Por Hildegard Rondón de Sansó|“XXX con 99” (Opinión)

El presente título no es una fórmula secreta sino que, claramente, indica que estamos hablando de los precios de los productos que se expenden en abastos y en supermercados y se promocionan en los medios. En su totalidad, los precios no se presentan nunca con una cifra entera, sino que, a la cantidad que figura en números grandes, le sigue un pequeño aditamento de “….con 99”. Así, el objeto de la venta que se ofrece en los números grandes, como podría ser la suma de 99 bolívares, realmente cuesta 100, por cuanto la diferencia entre lo señalado y lo que va a ser pagado es de un céntimo y ¿quién puede reivindicar un céntimo? Igual argumento cabe con los restantes decimales por encima de 50%.

Cabe preguntarse ¿por qué y a favor de qué no se determina el precio en su totalidad números enteros? La diferencia es solo, como señalamos, de un céntimo, suma inexistente como entidad material; pero he aquí el truco mercantil, el “busilibus”, que es decirle al futuro adquirente que está comprando por debajo del valor real y hacerlo sentir con ello que es un gran comprador.

La cuestión está en que ya el 99,99 no pertenece a la entidad económica, al grupo comercial que opera en el gran mercado, sino que se ha hecho universal. Así, el 15,99; el 99,99; el 299,99, son patrimonio comercial de la humanidad y así deberían declararlo las Cámaras de Comercio de cada región y la Organización Mundial de Comercio.

Se trata de satisfacer ante todo la codicia del vendedor; de encontrar un medio de incitar a la compra del producto; pero asimismo, de la falaz “viveza” del adquirente que, al ver el precio de la mercancía por debajo del valor esperado (la cifra redonda) considera que mal que bien está adquiriendo una ganga.

Estamos en una situación análoga a los sentimientos habituales del hombre frente a sus emociones. El hombre no es sincero ante lo que desea, sino que disfraza siempre sus reales objetivos, con motivaciones extrañas a los mismos. Ejemplo clásico es el político que no dirá nunca las verdaderas razones que lo llevan a permanecer en el poder, sino que las encubrirá con idealismos falsos. En este mismo orden de ideas está la educación de los hijos, que se orienta hacia objetivos que no son los realmente declarados, porque esa educación modelo que se le está dando a la prole es solo una forma de renegar de los limitados recursos que se emplearon en la que nos fue otorgada. Siempre los reales motivos están encubiertos por la tupida enredadera de los artificialmente creados.

Los comerciantes ya dejaron de considerar la necesidad de una motivación en sus precios y todos buscan en alguna forma incitar en error al comprador, al considerar que el precio real es la suma grande que se destaca, cuando en realidad lo que encubre es la cantidad superior que se pretende.

Una demostración de la tesis expuesta, sería lograr “en broma” eliminar la colocación de la suma decimal. La respuesta de los vendedores en general va a ser escandalosamente contraria, en un indignado rechazo de la medida que, si se observa con objetividad, es solo la exigencia que recae sobre una suma en apariencia insignificante.

Lo importante es la existencia de la reacción de los “afectados” cuando en realidad se trata de una modesta diferencia que, a los ojos de los analistas económicos no es así, porque a la larga, muchos céntimos rechazados conforman una cifra que, en porciones elevadas, puede llegar a tener un significado valioso. Al ser privados del decimal lo que se estaría es privando al vendedor del placer del pequeño fraude, tan pequeño, tan pequeño…que no merecería reclamación alguna.

sansohildegard@hotmail.com
Caracas