacer bollos.

La expresión está íntimamente vinculada obviamente a la culinaria venezolana, en la cual los platos principales que se elaboran utilizando la masa aprovechan lo que queda de este elemento aún cuando se hayan agotado los restantes ingredientes del plato principal.

Así en el caso de las hallacas: el primer material que se prepara es la masa, la cual se condimenta y arregla para su fin específico que es el servir de base y cobertura del relleno. Generalmente, todo lo que va dentro de la hallaca, esto es, los condimentos y los llamados “adornos” dentro de los cuales está el jamón, las pasas, las aceitunas, se consumen rápidamente y la masa restante se destina entonces para hacer los llamados “bollos” que se elaboran con lo poco que quede del guiso y de los adornos que, cortados en forma muy menuda, se incorporan a la base antes aludida; son envueltos en la hoja de plátano que le sirve de cobertura, debidamente amarrada con varias vueltas de pabilo.

Es decir, que habrá bollos en la medida en que sobre parte de la masa destinada a las hallacas.

Con la explicación que antecede queda claro el sentido específico de la frase de “la masa no da pa’ bollo”. Ahora bien, el sentido genérico de la expresión alude a las condiciones bajo las cuales se pueden realizar ciertas actividades y recibir prebendas.

Hay ventajas que solo proceden una vez agotada la necesidad de cosas más importantes o, lo que es lo mismo, es necesario que sobren recursos derivados de actuaciones importantes para que puedan satisfacerse otros de menor trascendencia.

Es indudable que el criterio de “la masa no da pa’ bollo” es un principio lógico-matemático, rector de casi todas las situaciones en las cuales debe existir un reparto equitativo de bienes destinados a cubrir necesidades.

Es un principio general, por cuanto dichas necesidades se clasifican siempre en las esenciales, primarias o fundamentales y las accesorias, secundarias y subsidiarias. El orden de satisfacción de tales necesidades está en la satisfacción prioritaria de las más importantes y, supletoriamente, en caso de que hubiesen suficientes recursos, se iría a la atención de las de menor rango.

Decíamos que este es un principio rector de la política organizativa tanto de los entes colectivos como de los particulares. La regla es que solo se atiende a lo superfluo cuando ha sido satisfecho el interés primordial.

La expresión que hemos analizado forma parte así de la sabia cultura popular que está consignando una regla de productividad, de distribución y de equidad que recuerda que solo se atiende a lo superfluo cuando sobran recursos en la satisfacción de lo principal.

Lamentablemente hoy los administradores que no conocen la regla y su significado, actúan a la inversa y agotan los recursos en lo menos importante y lo que queda para lo esencial es poco o irrelevante.

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