A Medina Angarita no lo tumbaron los adecos sino la Creole, la Standar Oil y Rockefeller

A 74 años del golpe del 18 de octubre de 1945, uno de los más polémicos del siglo XX, el director del Archivo Histórico de Miraflores sostiene que fueron los intereses petroleros los que propiciaron el cambio de régimen una vez que terminó la Segunda Guerra Mundial. Los adecos y los militares fueron un instrumento del capital financiero internacional

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Ni rebelión cívico-militar, ni enfrentamiento entre dos tendencias políticas, una moderada, gradualista y en cierto modo elitesca, representada por el medinismo, y una más radical y populista, representada por Rómulo Betancourt y sus compañeros de partido. Marcos Fuenmayor cuestiona estas tesis que durante más de 60 años han generado polémica y enfrentado a unos y otros, ya sean políticos, historiadores, académicos y protagonistas directos. Señala que detrás del golpe del 18 de octubre de 1945 contra el Gobierno del general Isaías Medina Angarita estaban las corporaciones petroleras estadounidenses. De esta fecha se cumplen 74 años.

“Vamos a romper con la visión superficial”, sostiene. “Yo diría que es falso que los adecos derrocaron a Isaías Medina Angarita. A Medina lo derrotó la Creole, la Standar Oil, Rockefeller. Los adecos fueron un instrumento de un sector del capital financiero internacional que rivalizaba con el capital británico, con la Shell, y que al final de la Segunda Guerra Mundial se terminó imponiendo. El Gobierno de los vencedores de octubre hay que enmarcarlo en el contexto de los vencedores de la Segunda Guerra Mundial”.

Fuenmayor considera el contexto internacional, la coyuntura de la Segunda Guerra Mundial, las rivalidades entre potencias, y, por supuesto, el panorama criollo de un país rural, atrasado y que se reponía de una dictadura, como factores claves para entender y desenredar la madeja del llamado golpe del 45, o la “revolución” de octubre como gustan llamarla los adecos.

Una de las tantas versiones difundidas en estos años señala, citando al historiador Manuel Caballero, que “… el 18 de octubre de 1945 más que una fecha es una incitación al desencadenamiento de las pasiones. Es por esto que a pesar de los años transcurridos, este acontecimiento que dividió la historia contemporánea venezolana en dos sigue y seguirá generando polémicas al menos mientras continúen viviendo algunos de sus actores. En este sentido, uno de los aspectos más controversiales en torno a los sucesos del 45, fue el título de «revolución» con que los miembros de Acción Democrática bautizaron lo que no fue más que un golpe de Estado cívico-militar, que tuvo como principales cabecillas a Rómulo Betancourt y Marcos Pérez Jiménez”.

Marcos Fuenmayor difiere radicalmente de esta postura que deja por fuera el contexto internacional y la Segunda Guerra Mundial, el enfrentamiento derivado de la Guerra Fría, el papel de las petroleras y el imperialismo estadounidense. Incluso se atreve a señalar que quizá la voluntad y el comportamiento de apertura política mostrado por Medina Angarita, cuestión que se le alaba, hubiera sido distinto en otras circunstancias.

Reparto del mundo

Marcos Fuenmayor es historiador y actual director del Archivo Histórico de Miraflores, cargo que ocupa desde 2014. Además, es presidente de la Fundación Juan Bautista Fuenmayor.

Dice Fuenmayor, ubicado en el contexto internacional, que durante la Segunda Guerra Mundial las potencias fascistas, Italia, Alemania y Japón, fueron derrotadas por una coalición de la cual formaba parte la Unión Soviética (URSS), en alianza con potencias imperialistas como el Imperio Británico, el imperio norteamericano. Estas democracias occidentales habían fracasado en su intento de arrojar a las huestes hitlerianas para que aplastaran a la Unión Soviética. De allí que no les quedó más remedio que aliarse con la URSS ante el peligro que representaba el fascismo para estas democracias occidentales.

Al final de la guerra, Europa Oriental quedó bajo regímenes de democracia popular. Las potencias occidentales, la decadente británica y la ascendente norteamericana se plantearon una reformulación de sus mecanismos de dominación del mundo colonial y neocolonial

Explica Fuenmayor que en los Acuerdos de Yalta, de febrero de 1945, de alguna manera la URSS logró estabilizar la situación de posguerra en la Europa Oriental. Estados Unidos a cambio se reservó para sí a América Latina, solo que en América Latina los mecanismos de dominación que existían anteriormente, como el mantenimiento de dictaduras atrasadas, como el caso de Juan Vicente Gómez y los casos de Anastacio Somoza, Trujillo y otros más, no respondían a una gerencia eficiente de los intereses norteamericanos. Por ello sectores liberales de Estados Unidos estimularon el surgimiento de movimientos nacionales revolucionarios como el Partido Popular Democrático de Puerto Rico, el Partido de Liberación Nacional de Costa Rica, el Partido Auténtico Cubano, el Partido Revolucionario Institucional de México, el Movimiento Nacionalista Revolucionario de Bolivia. En el caso de Venezuela, ese papel le correspondió al partido Acción Democrática, dirigido por Rómulo Betancourt.

“De manera que el derrocamiento de Medina hay que insertarlo dentro de un proceso en el cual el interés del imperio norteamericano era impedir que los pueblos colonizados se beneficiaran de todos los avances que el socialismo había tenido en Europa Oriental, en Asia y otros lugares del mundo”, asevera Fuenmayor.

Adicionalmente para la época se daba una rivalidad en el seno del capital financiero internacional. Después de 1928 las petroleras británicas, holandesas y norteamericanas, de alguna manera se repartieron al mundo y Venezuela quedó bajo la zona de influencia norteamericana.

“Aquí habría que repetir una frase que escribió Rómulo Betancourt en el libro Venezuela, política y petróleo: los ingleses llegaron primero, pero los norteamericanos terminaron punteros”.

Menciona que Inglaterra, a través de la Caribbean, que era una filial de la Shell, comenzó la explotación petrolera en Venezuela en 1914. La Standar Oil llegó un poco después al estado Zulia a Los Barrosos en 1921, pero prontamente la Standar Oil reemplazó a la Shell y en los acuerdos de 1928, estableció a Venezuela como zona de influencia norteamericana. Esto quizá no fue captado debidamente por los sectores políticos afines al gomecismo y sus sucesores, el lopecismo y el medinismo, sin embargo Rómulo Betancourt y el sector que formuló el Plan de Barranquilla en 1931 sí percibió que el Imperio Británico venía en decadencia y el imperio norteamericano iba ascendiendo. Oportunamente supieron con quien aliarse para tomar el poder e iniciar su proceso reformista de transformaciones con apoyo del capital internacional.

Caramelito apetecible

En 1943, Isaías Medina Angarita promulga una reforma petrolera y deroga todas las concesiones anteriores. Los capitales holandeses y británicos, representados por la Shell, aceptaron, mientras que la Standar Oil quedó inconforme.

Fuenmayor afirma que Medina aprovechó la coyuntura de la guerra en la cual el imperialismo se había aliado con la URSS en la lucha contra el fascismo. La reforma fue aceptada a regañadientes, pero al culminar el conflicto resurgió el interés del Estado norteamericano por cambiar sus gerentes, o presidentes en esta zona del mundo. La Standar Oil, de Nelson Rockefeller, deseaba recuperar sus privilegios.

“De manera que si bien el derrocamiento de Medina se ve más nítido, porque es un sector dominante del imperialismo que coloca en el poder a personas afines a sus intereses, en el caso del derrocamiento de Gallegos en 1948 se produce una alianza contranatura entre el capital británico, los productores independientes norteamericanos y el Pentágono, y militares nacionalistas criollos inspirados en el peronismo, opuestos a la penetración norteamericana en América Latina”, señala.

-¿Cómo caracteriza usted el Gobierno de Medina Angarita?

-Fue un presidente nacionalista en el contexto de la Segunda Guerra Mundial, cuando se desarrollaba una guerra interimperialista combinada con una guerra de liberación de los pueblos. La tolerancia hacia los sectores democráticos, progresistas y revolucionarios creció en América Latina… Aquí el PCV mantuvo un apoyo crítico a la gestión de Medina Angarita, en atención a la alianza que existía entre Estados Unidos y la URSS en ese momento. Digamos que, en ese contexto, Medina Angarita fue un gobernante progresista, si asumimos que todos los personajes históricos están condicionados por el tiempo que les tocó vivir. Yo no estoy seguro de que Medina hubiese sido igual de progresista en el periodo de la Guerra Fría. Probablemente si a Pérez Jiménez o a Betancourt les hubiese tocado vivir la coyuntura de la Segunda Guerra Mundial hubiesen pasado a la historia como gobernantes medianamente progresistas pero en función de la imposición geopolítica, no en función de su propio estado de ánimo.

-De Medina se tiene la imagen de un gobernante bonachón…

-Efectivamente, y responde a esta dinámica que estamos señalando. En este sentido, las realizaciones democráticas, al igual que las nacionalistas, tanto en el campo petrolero como laboral, y otros, son una credencial a su favor.

Fuenmayor considera que la lección que nos dan los golpes del 18 de octubre, del 24 de noviembre de 1948 y el del 23 de enero de 1958, es que en Venezuela estamos condicionados por la geopolítica mundial.

“Esto es válido por la situación que estamos viviendo actualmente. Cualquier análisis y cualquier diagnóstico para defender nuestra soberanía y riquezas naturales y el nivel de vida de nuestro pueblo debe pasar por tener muy claro cuáles son la fuerzas que se mueven a nivel internacional en las que representamos un interés primordial, porque Venezuela, para bien o para mal, es beneficiaria de riquezas naturales que nos hace un caramelito apetecible para el capital internacional y que objetivamente dificultan nuestro proceso de liberación, pero no lo impiden. Es la lección que debemos tener presente en la lucha por la venezolanización de nuestra historia”.

Demócratas burgueses

-¿Todavía quedan heridas en torno al golpe contra Medina Angarita?

-Sí, digamos, porque fue un conflicto entre demócratas burgueses, ya que de alguna manera ni Medina ni Betancourt eran revolucionarios; eran ritmos distintos de la modernización de la burguesía. Evidentemente originó en el campo interpersonal heridas y resquemores. Un asunto en el que se hizo mucha demagogia fue en la lucha contra la corrupción. La Junta Revolucionaria de Gobierno que sustituyó a Medina creó un tribunal especial para juzgar a los presuntos desfalcadores del erario público durante los periodos de Cipriano Castro, Juan Vicente Gómez, López Contreras y Medina, pero fue hecho con intencionalidad política. Pretender arrojar sobre 96 personas exclusivamente un desfalco de la magnitud que hubo en la época de Gómez suena desproporcionado. Entre las personas que fueron confiscadas por el juzgado de responsabilidad civil y administrativa no se encuentra Migue Enrique Otero Viscarrondo, el papá del escritor Miguel Otero Silva, que fue beneficiario de las concesiones petroleras en la época de Gómez. Es un ejemplo solamente. No quiero acusar a nadie. En ese contexto el doctor Pedro Miguel Arcaya, uno de los más prominentes gomecistas, se dejó de tontería y publicó la lista de todas las personas que se habían beneficiado del capítulo 7 del presupuesto del Ministerio de Relaciones Interiores, la partida secreta, que otorgaba las ayudas. En esa lista aparecen personas intachables como Rómulo Gallegos, Luis Beltrán Prieto. Entonces, con una vara mides a uno y con otra mides a otro. Los adecos seleccionaron muy bien a quién iban a juzgar. Todos estos juicios fueron deshechos después que tumbaron a Gallegos. La junta militar le devolvió sus bienes a Uslar Pietri, a Medina, a Manuel Silveira, con la sola excepción de los descendientes de Juan Vicente Gómez, pero todas las confiscaciones del jurado fueron deshechas.

 

T/ Manuel Abrizo
F/ María Isabel Batista