Por Fernando Travieso|A partir del Acuerdo (Opinión)

Desde el acuerdo entre países exportadores de petróleo pertenecientes a la OPEP y los mas importantes por fuera de la organización se ha emprendido una campaña feroz de desestabilización contra la República Bolivariana de Venezuela, a la que los poderes hegemónicos mundiales ven como responsable del proceso de estabilización del mercado mundial de crudo.

Mientras las expectativas producto del aumento del precio del barril de petróleo permiten predecir un muy importante aumento en la cantidad de divisas que ingresarán al país los próximos meses, lo que debió estabilizar el mercado, páginas ilegales aumentaron contra toda regla de sensatez económica la paridad del tipo de cambio paralelo, con la finalidad de crear una honda especulativa en la economía nacional.

El ataque contra el sistema informático de Pdvsa, que recuerda al realizado durante el paro petrolero 2002-2003, en esta ocasión sin éxito; así como también la paralización de las transacciones en dinero digital y los ataques contra las empresas del Estado que prestan servicios públicos son parte de la misma estrategia.

La cúpula financiera internacional ve en la continuación de la Revolución Bolivariana un peligro para sus intereses por la política nacionalista en recursos naturales y la inversión social, como parte del legado del comandante Hugo Chávez.

La estabilidad demostrada por Venezuela ante la arremetida internacional dista mucho de los tiempos de El Caracazo, cundo las políticas neoliberales de la IV República desembocaron en una atroz matanza contra la población indefensa.

Resguardar el legado de la Revolución Bolivariana es tarea prioritaria, en momentos cuando se pretende vulnerar la soberanía nacional para beneficio de intereses foráneos que buscan esclavizar nuevamente al pueblo de Simón Bolívar.

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