Por Ileana Ruiz|2016 (Opinión)

Con su ruma de historias que le heredaron los viejos años que le han precedido, ya está aquí el jamás suficientemente bien ponderado 2016.

La mayoría de la gente se dedica a las fórmulas socialmente construidas ya que ¿para qué esforzarse mucho si otras personas pensaron por usted y ponen en su lengua las palabras mágicas que provocarán la sonrisa plana, el apretón lánguido de manos, el abrazo desafectado o la palmada en la espalda hecha bien a propósito como para sacar de un fuerte eructo los últimos gases que dejara el pasado que se despide? ¡Feliz Año Nuevo! ¡Qué el 2016 te traiga muchas felicidades! ¡Mis mejores deseos…! Francamente, comparto el criterio de mi nieto: ¡qué aburrido!

Estas expresiones están bien para mensajear en forma genérica más no dicen nada de quien las pronuncia ni suscitan ninguna emoción en quien las recibe. Es por ello que a ti que lees esta nota, deseo que este 2016 corrija el entuerto de los cuentos, sea un antirefrán y se cuele entre las ranuras de los versos.

Que Juan Peña, el niño con El diente roto, imaginado por Pedro Emilio Coll, no tenga que estar demostrando su sabiduría sino que disfrute lo que le depare la vida siguiendo el rumbo indicado por Miguel Vicente “Pata Caliente” -hijo ilustrísimo de Orlando Araujo- quien con su cajita de limpiabotas se enfrenta al mundo lustrando los sueños de toda la gente. Ojalá que se encuentren en un remanso de armonía los camarones que por haberse quedado dormidos se los llevó la corriente y seamos capaces de apreciar el ver a 100 pajaritos volando en lugar de aprisionar a uno en la mano.

Como canción de Otilio Galíndez, que jamás sean mezquinos los ojos amados que te miren sino que siempre sean estrellitas fugaces, cocuyos que alumbren impidiendo a las sombras nublar tu corazón. Sería lindo que tuvieras una lección de culinaria venezolana con la Abuela de Perucho Aguirre, doñita que no sabía de geometría y, sin embargo, las arepas redonditas le salían y desdeñaba la tabla de dividir porque para ella lo mejor es compartir.

Que cada amanecer encuentres Dos gardenias para ti y salgas con Sancho Panza sirviéndote de escudero; que Pedro Navaja no te aceche por las calles, navegues en el bajel pirata de Espronceda y juegues con La cieguita de Carlos Gardel.

Finalmente, te auguro un año 2016 nuevecito para que lo uses con premeditación y alevosía con la fantasía soplando a tu favor y llevándote de uno a otro confín comunicándote con la dicha plena.

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