Por Pablo fernández B.|2016: año de desafíos (Opinión)

A las puertas de un nuevo año, nos convoca el desafío colectivo de pensar, acordar y concretar alternativas que nos permitan superar la suerte de atasco que se ha impuesto en el tránsito hacia una democracia socialista genuina, nacida de la creación originaria del pueblo venezolano y direccionada históricamente por las premisas legadas por el Comandante Hugo Chávez.

Los tropiezos de envergadura sufridos en el año que culmina nos exigen asumir una actitud de profunda humildad y autocrítica revolucionaria, no para flagelarnos destructivamente entre nosotros, sino para abrir las puertas y las ventanas a las voces y las manos laboriosas que tienen mucho que proponer y aportar en esta nueva fase que estamos obligados a asumir.

2015 será recordado entre otras cosas como el año de la lucha contra la guerra y el golpe continuado económico que, pese a todos los genuinos esfuerzos, no logramos superar exitosamente. También como el año del primer “quiebre simbólico”, en el cual las mayorías populares que se han sentido identificadas con el proyecto que propugna el chavismo desde 1999, se distanciaron de las estructuras de dirigencia para marcar una perspectiva crítica a la direccionalidad de la Revolución Bolivariana, exigiendo un redireccionamiento imprescindible, urgente, innegociable y de alto impacto en la calidad y eficiencia de la gestión pública, en la lucha frontal contra la corrupción en todas sus formas y niveles, en la readecuación estratégico de las estructuras partidistas para que vuelvan a estar al servicio de la gente y no a servirse de ella electoralmente. En definitiva el año en que las masas populares nos convocaron a reconstruir la conexión entre los sentires y requerimientos del Pueblo y las estructuras institucionales que deben estar prestas a escucharles y sobre todo responderles oportunamente, pero sin perpetuar el vicio cultural del paternalismo rentista que, a la larga, termina siendo germen autodestructivo del proyecto revolucionario.

El tropiezo electoral del 2015 no debe leerse inadecuadamente en ninguno de los bandos en pugna. El Pueblo sigue creyendo en la posibilidad de construir un país diferente, no por la vía del “cambio” engolosinado que nos pretende vender la godarria neoliberal y sus lacayos de siempre, sino por la senda de la inclusión efectiva. Pero ello requiere reconquistar la confianza y retomar la senda originaria para que así sea. Esa es sin duda nuestra mayor tarea en el complejo 2016 que se aproxima.