Abril de 2002: relato de una ejemplar rebelión popular

Entre el 11, 12 y 13 de abril de 2002 en Venezuela ocurre un hecho inédito hasta entonces en su historia republicana: por primera vez un presidente es restituido en su puesto de mando, en su oficina y en su cargo por una marejada de pueblo que tomó las calles y por militares patriotas, ambos impulsados por una fuerza misteriosa, cuyos componentes y factores siguen siendo materia de análisis, más allá del anecdotario y los testimonios con que se suelen recordar aquellos interesantes días de abril de hace 20 años.

A dos décadas de aquel golpe, con suficiente tiempo de decantación, la historia acumula un copioso material como para armar el relato del llamado golpe de abril, que algunos le agregan el calificativo de “mediático”. Entre las conclusiones de algunos analistas, se sustenta que por primera vez fueron derrotados los tres poderes fácticos que usualmente giraban alrededor de los golpes de Estado en América Latina: el económico, el militar, el religioso, todos manejados y respaldados desde afuera por la fuerza imperial de Estados Unidos. A ellos se les agrega el poder mediático, encargado de desatar una guerra sucia, y de preparar las condiciones anímicas para el zarpazo. También se afirma que por primera vez se produce la unión cívico-militar, reacción que no previeron los golpistas, y que no estuvo presente con claridad en la rebelión de jóvenes soldados, comandados por Hugo Chávez, el 4 de febrero de 1992.

Las imágenes de los acontecimientos que marcaron aquellos días, antes, durante y después, siguen todavía nítidas y vivas en la memoria de quienes en las calles como protagonistas o desde sus casas, vivieron en vivo y en directo la conjura de la oligarquía venezolana contra un Gobierno y un líder electos democráticamente, pero que no congeniaba con los intereses de los grupos de poder.

Entre los hechos resaltantes de aquellos días se recuerdan las impactantes marchas del campo opositor, mayormente de clase media, reunida en el distribuidor de Altamira, para luego caer hasta la entonces llamada autopista Francisco Fajardo. En uno de esos capítulos aparece Enrique Mendoza, con una curita en la mejilla, la cachucha volteada hacia atrás, diciendo: “Esa basura que se llama el canal 8, va fuera del aire, fuera del aire”. En el centro de Caracas, la avenida Baralt, la televisión muestra las terribles imágenes de gente cayendo al suelo mortalmente herida por francotiradores; en Puente Llaguno, en la avenida Urdaneta, se observa a un grupo de hombres disparando contra lo que supuestamente era la marcha opositora, pero que luego se demostró que se defendían de la Policía Metropolitana, cuerpo policial involucrado en el plan conspirativo; en la tarde del 11 de abril, el presidente Chávez ordena una cadena nacional, y las televisoras privadas parten la pantalla en abierta rebelión. En la noche de ese día, Chávez decide entregarse a los golpistas, se habla de una renuncia que se le había pedido “la cual aceptó”, de acuerdo a un alto jefe militar chavista. El país amanece sumido en un profundo silencio.

El 12 de abril los canales de televisión despiertan saludando “el retorno de la democracia”. El conductor de un programa mañanero transmitido por Venevisión ofrece los buenos días y acota: “Tenemos nuevo presidente”. Luego muestra un papel que presenta como la renuncia de Chávez. En la sede de la Fiscalía general de la República, el titular Isaías Rodríguez, convoca a una rueda de prensa con el pretexto de ofrecer unas declaraciones. Rodríguez aprovecha la transmisión en vivo de las plantas televisivas y denuncia el golpe de Estado. Inmediatamente cortan el pase y lo sacan de las pantallas.

La prensa escrita desplegó sus primeras páginas con titulares vergonzosos que quedaron para la posteridad como una fecha aciaga para el periodismo venezolano. Estas primera páginas fueron recogidas en el libro Los documentos del golpe, editado por la Defensoría del Pueblo. La publicación incluye tanto los de abril del 2003 como los del paro petrolero posterior, en diciembre de ese mismo año. Entre estos titulares figuran: El Universal: “¡Se acabó¡”; Tal Cuál: “Chao Hugo”; Ultimas Noticias: “Chávez se rinde”; El Nacional: “Fuerza Armada Nacional desconoce a Chávez”; El Mundo: “Pedro Carmona asumió el poder”.

María De Stefano Ramírez, directora de TV Caricuao, una emisora comunitaria adscrita a la Universidad Nacional Experimental Simón Rodríguez, sostiene que los medios alternativos y populares jugaron un papel importante al llenar el vacío informativo dejado por los medios tradicionales.

“En medio del silencio informativo los medios alternativos cumplieron un papel fundamental al denunciar lo que estaba sucediendo, diciendo que Hugo Chávez no había renunciado, que hubo un golpe de facto terrible, e incitaron también a que la gente saliera a las calles, aunque hubo algo ya en la gente que pedía el rescate de Chávez, cosa que ocurrió el 13 de abril, cuando los golpistas se vieron derrotados y vuelve nuestro presidente al poder”, señala Stefano.

Stefano plantea que en aquellos días 11, 12 y 13 de abril el pueblo había interiorizado que Chávez era su presidente, que aquel era su gobierno, de allí que salió a las calles a defenderlo. En esta toma de conciencia hubo un aporte de los medios alternativos que contribuyen, junto al pueblo, a consolidar los procesos de cambios sociales.

“Lo medios alternativos cumplen esa función y creo que la cumplieron esos días, 12 y 13 de abril. Así que consideró que en los momentos más álgidos que ha tenido este proceso revolucionario, han cumplido un papel primordial. Deben ser promovidos y consolidados por parte del gobierno”, dice la directora de TV Caricuao.

Volvió Chávez

Las horas de los días 12 y 13 de abril corren cargadas de dramatismo, tensión y vértigo. En las calles, sometido a represión, el pueblo pide ver a Chávez. En el Palacio de Miraflores el país ve y escucha a un “Yo, Pedro Carmona Estanga”; es el presidente de Fedecámaras, autojuramentándose con la mano derecha levantada como presidente de la República. Luego se procede a la firma de un acta validada por los representantes de los grupos de poder. Miraflores era una fiesta. Las cámaras televisivas muestran de cuando en cuando el rostro complacido de Carmona Estanga. En los salones y pasillos de Miraflores se intercambian abrazos calurosos entre los ejecutores e impulsores del golpe: personeros de la iglesia, militares, empresarios, dueños de medios, políticos puntofijistas. La disolución de los poderes públicos, la destitución de los ministros, del fiscal, del defensor del pueblo, la derogación de la Constitución de 1999, de los decretos leyes, entre ellos la polémica Ley de Tierras, de pesca, y otras, se hizo en medio del estruendo de aplausos y jolgorio colectivo, como si los allí presentes hubiesen recuperado lo que les habían arrebatado. En este éxtasis y arrebato alguien de los asistentes pronunció una de esas frases que quedaron para la posteridad y que después sirvió de insumo en las pláticas de humor chavista: ‘‘Te queremos, Pedro’’, exclamó uno de los asistentes.

Afuera de Miraflores las calles comenzaban a calentarse. Freddy Bernal, Diosdado Cabellos y otros dirigentes chavistas, eran buscados en cuanto escondite se pensaba que estaban ocultos. Una turba fascista se presentó en la embajada de Cuba. Destrozaron vehículos y un hombre aseguró que Diosdado Cabello y su combo tendrían que comerse los cables y las alfombras; cortaron el agua y la luz. Henrique Capriles Radonski sube por una escalera, salva la pared, entra a la embajada de Cuba y le exige al embajador revisar las instalaciones; el diplomático, en una conducta hidalga, se niega. En medio de todo esto, son detenidos el diputado Tarek William Saab y el ministro Ramón Rodríguez Chacín, quien es golpeado por gente enardecida que presencia cuando lo sacan del apartamento y lo conducen hacia un automóvil. En este torbellino de acontecimiento, en Fuerte Tiuna se vio a Iris Varela y al general García Carneiro arengando a la oficialidad y a los soldados para que restituyeran el hilo democrático. En otros capítulos, una mujer se pregunta cuál será el destino de su voto, ya que ella votó por Chávez y quiere que lo restituyan.

“Salimos a la calle con un palo de escoba”

El embajador norteamericano, señor Shapiro, el embajador de España, señor Viturro, eran los cabecillas del golpe. Un golpe de Estado de facturación imperialista norteamericana. Fueron los primeros, eso está grabado, fueron los primeros en ir al palacio a darle órdenes al dictador Carmona. Aplaudido por el mundo. Gobierno de transición. Ahí si había gobierno de transición, cese de la usurpación, casi que llamaron a elecciones libres, pero 25 años después. Habían grabado a aquel señor comandante de la armada, Ramírez Pérez. Grabó antes que ocurrieran los muertos, diciendo, hay una cantidad de muertos. No había ocurrido. El primer herido de gravedad fue un muchacho que trabajaba conmigo de escolta, abriendo la puerta de la vicepresidencia. No voy a decir que era por donde iba saliendo yo, porque ya había salido, pero era la puerta por donde yo salía en mi carro. Lo hirieron, lo dieron por muerto. Sobrevivió y vivió unos diez años más. Mataron en el palacio a un muchacho de 19 años que habíamos metido a trabajar hace un mes; fue a llevar un papel por el Palacio Blanco, le dispararon desde el hotel, un tiro en la cara. Asesinos. Son los mismos de hoy. Son los mismos que han intentado asesinar al presidente Maduro, han intentado dar golpes de estado; la persecución internacional contra todos nosotros. Es la película que estamos viendo en el mundo, que se ha ido repitiendo. Claro, los tibios y los cobardes se adaptan rápidamente. Aquí en Venezuela no lo han logrado ni lo logrará. Al contrario, cada día nos fortalecemos más.

El 11, 12 y 13, representan una gran enseñanza. Las cúpulas salieron. El día 12 todos se atribuyeron su participación en el golpe de estado. Yo estuve en tal cosa, a mí me tocó tal cosa. El 13 no apareció ninguno.

Secuestraron a Rodríguez Chacín, a Tareck William Saab. A mí me mataron tres veces. Lo escuché por radio. Dieron la noticia: muerto el vicepresidente en compañía de Aristóbulo Istúriz; me mataron una vez. Muerto el vicepresidente con Freddy Bernal; me mataron dos veces. Muerto el vicepresidente solo; tres veces. Estaban preparando el mensaje que iban a dar. Imagínense lo que me iban a sembrar en el sitio. Ah, bueno, el vicepresidente tenía que dejarse matar, porque si no, yo era un antidemocrático. Tenía que entregarme.

Y llegar a palacio y sentir la fuerza de ese pueblo que pedía ver a Chávez. Y surgieron compañeros como el general Julio García Montoya, que algún día la patria le va a reconocer lo que hizo ese día. Es importante que se sepa, García Montoya se fue al estado Aragua, a Maracay y comandó la operación, el nombre que le puso fue ‘‘Rescate de la dignidad’’. Montoya que es un tipo tan metódico registró hasta un documento. Puso a todos a firmar. El documento decía: Hay que devolverle la presidencia al presidente Hugo Chávez Frías. Hay que rescatar de su secuestro al presidente Hugo Chávez Frías. Yo tengo el documento. Algún día el país y la historia tendrán que reconocerle a García Montoya el papel de ese día.

En Maracay los amigos del comandante andaban guabineando. Esa es la verdad verdadera. Gracias a unos comandantes del batallón de paracaidistas que estaban allá, “El Búfalo” Hernández Rivero, Martínez Hidalgo y Torres Castillo, era los comandantes de los batallones de paracaidistas, porque el comandante del batallón de paracaidistas, que en paz descanse, el señor Baduel, dio las declaraciones en las que esperaba al nuevo gobierno. Eso es verdad. No es mentira. Los comandantes dijeron, aquí no. Nuestro comandante en jefe se llama Hugo Chávez. Cuando García Montoya llegó allá se consiguió con esos aliados y otros que se presentaron.

Mientras tanto, aquí el pueblo comenzó por debajo. La fuerza del pueblo. Queremos ver a Chávez. Yo voté por Chávez, ¿dónde está Chávez? Los terroríficos Círculos Bolivarianos ¿Se acuerdan de los Círculos Bolivarianos? Nos acusaron de todo. Que teníamos tanques, granadas, fusiles. Salimos a la calle ¿con qué?, con un palo de escoba, pero con la conciencia y el amor, queremos ver a Chávez. Ese pueblo rodeó el palacio. Los golpistas vende patria tuvieron que salir corriendo. Huyendo. Dejaron todo. A Bolívar lo quitaron del salón Ayacucho. Y te queremos Pedro, sonaba por todos. (…) Además, entre ellos se traicionaron. Carmona traicionó a un poco de gente. Le comió el maíz por la orillita y se autoproclamó, pero había gente que no estaba de acuerdo. Ni en eso se pusieron de acuerdo (…).

Diosdado Cabello.

Con el Mazo Dando, programa del miércoles pasado, 6 de abril de 2022

T/ Manuel Abrizo
F/ Archivo