Pablo Fernández B.|Argentina decide (Opinión)

Este domingo el pueblo de la República Argentina se expresará en las urnas electorales sobre el futuro que desea construir en una nueva etapa política que se inicia. La mayoría de las encuestas coincidían hasta el pasado viernes, en pronosticar que Daniel Scioli, candidato del Frente para la Victoria (plataforma política de orientación peronista-kirchnerista) superará hoy el 40 % de votos requeridos para consagrarse en primera vuelta, frente al candidato de la ultra derecha y alcalde de Buenos Aires, Mauricio Macri.

La etapa de los gobiernos liderados por el matrimonio Kirchner (Néstor y luego Cristina) que está a punto de culminar, ha marcado un antes y un después indiscutido en la historia de la Nación sudamericana.

Tras la debacle generada en la primera década de este siglo por una de las peores crisis vividas en Argentina, producto de la implosión generada por la política neoliberal aplicada a sangre y fuego por sus antecesores, Néstor Kirchner asumió las riendas del destruido Gobierno argentino generando el rescate de la crisis heredada y el ciclo de expansión económica más importante que Argentina vivió en las últimas cinco décadas.

Cristina Fernández de Kirchner dio continuidad con estilo propio a esa visión de crecimiento con visión progresista y base de principios en la justicia social pregonada históricamente por el peronismo originario. La demostración más cabal de que esa tarea se hizo, y se hizo bien, es el alto nivel de popularidad y reconocimiento con que la Presidenta argentina dejará el cargo, garantizando además que su sucesor reciba el testigo con un buen piso de arranque.

Scioli se ha encargado de dejar bien claro algo que, en las bases sociales del kirchnerismo y de los sectores independientes que han apoyado al gobierno de Cristina, resulta fundamental: la garantía de continuidad del modelo, expresada en una política de desarrollo del país con inclusión social plena y sin atisbo de volver a modelos o políticas de ajuste como las que se padecieron en el pasado y que hoy “ofrece” su contrincante. Scioli recibirá un país sin hiperinflación, sin desempleo desbordado y mucho menos en una crisis de quiebre.

Será la capacidad de recurrir a la memoria histórica imprescindible y a la ponderación de los procesos de reconstrucción y resurgimiento nacional vividos en estos últimos 12 años los que seguramente marcarán la decisión de continuidad y profundización del modelo por parte del electorado argentino.

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