De inasistencias y justificaciones vacías

Los intentos de horadar la capacidad del Estado para defenderse y defender los altos intereses del pueblo llevan a la mezcla de gimnasias con magnesias, y a caer en la jugada del enemigo, sea en el discurso o en la acción.

La oposición, mandatada por Washington, optó por al menos ponerle una pausa a su participación en el diálogo de República Dominicana, buscando cualquier tipo de subterfugio justificador.

El suceso de la neutralización de apenas una célula que procuraba generar mayor zozobra al pueblo venezolano se erigió en una excusa solo creíble a los ojos de los nada “facilitadores” del proceso de negociación y eventuales acuerdos, así como los enconados negadores de la existencia del chavismo, que tienen como deporte ver transiciones donde no las hay, para ganarse adeptos y favores.

El peligro de escoger semejante excusa trasciende el hecho del suceso, suficiente explicado por las autoridades. Pretende tolerar y dejar entronizar el terrorismo y la violencia como fórmulas no precisamente para hacerse del poder sino para favorecer la opción de conversión de Venezuela, y en proyección América Latina, de un Medio Oriente con las consecuencias que esto trae.

Un Estado, el que sea y con la línea ideológica que lo sustente, no se puede dar el lujo de tolerar bajo ningún concepto y circunstancia acciones de terror contra el pueblo, que legitima un sistema político determinado para proteger su vida como el elemento mas sagrado de la sociedad.

Quienes ayer afirmaban que el Estado no debe ni contener las acciones de violencia fascista como las que vivimos en 2014 y 2017 —con base en una extraña interpretación de las garantías y derechos humanos que socavan los medios de defensa naturales de un Estado Nación y sus instituciones– hoy vuelven por sus fueros para la conversión de los sembradores de terror en “héroes” y la creación de masa crítica que eviten la suscripción de un acuerdo entre Gobierno y oposición que, a su vez, coadyuve una nueva arremetida de violencia, Made in USA, contra la República Bolivariana de Venezuela.

En este contexto, resulta bastante tonto o ingenuo quedarse en la narrativa de un suceso o una secuencia de sucesos. Hay factores de mucho dinero y poder que pretenden retrotraernos nuevamente a los escenarios de violencia y muerte para facilitar una intervención nada humanitaria con los relatos de “Estado fallido” y “dictadura! bajo la lengua.

La relativa paz obtenida por el pueblo venezolano en 2017 está en juego, y el condicionante que ella lleva para estabilizar la cotidianidad de nuestros ciudadanos también, por ejemplo en el campo de la economía. Una República si pretende sostenerse debe asumir con toda fuerza su defensa, sin relatos ni explicaciones que no sean garantizar la paz y estabilidad y nuestra sostenibilidad como Estado Nacional hoy amenazada por varios frentes.

El juego del enemigo es arrastrar a América Latina hacia el oscurantismo de las guerras civiles y los Estados de cartón. Hay que ir al fondo del asunto y no quedarnos en explicaciones individuales y vacías que hagan agenda a quienes quieren desviar la verdadera intención, que no es otra que facilitar la erosión del Estado para robarnos nuestros valiosos recursos.

De esto no se salvaría ningún país del continente, siendo sus gobiernos aliados o enemigos. Ya dejamos hacer rato de ser inocentes o tontos.

walter1982@gmail.com
Caracas
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