Por Loel Henríquez |¡Precios por el cielo y yo en la Tierra! (Opinión)

El síndrome posinspección contra la guerra especulativa parece estar generando molestia en la población venezolana, debido a que luego de las largas colas en los establecimientos comerciales fiscalizados por el Estado venezolano -bajo la orden del presidente Nicolás Maduro y respaldado por una ley habilitante aprobada por el Parlamento Nacional- está siendo burlada.

Hay muchas ciudadanas y muchos ciudadanos que no se animaron a ser parte de las colas kilométricas que generaron el boom de la regulación de precios, esto debido a que creemos en la palabra del Presidente “los precios van pá abajo”; sin embargo, despierta curiosidad saber qué está pasando realmente detrás de los anaqueles y entre depósitos comerciales, ya que pasadas dos semanas, el “show mediático” ha mermado y el remarcaje de precios vuelve a las vitrinas.

“Pablo electrónica” y toda la rama de tiendas que distribuyen los mismos rubros en el centro de Caracas vuelven a colocar precios inalcanzables para el presupuesto de nuestras trabajadoras y nuestros trabajadores, si ya fueron fiscalizados, sancionados y reabiertos bajo unas normas y leyes que se comprometieron a cumplir ¿quién entonces tiene el negocio real del comercio especulativo contra el pueblo?

Preguntas como ésta se hace nuestro pueblo a través de las redes sociales y en las calles del país: los productos vuelven a aparecer con los precios elevados y pareciese que la estrategia es hacerle creer al compañero Nicolás Maduro que la cosa está en total y óptimo funcionamiento, sin tomar en cuenta que Maduro, como Presidente Constitucional de la República Bolivariana de Venezuela, fue electo por un pueblo que es el que está sufriendo las consecuencias.

Hasta sectores de la oposición apoyaron estas medidas económicas que evidenciaron el robo descarado contra nuestra población, la usura y el acaparamientos de productos que han estado engordando durante cuatro o cinco años en las vitrinas, en las que se exhibe el producto imposible que desea adquirir nuestra gente.

Una estrategia como ésta debe ser como nuestro Presidente lo ha sostenido: “permanente”, demostrando que la fortaleza de una buena táctica se encuentra en la unificación de criterios para lograr el objetivo. No podemos seguir permitiendo que funcionarias y funcionarios públicos se presten para hacerle el coro a los empresarios que finalmente no hacen más que despojar al Estado de las divisas que este le confía para traer bienestar y no desesperanza. Los precios continúan por el cielo y aún existimos soldados con los pies bien plantados en la Tierra.