Jericó Montilla: “En esta película me lancé al vacío”

La cinta participa en el Festival de Cine Venezolano 2020

___________________________________________________________

“Se rodó en cuatro semanas, lo que estaba planificado para rodarlo en ocho, creo. Se hizo en tiempo récord, con la entrega de todo el equipo técnico y artístico. Yo pienso que fue gracias a que jamás hubo distancia entre los roles de cada uno, ya que cada integrante era tan importante como el otro y el equipo lo sentía… Hubo una entrega plena, rodajes muy fuertes en altas horas de la noche, sin descanso”, comentó la actriz y directora teatral Jericó Montilla.

Y esta dama está muy contenta porque es la protagonista de Un destello interior, que participa en el Festival de Cine Venezolano 2020, que se realiza vía online. Este largometraje es el tercero de los hermanos Luis y Andrés Rodríguez, quienes tienen un gran currículum a nivel audiovisual, con más de 50 trabajos que incluyen documentales, cortos y largometrajes.

-Primer protagónico. ¿Fue realmente un reto?

-Sí y fue con un personaje con mucha profundidad y complejidad emocional. Efectivamente fue un reto enorme. Cuando leí el guion además de alegrarme me asustó mucho, pues siempre tuve problemas para relacionarme con la palabra, siempre me he relacionado con las experiencias artísticas desde el cuerpo, en la búsqueda de sensaciones y emociones desde las acciones físicas, desde partituras físicas, y pensar que tendría la responsabilidad de la historia en mí me aterró, pero creo que es una oportunidad que había esperado siempre.

-Un buen personaje…

-El tener un personaje como Silvia me conectó con herramientas que tenía gracias a mis maestros, pero que quizá actoralmente no las había puesto en práctica. Fue un reto descifrar el imaginario de los directores, si bien tienen sus ideas claras, son dos personalidades muy distintas y ambos explicaban todo muy diferente y eso generaba confusión. Yo me dediqué a escucharlos, a observarlos y a entenderlos como directores.

-Pero has dirigido en teatro.

-Como me he dedicado durante más de 20 años a dirigir en la tablas, empecé a entenderme con ellos desde ese lenguaje, el ver a través de sus ojos, descifrar sus pensamientos y hacer lo que creí que ellos necesitaban reflejar en la película… Procuré no pensarlo mucho pues es una historia dura, por momentos me veía reflejada en ella. Tengo una hija que en ese tiempo tenía tres años y la historia por momentos me afectó. Luego me arrojaba, me lanzaba al vacío que me proponían los hermanos Rodríguez, confiando plenamente en ellos, pues creo que la confianza entre actriz y director es el primer lazo que debemos tener, confiar en ellos y amar el proyecto tanto como ellos y en este caso, además de eso, les tomé una admiración profunda. Esto se refleja en el resultado de la película.

-Hasta físicamente debiste cambiar.

-Fue un reto físico, tuve que rebajar más de 10 kilos para poder verme como una mujer enferma. Fue un proceso que disfruté bastante, pues cada día dejaba que Silvia me habitara, entre más delgada me veía más veía el personaje. Disfruté mucho el acompañamiento médico de una nutricionista que metodológicamente estudió conmigo las características físicas del personaje. La verdad fue un proceso hermoso, técnicamente muy cuidadoso, riguroso, disciplinado, orgánico e intenso tal como mis maestros me enseñaron. Fue un proceso de reconciliación con mi formación y con mi yo actriz.

-Fue una filmación muy rápida.

-Sí, fue muy rápido todo. Yo estaba fuera del país cuando me llamaron de la dirección de casting para darme el personaje. Yo no lo pensé, regresé a Venezuela y a los tres días ya me estaba reuniendo con los directores. Me exigieron bajar de peso y al mes ya tenía el peso ideal para el personaje. Por lo general me relaciono con todos los proyectos desde la pasión y la entrega y no solo me quedé en el sillón de la actriz principal, sino que apoyé en el casting para seleccionar a la niña que interpretaría a la hija de Silvia, buscar lugares para ensayar. Quería estar en todo, así conocería más lo que querían los directores, pues no teníamos tiempo para vivir procesos creativos profundos.

-¿Primera vez que actúas en el cine?

-No. Afortunadamente he tenido oportunidad de participar en otras películas como El chico que miente con Marité Ugas en el 2008. Interpretaba a una mujer que deambulaba con su bebé en brazos, como una especie de aparición en una escena hermosa en un maravilloso paisaje en Coro. Participé en Desde allá de Lorenzo Vigas con el gran actor Alfredo Castro, de esos regalos que da la vida, allí hacía la mamá del personaje principal. Hice una mujer indígena en Libertador de Alberto Arvelo, un par de escenas con Edgar Ramírez, también una experiencia muy gratificante, aprendí mucho allí. Fui vestuarista de Tres bellezas de Carlos Caridad, con la que fui nominada a mejor vestuario en los Premios Fénix en México.

-Hay otro proyecto cinematográfico en puertas…

-Sí, antes de la pandemia estaba rodando una película con Jorge Aldana y un maravilloso equipo internacional. Es una película con una historia fantástica de la cual no puedo hablar mucho porque esperamos retomar en tanto se descifre la nueva normalidad, pero es un personaje bellísimo. Súper diferente a Silvia que también es hermosa e igualmente complejo.

También has estado en las tablas. ¿Cuáles han sido tus mejores trabajos?

-En las tablas mi mayor fascinación es la dirección. Comencé a los 16 años en un grupo ucevista llamado Máquina Tierra Noche y luego experimenté con obras universitarias , también indagando en la danza, zancos y realización de vestuario. Fundamos un grupo que salió del ámbito universitario a varias salas profesionales, las llamábamos así en esa época (risas), como el antiguo Ateneo de Caracas, el Teatro San Martín, GA80, Laboratorio Teatral Anna Julia Rojas, TET, entre otros. Egresé en la última cohorte del programa de formación actoral que llevaba la Compañía Nacional de Teatro (CNT) y trabajé en obras con mi maestra Diana Peñalver.

-Actúas sin embargo poco

-Nunca me interesó ser actriz, me daba pavor, me sentía más segura en la dirección. De hecho no me considero actriz, soy una obrera del arte y cualquier reto actoral en el que sepa que conseguiré algo positivo no solo para mí sino para construir el sueño de un director yo lo haré con disciplina y amor. He tenido trabajos que me han marcado la vida como directora, por ejemplo Doce cosas imposibles antes del desayuno, Hembras…mitos y café, Antígona, Proyecto Hamlet y en circo la ópera Carmen, Carmina Burana, Éxodo…Voces al compañero, entre otros.

-También has producido y dirigido en el teatro. ¿No es agotador?

-No es agotador, es enriquecedor, fascinante, necesario, productivo. El teatrero debe conocer todos los ámbitos que giran en torno a una obra teatral, eso significa saber coser, limpiar piso, redactar un proyecto, encarnar un personaje, decir una palabra adecuada para ayudar a activar el imaginario de un actor. Un teatrero debe ser un ser humano integral, que no le tenga miedo al trabajo, porque es una de las profesiones más difíciles. Cuando decides ser teatrero debes estar preparado para llevar encima críticas, aplausos, una sociedad que levantar, una familia que alimentar, una carrera que construir, unos seres humanos que enamorar, un mundo que explorar, unas almas que alegrar, una historia que contar, un discurso que reflexionar, una realidad que vivir y un montón de otras cosas. Es muy duro y por momentos agota, pero por algo tenemos la fortaleza, el ego, la seguridad y la confianza en el arte que es lo único que salva esta sociedad.

T/ Eduardo Chapellín
F/ Cortesía MG
Caracas