Bien sea en el mundo apocalíptico de Matrix o en la búsqueda incesante de Pokemon GO o en la dimensión de estar en Facebook, en Instagram, o de contar con wasap, la sensorialidad de los seres humanos cambió.
Bien pronto se descubre que el sentido del tiempo ahora es otro, que tiene su límite en la velocidad del Twitter, -que aunque produzca descontextualización, fragmentación y distorsión de los hechos y las ideas- es el campo de la política y la cultura.
Y es a través de wasap como se comunica todo el mundo, sobre todo, a la hora de resolver los problemas que se derivan de la crisis económica que existe en nuestro país, una vez desbarrancados los precios del petróleo. No es cualquier cosa lo que le ha pasado a nuestra economía.
Como al Gobierno Golivariano no le falta astucia, inventó lo de los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP) en el que se ajuntan barrio con barrio, calle con calle “y se vence al enemigo”, como dice la canción de Los Urupaguas, unos cantantes maracuchos que sabían decir los conceptos mas enredados con palabras sencillas.
Todavía faltan muchas cosas por hacer en materia de política económica para que la vertiente productiva de los CLAP se expanda, lo cierto es que en lo que se refiere al abastecimiento, la ciudadanía organizada le está ganando la pelea al bachaqueo.
La lucha por superar la situación económica actual solo puede ser ganada con organización, con unidad política, a punta de wasap.
Es la epopeya heroica de la “Batalla de la Victoria del siglo XXI”, la trinchera de combate de la verdad contra la mentira, de la cultura socialista contra la ideología del neoliberalismo.
Es la lucha por la vida que tiene su génesis en el trabajo y el amor, y el amor en los tiempos del CLAP es la comunidad haciéndose cargo de sus problemas, es la verdad viva de la democracia.