Domingo Álvarez: pionero de la museografía contemporánea en Venezuela

El pasado 6 de octubre se cumplieron 82 años del natalicio del arquitecto y artista plástico Domingo Álvarez, pionero en nuestro país de la museografía contemporánea y merecedor en 2012 del Premio Nacional de Cultura mención Arquitectura, quien falleció en diciembre del año pasado.

Álvarez, llamado por sus allegados y amigos con el apodo de “El Flaco”, realizó numerosos e invaluables aportes a nuestro país, no solamente en el ámbito de la arquitectura, sino además como artista plástico y especialmente con su perspectiva visionaria sobre los conceptos implícitos en la museografía como disciplina encargada de potenciar los discursos plásticos para conseguir una mayor conexión con el público.

Por razones que no vienen al caso, en el año 2012, en ocasión de su reconocimiento con el Premio Nacional de Cultura, se nos quedó en el tintero una extensa y agradable conversación con Domingo Álvarez que ahora sirve como merecido homenaje desde el Correo del Orinoco, en este mes de su natalicio.

En aquel entonces Álvarez recibió la noticia del premio otorgado por el ministerio de Cultura como una verdadera sorpresa. “Nunca creí que fuera posible (que le asignaran el lauro) por la diversidad de aspectos que yo he trabajado en la arquitectura. Yo no me he dedicado nada más a hacer casas y edificios”, explicó.

JUNTO A VILLANUEVA

El también artista plástico egreso de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la UCV, en 1959. El tutor de su tesis de grado fue nada menos que Carlos Raúl Villanueva. Fue becario para estudiar Diseño Urbano en Venecia, a su regreso a Caracas tenía que pagar con enseñanza el doble de años que estuvo en Italia, pero en lugar de cuatro años dedicó 20 a la docencia, 13 de los cuales los desarrolló en la cátedra de Composición en el taller Carlos Raúl Villanueva.

“De él (de Villanueva) me impresionaba su silencio, silencio de sabiduría. No era un hombre de alharacas y tenía una cultura infinita. Su pasión por el arte me marcó muchísimo. Creo que era una persona extraordinaria, un tipo excepcional. Era muy formal siempre de flux y corbata”, recordó el Premio Nacional de Cultura.

EL FIN DEL ESPACIO

Como artista plástico, Domingo Álvarez se destacó, principalmente, por su trabajo configurado a partir de una investigación en torno al espacio, el vacío y el infinito. A diferencia de artistas como Jesús Soto, para quienes el espacio era “una realidad dada”, El Flaco tenía las pretensiones de manipularlo (el espacio), torcerlo, modificarlo e incluso suprimirlo. Para conseguirlo se valió del espejo como un recurso capaz de crear en el espectador esa sensación de infinito y así problematizar el espacio como todo y como nada al mismo tiempo.

De allí surgió su Gramática del espacio, consistente en una serie de cubos a los que el espectador podría entrar para encontrarse con una suerte de cámara completamente cubierta de espejos, esto combinado con un corredor de espacios mutables.

Esta obra se exhibió en 20 universidades de Estados Unidos, incluyendo el prestigioso Instituto Tecnológico de California, estuvo dos veces en Basilea, Suiza, y también se expuso en París. Esta serie, que fue donada al MBA (Museo de Bellas Artes), se deterioró hasta quedar insalvable, lamentó el autor.

LA OBRA MAESTRA ES PARA LOS NIÑOS

Si bien Domingo Álvarez se forjó una amplia y destacada trayectoria como arquitecto, el trabajo considerado por muchos como su obra maestra es el Museo de los Niños. “Esa es una de las cosas que más me llenan de orgullo. Es un trabajo extraordinario al que dediqué 10 años de mi vida. A eso no hay gobierno que le haya dado un reconocimiento, nadie, ni los mismos copeyanos. Eso nunca ha recibido ni subvención, ni ayuda, ni nada. Y la única satisfacción que tengo, de verdad, es que toda la gente de esa generación (que eran niños cuando se inauguró el museo) cuando saben que fui yo el arquitecto se sorprenden y agradecen, porque se lo disfrutaron”, contó Álvarez.

Para el arquitecto, el Museo de los Niños se trasformó en una especie de institución subversiva. “Ahí los muchachos veían, por ejemplo, un modelo a escala natural de una mujer”, que mostraba todas las artes el cuerpo, incluso por dentro, “asisten a un parto y todas esas cosas y cuando regresaban a la escuela y la maestra, con una tiza, quería hacerles la misma explicación los carajitos se reían”, narró el artista.

GENIO DETRÁS DE LOS GENIOS

A pesar de todos estos roles, a Domingo Álvarez se le iluminaba especialmente el rostro cuando hablaba de su labor como curador y museógrafo. En esta materia tuvo la suerte de hacer la curaduría y montaje, entre muchísimas otras, de la exposición de Alejandro Otero que representó a nuestro país en en la Bienal de Venecia de 1982.

Para ese momento, rememoró Álvarez, el arquitecto de la bienal fue su mejor compañero cuando estudió en esa ciudad italiana 30 años antes. “Flaco, haz lo que quieras donde quieras”, supuestamente le dijo Constantino, el arquitecto italiano. Así fue como el curador y museógrafo logró colocar el Abra solar que hoy está en Plaza Venezuela, al final de la Riva degli Schiavoni, de manera que todo el mundo debía pasar por debajo de la escultura venezolana para visitar la bienal y, además, en la vista de salida, una vista panorámica de la ciudad quedaba cobijada por la monumental pieza.

El Abra solar quedó registrada en las primeras planas de los periódicos italianos que reseñaban la prestigiosa bienal. No obstante, la propuesta venezolana no fue premiada, “porque todas esas bienales tienen los premios acomodados, eso es algo arreglado ya intencionalmente”, consideró Álvarez.

El arquitecto también estuvo detrás de la muestra que presentó, Cornelis Zitman, en representación de Venezuela, durante en la Bienal de São Paulo de 1987. En esa oportunidad Álvarez descartó los espacios convencionales destinados a mostrar las obras participantes y solicitó un área circular de unos 50 metros que llenó de arena y convirtió en una plazoleta donde dispuso luego las esculturas de Zitman, quien además fue su maestro en la FAU de la UCV.

Las cajas de embalaje de las piezas las empleó para insinuar las casitas de una favela y sobre ellas algunas de las esculturas. “Hice una escenografía y eso fue un show del carajo. Cuando abrió la bienal los periódicos tenían en la primeras páginas la exposición de Venezuela”, recordó Álvarez.

Con la muerte de Domingo Álvarez ocurrida el 28 de diciembre de 2018 se perdió una buena parte de la historia viva, desde la segunda mitad del siglo XX en las artes plásticas en nuestro país.

T/ Luis Jesús González Cova
F/ Archivo CO
Caracas