Mujeres y Educación en Venezuela, logros con tareas pendientes

TEMÁTICA

POR: LA ARAÑA FEMINISTA

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No quisiera que pensaran que en Venezuela no hemos avanzado en la incorporación de la mujer a la educación y en particular a las universidades, ni que estamos todavía en los tiempos en que Hipatia de Alejandría murió lapidada por atreverse a enseñar filosofía en el androcéntrico del mundo griego. No existen tampoco reglamentos que limiten a las mujeres al estudio como el de la Universidad de Bolonia (1377) que señalaba expresamente que la mujer por ser “…la razón primera del pecado, el arma del demonio, la causa de la expulsión del hombre del paraíso…prohibimos expresamente que alguien se permita introducir alguna mujer, sea cual fuere ésta, incluso la más honrada, en dicha universidad…”. Desde entonces la realidad educativa de las mujeres ha cambiado y ha sido gracias a sus luchas por el derecho a la educación.

No podemos negar que la situación educativa de las mujeres venezolanas mejoró apreciablemente en las últimas décadas tanto en términos generales como en relación a los varones y pareciera que se rompe, en cierta medida, con las exclusiones, desigualdades y discriminaciones, pues siempre se ha creído que la educación formal (los títulos) tienden a prepararnos para asumir roles fuera del hogar.

Aquí valdría la pena preguntarse ¿para cuáles roles? ¿en cuáles profesiones? ¿en cuáles carreras?, ¿en cuáles ramas economía? ¿en cuáles ocupaciones? Si nos atenemos a las cifras solamente, pareciera que todas las barreras han ido desapareciendo, que los roles sociales y las representaciones colectivas sobre las mujeres han cambiado sustancialmente. Pero en realidad, el balance de los espacios conquistados (laborales, políticos, etc.), gracias la educación formal nos hablan que existen realidades socioculturales presentes que deben abordase mas allá de las cifras alentadoras.

Las mujeres venezolanas hemos mantenido por décadas avances constantes en la educación formal, las cifras disponibles hablan de la mayor prosecución de las niñas y las jóvenes en general frente a los varones de su misma edad. Conocemos también que hoy en día ostentamos un mayor número de años de escolaridad universitaria con respecto a los varones. A lo anterior hay que agregar los logros de las Misiones educativas (Robinson, Rivas y Sucre) que ha incorporado a un contingente de mujeres que en el siglo pasado fueron excluidas del sistema educativo.

No obstante cuando revisamos las historias recientes de las carreras y profesiones universitarias se constata la feminización de la matrícula es un hecho y que no malo pues significa que asientos de las aulas de las facultades y escuelas están ocupados por mujeres, solo que la presencia femenina se da en determinadas áreas y especialidades del conocimiento.

Esta realidad se hace común en casi todo el continente incluida Venezuela (un poco mas de 60%). Para nosotras, en los tiempos presentes, la feminización de ciertas carreras es un tema que cobra y cobrará importancia porque mas que una realidad cuantitativa (que también lo es) es una realidad sociocultural que supera las cifras.

Desde esta tribuna las y los invitamos a debatir si ¿la presencia mayoritaria de mujeres tanto como estudiantes como profesionales ha dislocado o ha trastocado las creencias y prejuicios sobre los papeles socioculturales asignados y que presuponen cualidades innatas sobre las mujeres (y los hombres) no cuestionadas por la educación incluida la universitaria?

Igualmente es importante preguntar/preguntarnos ¿Por qué no se feminizan ciertas carreras cómo las ingenierías eléctrica, materiales, civil, petrolera, minera, veterinaria, agronomía?

Algunos dirían, mujeres y hombres tenemos las mismas “oportunidades” a la hora de elegir la carrera universitaria que queremos cursar. Sin embargo, desde acá decimos que no tenemos las mismas condiciones de partida porque todavía al día de hoy se mantienen ciertas tendencias a concebir a algunas carreras como masculinas y a otras como femeninas y estas ideas estereotipadas se siguen repitiendo.

La fuerza de los estereotipos sexistas (machistas) siguen manifestándose y han sido una de las limitantes de la profesionalización y trabajo femenino en otras especialidades, condicionando la baja autoestima y la “reticencia” femenina aprendida en su proceso de socialización que comienza en la familia, lo repiten los medios y continua en todos los niveles educativos respecto a las opciones científico-técnicas básicas que se asocian más con lo masculino.

No podemos conformarnos con avances cuantitativos solamente: hay que replantearse los contenidos de los currículos para superar esta tendencia que prepara, en general, a las mujeres para realizar mejor las tareas tradicionales, a los empleos típicamente femeninos.

Por ello las mujeres estamos exigiendo en tiempos de Constituyente que “…el Estado garantice que las y los venezolanos reciban una educación no sexista, sin estereotipos ni elementos de discriminación por razones de género, raza y condición social, a lo largo de todas las etapas y modalidades de la educación, desde la educación inicial hasta la educación universitaria”.

T/ Carmen Teresa García R.
(Movimiento Mujeres de Mérida)
I/Edgar Vargas