El cine venezolano se viste de negro con la comedia Yo, mi ex y sus secuestradores

La ópera prima de Javiera Fombona plantea una crítica a la violencia de distintos orígenes y colores en tono de humor punzante. El filme obtuvo el reconocimiento del público durante un festival internacional en México

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Luego de esperar más de un año para llegar a las salas del país, hoy viernes 6 de diciembre se estrena en los circuitos comerciales venezolanos Yo, mi ex y sus secuestradores, primer largometraje de ficción de la realizadora venezolana Javiera Fombona, autora del guión. El filme obtuvo el más codiciado de los reconocimientos, el del público, en el Queer Film Festival de Playa del Carmen 2019, en México, distinción que le asegura proyecciones en las ciudades de Guadalajara, México DF y Monterrey, programadas para el primer trimestre de 2020. Además de este privilegio, el galardón abre la posibilidad de que esta producción venezolana consiga acuerdos de distribución en la nación norteamericana.

Yo, mi ex y sus secuestradores es una comedia negra que en realidad toma otros colores, como marrón, por ejemplo, para mostrar una violencia exagerada, cercana a la caricatura, en combinación con imágenes escatológicas que puestas en situaciones a veces rocambolescas buscan impresionar al espectador con el objetivo de provocar la risa, quizás mezclada con otras respuestas biológicas.

ENREDOS E IRONÍA

En la historia de Yo, mi ex y sus secuestradores intervienen Carlota, una joven interpretada por Graziella Mazzone, criada por unos exigentes abuelos que hacen de ella una competitiva, perfeccionista y exigente arquitecta, y Bárbara, una vegetariana encarnada por Natalia Román, activista por los derechos de los animales y pareja de la primera.

Carlota está concentrada en un nuevo proyecto que se presenta como competencia para ascender en su trabajo, pero una perra sarnosa, rescatada de la calle por Bárbara, destruye la maqueta. La arquitecta decide terminar la relación y bota a Bárbara de la casa, quien inmediatamente es secuestrada por los hermanos Juan (Claudio de la Torre) y Pedro (Alexander Rivera) de irónico apellido Buenos Santos, junto a Cristina (Sheila Monterola), pareja de Juan y amante de Pedro.

“Mientras Bárbara evita ser cortada en pedacitos por sus secuestradores, Carlota debe aprender a reajustar sus prioridades y enfrentar sus temores para poder así salvar a la mujer que ama”, dice la sinopsis.

INFLUENCIAS

En el filme hay evidentes influencias confesadas incluso por la propia directora, por supuesto expuestas con un estilo propio, pero sin pudor de imitar de manera obvia para darle una carga más irreal a fin de evitar las perturbaciones por parte del público. La abundancia de sangre que remarca la violencia es una clara alusión al lenguaje de Quentin Tarantino, mientras que la simetría en los planos para trasmitir más claramente la neurosis de Carlota es tomada de Wes Anderson. Por otra parte, Fombona combina una serie de elementos como la acidez, la ironía y el surrealismo, propios de las obras de Guy Ritchie.

La dificultad en la butaca, quizás, es ubicarse en contexto y aceptar las reglas narrativas del filme que, es bueno remarcar, no busca el realismo, sino la exageración cercana a los márgenes de la verosimilitud. Una vez aceptadas las reglas del juego y con suficiente estómago para contener la provocación de algunas escenas, es posible dejarse atrapar por la intencionalidad del filme como elemento de entretenimiento y como obra de expresión artística.

AL BORDE DE LA SILLA Y CON GANAS DE CERRAR LOS OJOS

Como describió una de las jurados en el concurso mexicano donde el filme venezolano ganó el premio del público, la historia de Javiera Fombona “nos tuvo al borde de la silla durante toda la película, aunque a veces queríamos cerrar los ojos”, citó la propia directora durante la presentación a la prensa de su ópera prima.

“Hay mucha sangre, pero no se siente que sea una violencia realista, que pueda afectar realmente la sensibilidad del público”, admitió la autora al Correo del Orinoco, cuando el filme apenas estaba completando la etapa de posproducción.

En este orden de ideas, la intencionalidad de la propuesta de Fombona es hacer una crítica, desde el humor oscuro y punzante, sobre la violencia en sus diversas manifestaciones como la violencia contra los animales, la violencia familiar, pero no en el plano físico sino sicológico, esa forma de agresión solapada, generalmente proveniente de las figuras parentales “que quizás sea la peor, porque es la que forma a individuos más violentos y retorcidos”, consideró la directora.

De tal manera que la crítica no está contenida solo en violencia desmedida de los hermanos Dos Santos, sino además en una tal vez más descarnada y brutal expuesta en las alucinaciones de Carlota.

DESECHAR ESTEREOTIPOS

Por otra arte, en esta historia el grupo de secuestradores se escapa de los estereotipos convencionales. Estos usan como irónica fachada una pastelería que es además un negocio familiar. Para Juan lo más importante es la familia y, contradictoriamente, es muy violento. Pedro es pastelero de vocación y aunque quiere salirse del mundo del crimen es un asesino de sangre muy fría. Y aunque es tímido y aparentemente poco afortunado con las mujeres se acuesta con Cristina, la novia de su hermano, más por iniciativa de ella que de él.

En el caso de Cristina, se perfila como una mujer empoderada que manipula y controla a ambos hermanos, no obstante, si bien se defiende de sus agresiones, es víctima de la violencia de Juan.

Y sobre toda esa violencia, esta la psicológica parental asociada al personaje de Carlota, cuya agresividad proviene de su necesidad de complacer a sus abuelos, así como el origen de la violencia de Juan es la necesidad de complacer a su tío Pablo.

Yo, mi ex y sus secuestradores estará, a partir de hoy, en salas de las principales ciudades del país.

T/ Luis Jesús González Cova
F/ Cortesía Prensa Blancica
Caracas