Columna Las guerras del pueblo|A Mr. Biden (Opinión)

Me permito por este medio dirigirle los siguientes párrafos, esperando que en medio de sus altas ocupaciones de Vicepresidente de Estados Unidos prestase atención a estas modestas reflexiones.

Comienzo recordando frases de la carta que, en 1939, Mahatma Gandhi escribió al Führer Adolfo Hitler: “Algunos amigos han estado pidiéndome que le escriba por el bien de la humanidad. Pero me he resistido a su petición porque me parecía que una carta mía sería una impertinencia. Algo me dice que no debo calcular y que debo hacer mi llamamiento por cualquier cosa que valga la pena”.

Y resulta que sí valía la pena. Gandhi tenía razón al escribir: se debía instar a los poderosos del mundo a reconsiderar decisiones que al fin y al cabo resultaron desastrosas para todos los involucrados. Y, así como en aquellos años la gran tragedia fue la II Guerra Mundial, en años posteriores la tragedia para la humanidad estuvo signada en gran medida por el intervencionismo del país que usted ha representado en viajes por distintos continentes.

Se trata señor Joe Biden, de que Estados es sin duda una gran potencia militar y tecnológica, y todavía preserva, sin duda, mucho del poder financiero e industrial del planeta; empero, los equívocos de los gobiernos de su país, Sr. Biden y la soberbia y exclusión como doctrina de gestión, especialmente al tratar con Estados del Tercer Mundo y naciones emergentes, les hace incurrir en diagnósticos y decisiones que, como la invasión a Vietnam en los años 60 del siglo XX, y las guerras y bombardeos en Afganistán, Irak o Libia en este siglo XXI, así como el patrocinio de golpes de Estado y desestabilización en Honduras, Siria y Venezuela, terminan a la postre incrementando la condena de los pueblos ante las atrocidades del poder destructivo que ustedes representan.

Y sus declaraciones en Chile, Mr. Biden, mediante las que acusa al Gobierno venezolano de “… enfrentar a manifestantes pacíficos con la fuerza y en algunos casos con milicias armadas, limitando la libertad de prensa y de asamblea”, constituyen una falsedad del tamaño del templo. Estos pueblos solo reclaman el derecho a construir con independencia la paz y el bienestar de las mayorías.

Por supuesto, Mr. Biden, usted que cree que “el pragmatismo y no la ideología es el secreto del éxito”, no puede comprender eso.

Está en el derecho de postular su credo; empero, usted no tiene el de ofender y mentir cuando otros piensan distinto y construyen el mundo sobre bases éticas y de ideales. Atentamente.

T/ Néstor Rivero
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