Por Alí Ramón Rojas Olaya|Adiós, comandante (Opinión)

Hace unos años estaba yo en La Paz cuando una señora boliviana trajeada de sencillez al enterarse de que yo era venezolano me abrazó y me dijo: ¡yo veo gracias a su presidente!

Hace unos meses me tocó darle el título de Licenciada en Educación de la Universidad Bolivariana de Venezuela y Misión Sucre a una señora en el estado Vargas y ella, viendo hacia arriba como pidiéndole al cielo que secase sus lágrimas me dijo: ¡Profesor, yo soy la bedel de la escuela!

Hace unos días vi a una familia entera arrodillada con las llaves de un apartamento en una de las manos decir ¡Gracias Chávez por darnos una vivienda equipada!

Una vez más lo imposible se hacía cotidiano.

Yo viví una Venezuela en que lo cotidiano antes de 1999 era la iniquidad: familias completas buscando desesperadas tomates y papas en el suelo de los mercados para sobrevivir, niños oliendo pega para calmar el hambre, ranchos arrastrados por las corrientes fluviales, nenés tomando teteros de agua recién hervida donde se cocinan los espaguetis. Y mientras esto ocurría Renny Ottolina nos enseñaba a fumar vicerrois y a ser buenos ciudadanos.

Gracias comandante por llamar a cada enemigo por su verdadero nombre: el Diablo, Frijolito, el Majunche jalabolas. Gracias comandante por tanto amor a tu pueblo. Gracias por rescatar la hoz y el martillo. Gracias por promover la lectura. Gracias por darnos las mejores clases de Historia de Venezuela. Gracias por hacer de la Política un instrumento de todos. Gracias por el Alba, por el auge del futbol y nuestra vinotinto, por las misiones, las imprentas, los metrocables, los puentes sobre el Orinoco, Ciudad Caribia, Mercal, el bus Caracas, los billetes nuevos, los vergatarios, las canaimitas, los libros de texto gratuitos.

La voz de Chávez no se ha perdido, el soberano la oye sobre el resol de los médanos, su palabra es la voz del grito más hondo como el son de las guaruras cuando pasan los arrieros. Nuestro Comandante en estos momentos está caminando de nuevo como en otros tiempos las calles de San Fernando, después de acercarse a la orilla del río y sentir el rugir del Apure inmortal, irá rumbo a Biruaca y después… después pasará por Apurito… pasará por El Samán… pasará por Achaguas, después pasará por Mantecal y llegará a Elorza, luego irá al Arauca a recorrer esa sabana que lleva en el alma, y llegará hasta el caño Caribe, hasta las sabanas de Alcornocal, hasta el río Capanaparo, hasta Carabalí, hasta Barranco Yopal y más allá, y ya al final Chávez quiere compartir la suerte de Lorenzo Barquero que se lo tragó la sabana, lejos, allá en el cajón de Arauca apureño, hasta que lo seque el tiempo, se vuelva terrón, se vuelva agua. Pero en realidad él compartirá la suerte de Santos Luzardo “…todo horizonte, todo esperanza” ¡Viva la Revolución Bolivariana! ¡Viva Nuestra América unida con lazos que el cielo formó! ¡Viva nuestro Comandante Hugo Rafael Chávez Frías por los siglos de los siglos!

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