Hace tiempo sabemos de ese plan imperial de desestabilizar siete países en cinco años: Libia, Siria, Irak, Líbano, Sudán, Somalia e Irán. No estábamos en la lista, pero algunos países se le han puesto difíciles a EEUU.
Previendo estó, el comandante Chávez desarrolló con tanta claridad la política exterior de inscribir a Venezuela en el mundo multipolar, y sobre todo la política energética que podríamos titular “el petróleo es de todos”. Son muchos los países que exploran y explotan crudo en la Faja Petrolífera que lleva su nombre. Esas alianzas estratégicas constituyen el “anillo de seguridad” de la Revolución Bolivariana del que habla el presidente Maduro.
El genio Chávez, el estratega, asumió como suyo el tablero geopolítico mundial para construir los lazos necesarios. Venezuela no está sola. Lo estamos viendo. Mientras el medio oriente arde y la OTAN busca nuevos escenarios de guerra, los pueblos de América Latina y el Caribe levantan su voz apoyándonos en la lucha antiimperialista.
¿Qué es lo singular de esta crisis? El presidente Correa la llama la “restauración conservadora”. La derecha maltrecha se ha reagrupado porque el imperio decidió dar batalla. Hoy, somos el epicentro de una nueva independencia como hace 200 años (¡ay, Chávez, viste lejos!). Y esta vez contra quien nos cree su patio trasero. América para los americanos. Sí. Pero no para EEUU, como pensaba James Monroe en 1823 (hasta el nombre del continente nos lo usurparon).
Es para el indio boliviano, el negro brasilero, el campesino guatemalteco,(no será Perú la malinche), el pueblo, en fin, de la Patria Grande. Y la defenderemos.