Jordan por poco batea en Venezuela

En 1994, la “tribu” estuvo conversando con Medias Blancas para traerlo

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Si existiera en la televisión venezolana actual un programa de concursos deportivo tipo El Batazo de la Suerte, del siempre recodado Musiú Lacavalerie, por ejemplo, y en una ronda de preguntas de verdadero o falso la interrogante fuera ¿Michael Jordan estuvo cerca de jugar en la pelota profesional venezolana?, seguramente muchos contestarían que no. Pero tan asombrosa como increíble posibilidad casi llegó a concretarse antes de la temporada 1994-1995 de la pelota criolla, según relatan Eduardo Acosta y Tony Mérola de prensa Caribes de Anzoátegui

«Air», que hace 26 años se encontraba con el Birmingham Barons, sucursal AA de Medias Blancas de Chicago, estaba siendo pretendido por un equipo que para ese entonces apenas iba para su cuarta campaña en el circuito local: el entonces Caribes de Oriente.

Pablo Ruggeri, otrora directivo de la organización anzoatiguense, recordó la increíble empresa que intentó por la novena oriental, a mediados de 1994, cuando viajó a la ciudad de Birmingham, Alabama.

Caribes tenía relación directa con Medias Blancas de Chicago en sus primeros años en el beisbol rentado venezolano, que le permitió traer al país prospectos de sus granjas, como Ron Coomer, James Baldwin, Don Wakamatsu y John Hudek, entre otros. Todos a la postre bigleaguers, por tal motivo fue posible esa cercanía que enlazó a Jordan con la pelota criolla, específicamente con el equipo con sede en el estadio Alfonso Chico Carrasquel de Puerto La Cruz.

«Claro que hicimos la diligencia, claro que preguntamos por él. Lo vimos jugar al día siguiente de llegar, pues había caído un fuerte aguacero la noche anterior. Corría muy bien las bases, pero su contacto no era muy bueno. Era fuerte en algunas ocasiones, se notaba el trabajo que estaba haciendo para batear bien, pero no era muy bueno para ser sincero. En la defensa se esforzaba mucho, a veces medio palidecía para capturar los flys, pero no lo hacía nada mal como jardinero», comentó el exdirectivo Ruggeri.

CENA CON MICHAEL

Luego de haberlo visto jugar, Ruggeri se reunió con Terry Francona, quien era el mánager de los Barons en aquel entonces y, además, había trabajado con Caribes en esa misma función en la zafra 1992-1993. El reporte del hoy estratega de Indios de Cleveland y campeón con Medias Rojas de Boston no era del todo alentador, sin embargo se trataba de Jordan, una estrella archiconocida en el mundo entero, y su mera presencia en casa del Birmingham garantizaba lleno total en cada juego celebrado en el Hoover Metropolitan Stadium.

Por supuesto que era un dato que al hoy retirado directivo le interesaba sobremanera: “¿Te imaginas a Jordan en Puerto La Cruz? ¡Eso hubiese sido buenísimo! (risas). Tener al más grande deportista de todos los tiempos habría sido todo un honor, algo grandioso, ni hablar de la taquilla que hubiese generado, pero, lamentablemente, sus números no eran muy buenos. (Terry) Francona fue bastante enfático en ese aspecto”.

“Además, tampoco Medias Blancas mostró interés para motivarnos a que jugara con nosotros, aunque nos habían mencionado previamente que para traerlo a Venezuela había ciertas exigencias, como la garantía de llevar cinco guardaespaldas, los cuales costaban cinco veces más de lo que Jordan cobraba. Al final no concretamos nada y nos decidimos por otros importados que rindieron bastante para Caribes en aquella temporada, como Alan Levine, Mike Robertson, Olmedo Sáenz, entre otros”, recordó Ruggeri.

A pesar de no haber logrado tan importante convenio, Ruggeri tuvo la oportunidad de compartir varios momentos con Jordan en su viaje a Birmingham y lo recuerda con especial agrado y satisfacción. Lo único malo fue no haber contado con una cámara que plasmara gráficamente aquél encuentro con «Air», situación que recuerda con jocosidad.

“Lástima que no tuve una cámara o que alguien no la tuvo en ese momento (risas), pero bueno, hablamos largamente con él en una cena, la cual compartimos con Francona, también. Un hombre súper agradable, de fácil conversa, se puede hablar con él de cualquier tema. Hablamos de básquet, considerando que ya estaba apartado de ese deporte, me sorprendió lo mucho que sabía de béisbol, no por lo que estaba viviendo, sino de la pelota en general, se veía que le tenía cariño al beisbol. También era una persona generosa, el compró y le regaló un autobús súper lujoso a los Barons, él viajaba con el equipo en esa unidad, se llevaba bien con todo el mundo, lo querían mucho por allá».

Durante los 127 juegos que disputó «MJ» con el Birmingham solo pudo promediar para .202, producto de 88 inatrapables, entre ellos 21 extrabases, en 493 turnos legales, además, remolcó 51 carreras, se estafó 31 almohadillas y dejó un porcentaje defensivo de .952. La duda quedó para siempre si hubiera dado el salto a las Grandes Ligas, de no haberse concretado la huelga de peloteros en agosto de 1994.

Aunque tras conocer estos hechos existe otra inquietud: ¿cómo le hubiera ido a «Su Majestad» en la pelota venezolana si se hubiera concretado el arreglo con la divisa anzoatiguense?

T/ Redacción CO
F/ Archivo CO
Caracas

No era una olla

El relato de Pablo Ruggeri nos lleva a nuestra época en el desaparecido El Diario de Caracas, cuando escuchamos varias veces en el dogout de los “indígenas”, en sus visitas al coso universitario capitalino, a varios peloteros y técnicos comentar sobre la posible contratación de Jordan para Caribes de Oriente.

Siempre recordaré cuando el exgrandeligas pitcher Luis Aponte, en esa época en cargo gerencial con la tribu, nos dijo que “no era nada descartable. Se está negociando”.

Nuestro jefe de deportes en ese momento, el siempre recordado José Visconti, nos señaló, palabras más, palabras menos y sin titubear: “Eso no lo estás inventado tú… Si te lo dijo un directivo y es el rumor que corre entre la gente de Caribes, escribe esa nota”.

Salió publicada y la competencia, esa que otrora apelaba al denominado “tubazo” (sacar una información antes que otros) nos cayó encima, calificándonos como “monta ollas” o de inventar historias. Cómo ellos no se atrevieron a sacar ese fuerte rumor, descalificaban, como era normal en esos lejanos años noventa del siglo pasado, a quien se atrevía a publicar una nota arriesgada.

Un documental reciente sobre Jordan indica que él no continuó en su empeño de llegar un día a Grandes Ligas, porque se presentó la huelga de peloteros en 1994… Lo meditó bien y el 18 de marzo del año siguiente anunció su vuelta a la NBA en un boletín de prensa de tan solo dos palabras: “I’m back” (he vuelto).

Ahora con las declaraciones de Ruggeri, sabemos que sí se negoció en los entrenamientos de primavera, e inclusive una vez concretada la huelga de peloteros… Y no era nada descartable conversar por Jordan, aunque no le pegara ni a una piñata. Aquí mandaba el factor taquilla. ¿Se imaginan los llenos en todos los estadios del país por esta estrella del baloncesto que deseaba ser grandeligas? Yo pagaría por ver siempre a Jordan, aunque se ponchara hasta cuatro veces en una noche. ¿Usted también lo hubiera hecho?

T/ Eduardo Chapellín