Columna En tinta negra|¡Ah, mundo! (Opinión)

Encontré a mi amiga Juana, Jenny, en un café de Chacao. Hace añísimos no la veía. Me alegré al principio pero de pronto mis palabras quedaron entre paréntesis. El diálogo se convirtió en monólogo.

Soy negra, explicó, pero vivo en Macaracuay. ¿Tú crees que voy a salir con los pelos así como tú? Estás absolutamente loca (de acuerdo con su criterio, tener mi pelo al natural es síntoma de locura). Será para que me confundan con una cachifa (¿de dónde sale ese término tan despectivo? ¿Será cristiano?). Tú, porque eres artista pero yo esos pelos los mantengo a raya así vaya a la panadería, mi amor. Mira, lo primero que hice fue comprar carro para no tener que bajarme de camionetica ni del Metrobús (al parecer es malo eso de usar transporte público).

Ando siempre de punta en blanco y paseo mi perrito bien bañado, peinado y perfumado (claro, un perro con pedigrí). Tú sabes que a la gente de por aquí no le gusta la gente indecente (las señoras de servicio son indecentes según su opinión).

Todos son tan educados que no puedo quedarme atrás, estudié con sacrificio y hago valer este título, me sé las leyes de pé a pá y me les pongo a la orden para que sepan que soy abogada. El Camacho lo dejé en la partida de nacimiento, uso el Cisneros de mi esposo. Nada que ver con ese apellido que me dio mi madre porque de mi papá nunca se supo. Supongo que era negro porque de algún lado me salió este color. Yo ni pregunto porque el que busca encuentra y fácil puedo ir a dar a África.

Si pudiera pintarme te juro que lo haría (pintarme de colores quería yo). Si no fuera por este color sería una más de ellos. Siento orgullo pues no soy cualquier negra (“percusias” las llama el “padre” Palmar, tan cristiano él). Soy como ellos ¡y me lo dicen! ¡Ni que me torturen diré que vengo del 23!

De chavista, nada (piensa que todos los chavistas están en el barrio). Escucho pura música clásica. Nada de tambores en mi casa (la errónea visión de cultura le impide conectar con África). Voy a misa todos los domingos. De bruja, nada (cree que todos los negros son brujos y tomamos café, agrego yo).

La negra Juana niega su cabello, desprecia a los pobres, oculta su apellido, no esconde a la madre porque el negro es su papá, reniega de su parroquia y detesta a los chavistas porque en ese mundito no puedes ser negra, ni pobre y mucho menos chavista.

Tampoco puedes ser feliz con tanta farsa. ¡Ah, mundo, la negra Juana…!

T/ Beatriz Aiffil
baiffil@gmail.com