«Aquí por fin me siento seguro»: Abre el primer albergue LGTBQ+ de Reino Unido

Hace 52 años que la homosexualidad fue despenalizada en Reino Unido pero, aunque desde fuera se vea a este país como paradigma de libertad y tolerancia, parece que aún queda mucho por hacer.

Así lo reconoce el propio gobierno británico, que el pasado mes de febrero hizo públicos los datos de la que dicen que es la mayor encuesta realizada a personas LGTB a nivel nacional del mundo y que refleja que para ellas el nivel de satisfacción con su vida (6.5 sobre 10) es menor que el del resto (7.7 sobre 10), que más de dos tercios de los encuestados han evitado ir cogidos de la mano con una persona del mismo sexo por miedo a la reacción negativa de otros y que al menos 2 de cada 5 habían sufrido violencia física o verbal por ser LGTB en los 12 meses anteriores a la encuesta.

A Carla Ecola, fundadora de la asociación benéfica The Outside Project que trabaja con este colectivo, no le sorprenden los datos: «Este un país terriblemente homófobo. Cada año se organizan desfiles en todas las ciudades y presumimos de lo ‘orgullosos’ que estamos pero no es un sitio seguro para la comunidad LGTBIQ+ en comparación con otros de Europa».

Preocupante es también es el elevado número de personas sin hogar que hay actualmente en Reino Unido: 320.000 en total -sólo 18.000 menos que toda la población de Islandia- y en el caso de los jóvenes, 1 de cada 4 sin hogar se identifica como LGTB; esa homofobia de la que hablaba Carla hace que se sienten aún más vulnerables.

«La calle es un lugar peligroso para todos pero mucho más para ellos y por eso hacen falta sitios donde puedan estar seguros y sentirse ellos mismos», explica Carla, que también es la responsable del primer albergue específico para homelessLGTBIQ+ de Reino Unido. El centro sólo lleva abierto unas semanas pero sus paredes ya ha escuchado historias terribles: «Constantemente nos hablan de abusos que han sufrido en la calle, en hostales o en otros sitios en los que han estado por parte de otros residentes o gente que había allí y por eso muchos acaban ocultando lo que son, por miedo», añade.

Lo confirma uno de sus huéspedes que nos asegura que «si esta noche no pudiera dormir aquí, seguramente dormiría en la calle«. No quiere dar su nombre ni ningún dato que permita identificarlo salvo que “aquí por fin me siento seguro”.

Además, la mayoría de los que ha vivido algún incidente de abusos no lo denuncia por miedo a ser víctima de un prejuicio mayor por parte de las autoridades.

«Para este colectivo las cosas son más difíciles que para otros porque, por ejemplo, no se reconoce que también es violencia doméstica el hecho de que los miembros de una familia no respeten la sexualidad de una persona y ésta tenga que abandonar su hogar», cuenta Carla.

El 77% de los jóvenes LGTB sin hogar asegura que habérselo contado a sus padres es el origen de la situación en la que se encuentran. De hecho, las causas más comunes de falta de hogar entre los jóvenes LGTB son tres: haber sufrido el rechazo de los padres (el 69%); abuso físico, sexual y emocional dentro de la familia (otro 69%); o una situación de violencia dentro del núcleo familiar (el 62%).

Rechazado por su familia es como llegó al albergue el huésped más joven que han tenido, una chica que tuvo que abandonar su casa a los 17 años. Pero, como nos cuenta Carla, el espectro es muy amplio: «El más mayor que ha venido pasaba de los 50 años y no tenía adonde ir porque había tenido que dejar su casa cuando se quedó viudo; hay extranjeros procedentes de España, Francia o Italia que vinieron en busca de trabajo y se encontraron aquí sin recursos; otros que llegan huyendo de países como Rusia, Polonia o Rumanía donde no se sienten seguros; o inquilinos a los que les ha echado su casero cuando se ha enterado de su identidad sexual».

El resultado de una encuesta realizada a personas trans revela que 1 de cada 4 ha sido discriminada cuando buscaba alojamiento de alquiler, la mitad ha ocultado su identidad en el trabajo por miedo a ser discriminada y 1 de cada 8 ha sido atacada físicamente por un compañero o cliente durante el último año.

Para todas ellas su mayor miedo es no poder mostrarse como son por eso, como cuenta Carla, «cuando llegan aquí por la noche resulta un alivio porque durante el día muchos están aislados, se pasan el tiempo en una biblioteca o se tiran tres horas en una cafetería con un café».

Ahora, a partir de las siete de la tarde, cuando el albergue abre sus puertas, los hasta once huéspedes para los que tiene capacidad se sienten en un entorno seguro, casi familiar, sin tener que pensar en lo que pueden o no pueden decir.

Aquí organizan reuniones, ven juntos la televisión, juegan, leen, descansan y pueden estar tranquilos hasta que llegue el día y tengan que abandonar el centro, que se encuentra en el barrio londinense de Islington, en una de las diez estaciones de bomberos que cerraron en 2014 a consecuencia de los recortes en el servicio impuestos por Boris Johnson durante su mandato como Alcalde de Londres; un hombre famoso por sus comentarios homófobos y que ahora aspira a alojarse en el 10 de Downing Street.

«Para la comunidad LGTBIQ+ es terrible que Johnson pueda ser el nuevo Primer Ministro y estamos asustados», confiesa Carla. «También lo es el brexit -añade- aunque imagino que después de que nos vayamos de la Unión Europea querrán vender una imagen de país rico y a lo mejor así hacen algo para que no haya tanta gente durmiendo en la calle», añade.

De momento la buena noticia es que el sucesor de Johnson al frente de la ciudad, el laborista Sadiq Khan, ha apostado por financiar el centro con algo más de 44.000 euros durante un año. Mientras tanto el objetivo es que éste, que siempre será el primer albergue LGTBIQ+ de Reino Unido, deje pronto de ser también el único.

F/Publico.es
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