Aferrarnos a Chávez

MAR DE LEVA

POR: FARRUCO SESTO

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El Cristo al que Hugo Chávez se aferraba era un Cristo de este mundo. Así lo definía él: “…Digo esto para insistir en el Cristo humano, en el Cristo hombre, en el Cristo rebelde, en el Cristo antiimperialista, en el Cristo socialista, en el Cristo libertador, en el Cristo verdadero, pues, es el único Cristo no hay otro, hay algunos que lo pintan con cara de bobo, ¿Cristo bobo? ¡Era un rebelde!” (29.4.06). “…El verdadero Cristo, el Cristo humano, el Cristo hombre nuevo” (27.3.07).

Así nos lo dijo el comandante Chávez: “…Me aferro a Cristo, al redentor, el revolucionario” (4.10.11). “…Me aferro a Cristo, no es tiempo de morir, es tiempo de vivir… “(31.3.12).

Y nos lo dijo en momentos de muy serias dificultades personales, con las que tuvo que convivir en sus dos últimos años, dándonos ejemplo inigualable de entereza.

Pues bien, ahora que todos nosotros, como Nación y como sociedad, estamos sumergidos en un universo de dificultades bien graves, yo digo que lo que nos toca es aferrarnos a Chávez. Él es nuestra mejor referencia.

Al menos yo lo hago, como parte del colectivo al que pertenezco, y digo cada día “me aferro a Chávez”. Y añado: “no es tiempo de lamentos, es tiempo de luchar”.

Me aferro a un Chávez al que no puedo diferenciar de su pueblo, siempre consustanciado con él. Un Chávez humano, rebelde, antiimperialista, socialista, libertador, verdadero, pues.

Me aferro a él, a su legado ideológico, a sus enseñanzas, a sus argumentos, a su visión del mundo, a su honestidad intelectual, a su acción consecuente, a su ejemplo.

Al Chávez que no tenía intereses personales.

Al Chávez que dominaba el arte de la estrategia, pero que no hacía trampa.

Al Chávez que nunca perdió el ánimo de lucha para confrontar la adversidad. Al Chávez del amor en batalla. Al que nos llamó a la unidad para la victoria.

Estudio a Chávez para entenderlo a fondo, y para no tener que interpretarlo. Lo estudio en la evolución de su pensamiento a partir de unos principios de los que nunca se desprendió. En su defensa de “la causa humana”. En su compromiso con la Patria. En su sentido profundo y no instrumental de la lealtad.

A él me debo. A él nos debemos.

farrucosesto@gmail.com
Caracas