La derecha de Miami acusa a la de Cúcuta de opacidad. Es un término de la física que pasó a la política y a la ética.
Las Ong se la apropiaron, cuando no hay nada más opaco que una Ong. Todavía no ha llegado al amor, como sí lo hizo el vocablo “tóxico” para envenenar más las relaciones de pareja.
Pura bioquímica. Pero volvamos a la opaca oposición. Allí dicen que las cuentas claras (no opacas) conservan la unidad, solo que aquellas brillan por su ausencia, como en Monómeros, Citgo, la “ayuda humanitaria” y cuanto cae en manos del “interinato”.
Lo más opaco de la derecha es su rabo. Por eso no se lo ve, como los vilipendiados monos.