Por Ileana Ruiz|Autismo: Ciencia y arte (Opinión)

Introspección, disciplina, comportamiento rutinario, cuido de los menores detalles, apego a ciertos objetos, alto rendimiento en las áreas de interés son características que adjetivan a las personas con autismo y también a escritoras y escritores.

La primera vez que escuché la palabra “autismo” fue en mi escuela primaria. Estábamos en el patio de recreo cuando una compañera de un grado superior me gritó: “¡Pareces autista!” En ese momento no sabía yo exactamente qué era eso pero sí entendí perfectamente que el epíteto fue pronunciado en tono de insulto. Me quedé paralizada sin saber qué responder, me di la vuelta y, para ocultar las lágrimas que salían a borbotones de mis ojos, me puse a contar los azulejos que cubrían el pasillo que recorría las aulas.

Al llegar a casa se lo conté a mi papá. Él, con la sabiduría que le caracterizaba, me tranquilizó: “…esa niña te dice eso porque tú sabes escribir mejor que ella y eso le asusta”. A partir de ese momento me identifiqué como autista hasta que varios años después leí La vida exagerada de Martín Romaña, del autor peruano Alfredo Bryce Echenique; entonces, con ese personaje, aprendí que una puede volverse loca a conveniencia. Así dejé de ser La Autista para convertirme en La Loca.

Sin embargo, el 2 de abril cuando se celebra el Día Mundial de Concienciación sobre el Autismo, como una pequeña acción positiva sobre esta compleja característica diferencial que se manifiesta tanto en niñas, niños, adolescentes y personas adultas, recupero mi vieja identidad y afirmo con el doctor Aspergen que para tener éxito en las ciencias y el arte se debe tener cierto nivel de autismo. El autismo no es una patología, es un estilo de ser en el mundo y una forma de establecer relaciones humanas tan particulares como cualquier otra.

Creo que mi papá no se equivocó en su diagnóstico: la escribanía supone un desorden neurológico, cognitivo o social que se armoniza a través del movimiento caligráfico o tecleo. Tics nerviosos, deambulación o autoestimulación cinética son manifestaciones divergentes ante la necesidad de equilibrar el cuerpo con la mente.

Si bien las personas con autismo manifiestan cierto trastorno del desarrollo en algunas áreas, simultáneamente logran una mayor competencia en el pensamiento lógico-matemático, atención a los detalles y concentración en rutinas laborales que otras personas catalogadas socialmente como “normales” o más adecuadamente llamadas neurotípicas.

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