Año Nuevo, batallas nuevas

Por: Walter Ortiz

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El año 2018 no estará exento de nuevos desafíos por saldar, en el contexto de la defensa de una línea en medio de una guerra entablada por parte de poderosos actores mundiales contra toda una Nación, la República Bolivariana de Venezuela.

Ya nadie puede negar, sin caer en el descrédito, que sobre nuestro país pesa un inmoral e ilegal bloqueo económico que tiene como único actor que lo denuncia y combate al chavismo mas cuando observamos que los resultados del mismo afectan esencialmente la cotidianidad del pueblo venezolano, lo cual no puede ser tolerable y debe ser rechazado como un crimen contra la sociedad venezolana.

En ello, el enemigo ha cometido el error garrafal de subestimar la capacidad del pueblo venezolano, tanto de adaptación a una guerra multifactorial (que en el año 2017 contó ya con una abierta amenaza de invasión al territorio venezolano), que simplemente busca derrocar al gobierno constitucional de Nicolás Maduro para reinstaurar el estado de cosas previo a la llegada de Hugo Chávez al poder; así como de su ansiada búsqueda de la paz ganada con el uso de esa misma paz, silenciosa, democrática, estoica, participativa, electoral.

La llegada de la Asamblea Nacional Constituyente (ANC) y su proceso incrementado de cimentación, producto de un ejercicio responsable de su carácter plenipotenciario y originario (no exento de la crítica propia de la arena política), ha derivado de la voluntad del pueblo venezolano de resolver diferencias en paz y democracia, y no con la guerra y la muerte, para conveniencia de terceros actores que anhelan destruir los Estados Nación latinoamericanos, siendo Venezuela la punta del iceberg.

Los torpedos al diálogo continuarán, pero tienen el obstáculo de no contar con apoyo popular. Los venezolanos hemos entendido que no hay paz económica ni estabilidad en este tema sin paz política, y eso se logra conversando con el adversario político, no con el militante de tu misma causa.

No faltarán así mismo quienes pretendan en un año electoral como 2018, erigirse en interpretadores y verdaderos continuadores del legado de Hugo Chávez. Esta peligrosa línea de trabajo busca convertir a Chávez y al chavismo en el peronismo, cuya división ha facilitado la llegada de la derecha al poder en Argentina. Nada ingenuo hay en esta jugada que debe ser derrotada por mecanismos de una unidad solida de las fuerzas revolucionarias, clave para sostener el poder y continuar el avance del proyecto bolivariano.

Este 2018 debe servir para concluir las victorias de 2017. La paz de una Nación en el ámbito de todo cuanto nos están aplicando para demolernos, la hemos logrado a pulso, debemos valorarla, preservarla y defenderla. Lo contrario como dijo aquel Rey Francés, es “el diluvio”.

walter1982@gmail.com
Caracas