Por Jesús Faría| 27-F / 27 años (Opinión)

El Caracazo constituyó la manifestación más clara de la agonía del modelo puntofijista. Desde la perspectiva económica, social, política, ética y cultural se verificaron brutalmente sus limitaciones estructurales.

La terrible crisis económica fue abordada con las inhumanas fórmulas neoliberales. El experimento de libre mercado y saqueo transnacional exacerbaron la crisis a su máxima expresión.

El sistema político bipartidista colapsó, agotado en su incapacidad de administrar protestas y escandalosas injusticias con los pellejos sobrantes del banquete petrolero de las élites.

El régimen puntofijista perdió el respaldo de la población en medio de una decadente crisis moral alimentada por una creciente corrupción e indolencia.

La protesta popular no se hizo esperar, ante lo cual el régimen burgués apeló a la brutal represión, su instrumento clásico para aplastar los conflictos que ponen en peligro al sistema mismo.

La fuerza popular, sin programa ni organización, no pudo ponerle fin a la tragedia que vivía la patria.

El saldo del proceso social activado por el 27/F fue la creciente ingobernabilidad política, una galopante depauperación social y una crisis económica sin parangón en nuestra historia. Eso marcó a nuestro país a lo largo de toda una década.

A 27 años de aquellos dramáticos sucesos, se presenta con absoluta claridad que la derecha venezolana al frente del país generaría una tragedia con sus propósitos neoliberales y de entrega de nuestra soberanía nacional.

Ante la crisis económica, solo el chavismo está en capacidad de garantizar gobernabilidad, bienestar y paz. La lucha por el poder político y su desenlace tendrán repercusiones gigantescas para el futuro del país.

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