Piezas hechas con materiales naturales están al alcance de propios y visitantes|Artesanas y artesanos le dan forma y color a la Virgen del Valle

Basílica Nuestra Señora del Valle

En cualquier sector comercial, balneario, plaza o adyacencia de iglesias en la isla de Margarita es posible apreciar la minuciosa laboriosidad de las artesanos y los artesanas, quienes exhiben en sus puestos de venta una galería de imágenes con distintos motivos de la Virgen del Valle.

Hay brazaletes, dijes, rosarios, retablos, franelas y gorros. En plata y oro hay piezas de orfebrería, los famosos “milagros”, pulseras, collares, así como vestidos y réplicas de la virgencita. Las creadoras y los creadores de estas formas y colores las ofrecen a propios y visitantes a precios accesibles, aunque si la compradora o el comprador prefiere una obra hecha a mano con mayor tamaño y exigencia podrá llevarla pagando un poco más.

En los alrededores de la basílica Nuestra Señora del Valle la gente se arremolina a toda hora entre los puestos de los artesanos y las artesanas que se instalan con la luz del alba en la plazoleta.

La gente mira, toca, pregunta, pide. Salen y entran personas del laberinto de carros de madera acomodados muy juntos, que son recibidas por hábiles vendedoras, en su mayoría mujeres de verbo veloz y gentileza. Se cuentan entre estas damas Ana Rondón, quien a sus 61 años es la presidenta de la Asociación de Vendedoras de Artículos Religiosos (Asovar), organización que agrupa a 91 miembros, en su mayoría trabajadoras y un grupo contado de trabajadores que exhibe sus producciones en el Valle del Espíritu Santo.

“Antes estábamos en mesas de hierro, pero este año decidimos mostrar un rostro distinto con estos carros de madera. Queremos que la gente valore este sitio y así le regalamos un panorama diferente en honor a la virgencita”, contó.

Rondón confecciona vestidos para las imágenes de la Virgen que están hechas a base de cerámica. “Como yo, otras artesanas lo hacen, porque antes un proveedor nos los vendía hechos, pero tardaba entre dos y tres meses en venir. Hace cinco años que los confeccionamos nosotras”.

DE GENERACIÓN EN GENERACIÓN

Luz Marina Mendoza, es una colombiana que reside en Margarita desde hace 17 años, es una mujer maciza, de piel blanca rojiza por el afán del sol y dotada de una amabilidad chispeante. “Mi abuela era también artesana, fue la pionera en la elaboración de escapularios. Yo traigo esta tradición y más porque me nace tener fe en la Virgen del Valle”.

Mendoza señaló que sus creaciones como las de otras compañeras y compañeros de venta están hechas con materiales nobles y naturales como conchas de mar, arena de playa o perlas. “También hay materiales que traen de Brasil, Caracas o Colombia”. “Y todo lo que ponemos en estos puestos se lo llevan”.

¿Qué es lo más solicitado por la gente?

– Los escapularios, rosarios, pulseras e imágenes pequeñas de la Virgen.

Confeccionado una prenda el Correo del Orinoco encontró a Aida Villarroel, nacida en El Valle. “Aquí llevo 45 años trabajando a los pies de la Virgen. Eso me emociona”. “Es mi orgullo por ser margariteña”.

-¿Qué le ofrece usted a quien se acerca a su puesto?

Sobre todo las imágenes de la Virgen, pero también los “milagritos” que son las partes hechas con baño de plata de las partes del cuerpo. Eso lo llevan como ofrendas y le piden por la salud. Los estudiantes piden que les vendan un librito para pedir por sus estudios.

¿Cuáles son los precios de estos milagritos?

Hay desde 20 bolívares en adelante.

En una casa antigua y colonial tiene instalada su vitrina Betina Mendoza, quien comercializa dos tipos de imágenes de la patrona oriental. La primera sólo tiene de particular el diseño y adornos del vestido. La segunda es decorada a mano y está adornada con perlas corridas (plásticas).

Mendoza muestra las imágenes a base de arcilla que ofrece en su establecimiento. “Son hechas a mano, las decoro con perlas cultivadas que son compradas en Margarita. Cada flor que se observa es con hilo dorado. Estas piezas llevan más tiempo terminarlas, hablamos de tres días”.

LA MATRONA DE LAS PERLAS

Frente a la plaza Santiago Mariño, a pocos metros de la basílica Nuestra Señora del Valle, está una casa rosada en cuyo frente cuelgan para la venta distintas blusas y ropa playera. Al pasar la puerta principal el visitante se topa con el olor a antigüedad y detrás del mostrador está doña Luisa Villaroel. Esta matrona tiene 83 años y habla con la agilidad de una adolescente. “Trabajo con perlas. Empecé con las que me traía Rafael Ávila Vivas y me las vendía a uno y dos bolívares de los viejos”, relató.

Mientras conversa sobre su arte y destreza con el tallado y la manufactura, Villaroel despacha a sus clientes que pagan por prendedores, pulseras e imágenes de la Virgen del Valle que están encapsuladas en pequeñas botellas de vidrio. “Esa cuesta 25 bolívares mijo”, le precisa a un muchacho que la increpa.

“Lo que más se llevan de esta tienda son estos dijes”, afirma y lanza sobre el vidrio del mostrador una minúscula concha de mar envuelta en brazos delicados a base de plata. “Esto es lo que llaman el cayo de la perla. Cada una vale 60 bolívares. Es barata, llévate dos”.

T/ Alexis Castillo
F/ Andreína Blanco