Por Beatriz Aiffil|Africa mía (Opinión)

La familia africana ha dejado un legado visible pero no difundido en su justa medida. Si así hubiera sido, hubiese crecido el orgullo de ser descendientes de africanos. Así lo señalaba Reinaldo Bolívar en 2009. Vamos ya por la IV Cohorte del Diplomado en Saberes Africanos, organizado por el Instituto de Investigaciones Estratégicas sobre África y su Diáspora, creado en 2011.

Varias decenas de futuros africanistas comienzan desde ya a reconocerse en África. Los primeros en atreverse comienzan en su mayoría por el oeste, como repitiendo el proceso.

Manuel Moreno se interna en Gambia, ese pequeño país con forma de serpiente alojada en el vientre de Senegal, y le sorprenden las mujeres siempre con sus muchachitos, le sorprende la solidaridad. Ana Yin, nos lleva a Guinea Bissau, repartiendo moneditas e invitándonos a comer en un plato colectivo. Trae a la memoria a Amílcar Cabral, quien no vivió la independencia por la cual luchó. Lo quitaron del camino por atreverse a tanto.

Wilmer De Horta nos mete por los espinosos caminos del ébola, las guerras biológicas, las industrias farmacéuticas y el suelo rico en diamantes de Sierra Leona. A Elba Ascanio se le enreda la lengua pronunciando a Yaa Asantewaa pero la nombra y habla de su valentía y de la resistencia de Ghana ante la dominación portuguesa hasta la época de Kwame Nkrumah, libertador.

Tatiana Bonilla hace un vuelo raudo y veloz por los cielos de Nigeria dejándonos el sabor a igbo y a yoruba. Mayger Urbina nos traslada a Camerún, convertido él mismo en Samuel Eto’o, su emoción nos hace recordar aquellos juegos de fútbol donde el equipo celebraba los goles bailando en el campo. Odalis Márquez agrega algunos elementos tales como el origen del nombre, a la exposición de Mayger.

Reiner Vega nos lleva al Congo. Inevitable el tema de la intervención de la CIA en el asesinato de Patricio Lumumba. Mañanita Gottberg se mete en Namibia donde encuentra también una historia de diamantes aderezada con la infame segregación.

Mariellys Uzcátegui nos lleva al reino de Suazilandia, herederos de una tradición guerrera, y pasa por la recordación del rey Shobuza. Alan Castellano queda dubitativo ante la manipulación mediática y, sin embargo, con muchas preguntas para Robert Mugabe en Zimbabwe. María Montilva se aventura hacia el extremo oriente de África entrando en la cuna de la cuna de la humanidad: Etiopía.

Es solo el comienzo.

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