Hoy, de la manera mas enérgica, levantamos nuestra voz de protesta ante el atropello del que fuese objeto la cancillera Delcy Rodríguez el pasado miércoles en Buenos Aires, cuando acudió a una reunión de los representantes del Mercosur, con el pleno derecho que asiste a nuestro país, por ser parte de este organismo de integración.
La maniobra contra Venezuela es una arbitrariedad. Es un exabrupto jurídico y un despropósito político pretender cercenar los legítimos derechos de Venezuela en el Mercosur. El imperialismo intenta cercar políticamente a nuestro país y desarticular al Mercado Común del Sur, el núcleo duro de la integración.
Un mínimo de responsabilidad política llevaría al Mercosur en estos momentos a discutir sobre el acuerdo con la Unión Europea, en la que acaba de producirse la separación de Gran Bretaña, el serio problema de los precios de los productos que Suramérica exporta hacia otros mercados y la necesidad de cooperar para alcanzar nuevos y estables equilibrios en las economías de nuestras naciones. Esa, y no otra, debería ser la agenda de Mercosur.
En las últimas semanas hemos visto como comienza a levantarse un amplio movimiento de opinión en protesta contra el atropello que se comete contra Venezuela, y al mismo tiempo, en reivindicación de la necesidad y pertinencia de la integración cultural, económica y política de América del Sur, que es una necesidad política inaplazable.
Una de las vertientes de la estrategia de Estados Unidos de volver a ser la única potencia mundial en todos los órdenes, pasa por liquidar la integración suramericana, una región que cuenta con 401 millones de ciudadanos y con recursos naturales de primer orden: agua, petróleo, tierras, minerales, vegetación.
Si alcanza la unidad política, Suramérica será un nuevo polo de poder mundial y no “patio trasero” de nadie.