Por Fernando Buen Abad|1° de Mayo, trabajo y comunicación (Opinión)

“Primero surgió el Trabajo; después de él y enseguida a la par con él el lenguaje”.

(F. Engels)

Algo anda mal si no aparece el trabajo, es decir su historia, desarrollo, calamidades y magnificencias teóricas y prácticas, como premisa, marco u objetivo, implícito o explícito de los estudios sobre comunicación y sus medios.

A esta “Filosofía de la Comunicación” le interesa construirse dialécticamente, sobre la realidad del trabajo con sus complejidades y contradicciones vigentes.

Comprender, incluso, sus definiciones más abstractas, idealizadas o fetichizadas y contrastarlas con lo concreto, manual e intelectual, de una práctica social, energía humana que se materializa en productos para el estómago o para el espíritu.

Trabajo real que incluye ideas y actos, trabajo real que es historia, tiempo y relaciones de producción muy diversas. Trabajo objetivo, sin omitir sus contradicciones y calamidades, debates y conquistas, dolores y poesía.

Si algo anda mal cuando se omite el trabajo como premisa mayor en investigaciones sobre comunicación andarán mal, acaso, las deducciones o conclusiones por seductoras o novedosas que parezcan.

Según esta “Filosofía de la Comunicación” es necesario que el trabajo sea objeto y objetivo, patente o tácito, de la producción teórica y práctica científica para caracterizar, con toda precisión, el estado objetivo que guarda el trabajo, hoy, sometido a las determinaciones históricas y contradictorias de clase que han hecho de él no la posibilidad de riqueza material y espiritual para las sociedades sino la peor calamidad infligida a los seres humanos por la lógica de la explotación.

(Tomado de mi libro Filosofía de la Comunicación)
BuenAbad@gmail.com

Bueno es obvio q estamos trabajando para jorobar el producto del trabajo de los demás compatriotas, y no para producir algo concreto que no sea dinero, cuando especulamos con el precio de un producto no producido por nosotros. Lo lógico sería que quien produce ponga precio final a su producto sobre la base de los costos de producción y un margen justo de ganancia y que la comercialización del producto sea una constante en cada territorio justamente establecido por el estado, o sea, precio justo al consumidor. Debe romperse la lógica nefasta de que si yo tengo el producto lo puedo ofrecer al precio que me de la gana. Eso es delito y debe ser castigado con expropiación y trabajo comunitario. Pero para ello debe pensarse también en castigar aunque fuese ética y moralmente a quienes pagan el producto por encima de lo convenido sin denunciar al especulador como cómplices de la guerra económica y/ó, premiarlo con la asignación de un porcentaje de lo expropiado al especulador denunciado.