Ha sido deforestada la Sierra de Perijá|Autoridades ambientales prohibieron circulación de la malanga en el Zulia

Aunque la Sierra de Perijá es un parque nacional donde los cultivos a grandes escalas están prohibidos, toneladas de malanga (ocumo colombiano) salen desde la montaña hacía mercados mayoristas de Maracaibo, Valencia, Barquisimeto y hasta Caracas.

Esta práctica, que lleva muchos años pero que se ha incrementado en los últimos 20, ha causado la deforestación de 2 mil hectáreas de montaña, por donde atraviesan importantes ríos que surten de agua al embalse Tres Ríos.

Tala y quema indiscriminada y la proliferación de un cultivo tan erosivo como la malanga han sumado su cuota para la sequía extrema que atraviesan cinco municipios zulianos, aseguró la autoridad única de Ambiente, Lenin Cardozo.

PROBLEMAS DEL CULTIVO

La malanga es un tubérculo que amerita grandes cantidades de agua y nutrientes. Las exigencias de este cultivo, que demora en cosecharse hasta 18 meses, erosionan la tierra a tal extremo que para poder volver a sembrar se debe esperar mucho tiempo hasta que el terreno esté recuperado; esa espera podría ser de hasta tres años.

“Para este cultivo utilizan las vertientes, deforestan, talan, queman, desnudan el suelo y después ese terreno no se puede volver a usar; además, como es un cultivo con grandes necesidades de agua, lo siembran en las cuencas de los ríos, deforestando toda la zona”, explicó un ingeniero forestal que decidió mantener su nombre en reserva.

Aunque las campesinas y campesinos colombianos que viven en la Sierra, así como los indígenas venezolanos que habitan en la zona cultivaban este rubro como modo de subsistencia, desde hace 20 años decidieron hacerlo de forma masiva: “La malanga la trajo ‘Negrón’, un hombre que llegó desde Colombia y como lo pagan bien todos decidimos cosechar el tubérculo”, explicó un campesino.

Para los expertos ambientales, el mayor de los problemas es que el cultivo de la malanga de manera indiscriminada ha acelerado la erosión de la tierra y le ha quitado vida útil a la represa Tres Ríos, ya que con los constantes deslaves a causa de la deforestación ha perdido capacidad de almacenamiento y ha generado una serie de conflictos ambientales.

MODO DE VIDA

En la Sierra de Perijá coexisten más de siete comunidades integradas por cientos de personas, entre mujeres, hombres, adolescentes, niñas y niños; su único modo de subsistencia es el cultivo de diferentes rubros. La gran mayoría de las familias que habitan montaña arriba son desplazados colombianos que desde hace muchos años llegaron a Venezuela producto de los conflictos internos en su país.

Café, cacao, yuca, maíz, plátano, tomate, pimentón, topocho, ajíes, plantas medicinales, entre otros rubros, se siembran en la Sierra de Perijá, pero a diferencia de la malanga, estos cultivos no dejan grandes márgenes de ganancia y en muchos casos los cultivos se pierden debido al mal estado de las carreteras y la dificultad de los agricultores para bajar la producción en un trayecto que puede demorar hasta ocho horas.

La malanga es un cultivo fuerte, que puede demorar meses en un saco sin que se dañe y que soporta fuertes traslados.

MERCADO

Las autoridades ambientales argumentan, para prohibir el cultivo de malanga en la Sierra y su movilización por el estado, que este cultivo ha proliferado ya que las grandes trasnacionales están promoviendo la siembra indiscriminada del rubro ya que es el principal ingrediente para la elaboración de diversos sacks.

Esta versión es rechazada por los campesinos, quienes aseguran que ninguna trasnacional les compra la mercancía; ellos simplemente la cultivan y la venden en mercados mayoristas.

“Dicen que las trasnacionales nos financian pero eso es falso, no tenemos convenio con ninguna trasnacional; llevamos la mercancía a cualquier mercado mayorista. Tengo guía y permiso para sembrar malanga, cada cierto tiempo me hacen la inspección y descargo la malanga donde me dicen”, aseguró Diomar Acosta, agricultor de malanga en la Sierra de Perijá.

Aunque rechazó la medida de prohibir el cultivo de malanga, ya que cada agricultor ha invertido hasta 30 mil bolívares y la prohibición pone en riesgo la siembra, Acosta aseguró que están dispuestos a sentarse con el Gobierno Nacional y el regional para buscar una salida que los beneficie a todos.

“Este es el primer acercamiento, siempre toman decisiones y nunca nos toman en cuenta. Estamos esperando para escuchar las alternativas, si nos van a cerrar una puerta, que nos abran varias”, manifestó Acosta.

DEFORESTACIÓN

Aunque los campesinos son evasivos cuando se les pregunta cómo hacen para cultivar malanga en un terreno que debe esperar hasta cuatro años para volver a sembrar ese rubro de poca manutención y grandes ganancias, la mayoría admite que sí se venía talando y quemando: “Yo saco la malanga, luego trabajo la tierra y siembro otro cultivo, mientras tanto siembro malanga en otro lado”, dijo un campesino.

En este sentido, Acosta responsabilizó al gobierno de la situación: “En el año 2010 nos reunimos en cinco oportunidades con el ministro de Agricultura de la época y luego nos abandonaron, nunca supimos que pasó. En ese año tomamos la decisión de no tumbar más la montaña y lo hemos cumplido, estamos sembrando en las tierras que ya están abiertas”. Argumentó: “Si antes se tumbaban hasta 20 hectáreas de tierra, ahora solo dos”.

APOYO

Para el sector campesino lo más importante no es la represión gubernamental, sino el apoyo por parte de las entidades destinadas para el trabajo agrícola.

Jorge Andrade, campesino en la montaña desde hace 30 años, aseguró que dejó de sembrar malanga hace mucho y se dedicó al cultivo del café, cosecha única que perdió hace varios años, ya que nunca obtuvo el apoyo que se necesita para bajar el grano de la montaña.

“Perdí ocho hectáreas de café porque el organismo competente no estuvo pendiente del productor, no hubo asesoría y eso es lógico, cómo una sola persona puede atender a 4 mil productores”, expresó.

“Hay que ser sensatos y vivir la realidad del campo que es fuerte, amerita sacrificio, necesitamos que el gobierno nos asesore y nos enseñe a cambiar las cosas”, refirió.

PEQUEÑAS CANTIDADES

Según Andrade, la malanga se siembra en pocas cantidades; el problema es que “todo el mundo la cultiva”.

“El ocumito colombiano es un producto que nos permite manejar todas las situaciones, tanto de mercado como del camino. La vialidad no sirve, porque si sembramos otros rubros como tomates, ajíes, entre otros, corremos el riesgo de que por el camino se dañó el carro y se perdió la cosecha; necesitamos que el Gobierno nos apoye y nos ayude a solucionar los problemas”, señaló.

ABANDONO TOTAL

Para Andrade los campesinos de la Sierra están en “abandono total”; a su juicio se encuentran “totalmente desasistidos por el Gobierno nacional, regional y local”.

“Existe una gran deuda social con respecto al campesinado. Hace años hicieron el embalse Tres Ríos, una obra de mucha envergadura, y a estas comunidades no se les hizo nada, no se le hizo un reintegro social, nos dejaron sin camino cuando el embalse comenzó a agarrar las aguas y quedamos sin vialidad; tuvimos que hacer una vía alterna para tratar de subir, porque la ministra de entonces fue engañada, se dijo que harían muchas cosas pero no se hizo nada, hablaban de núcleos endógenos, productivos, pero no hicieron nada”, aseguró.

Indicó que en la montaña no hay planteles educativos: “Ahora es que están llegando, no hay escuelas formales, tenemos núcleos escolares, y eso apenas se hizo este año con el gobierno de Arias Cárdenas”.

La misión Barrio Adentro no existe –continuó el campesino- desde hace cuatro años. “El general Clíver Alcalá vino y se construyó un módulo de Barrio Adentro en Sorotaima, que desde hace dos años está abandonado, no hay insumos ni médicos”.

Quienes viven en la Sierra y se enferman de gravedad, deben bajar hasta el hospital de la Villa del Rosario o de la Concepción; quien no tiene vehículo debe conseguir los medios para llegar, ya que tampoco cuentan con rutas sociales o ambulancias preparadas para entrar al terreno boscoso.

“El alcalde del municipio Jesús Enrique Losada ha hecho promesas con el modulo de salud y el proyecto de acueducto”, acotó Andrade.

“El gobierno debe venir y ponerse los pantalones con nosotros”, demandó, “Aquí deben hacer un registro y cedular si reúne los requisitos”, sostuvo.

NECESIDAD

Nadie está más consciente que el campesinado de la Sierra de la sequía que atraviesa la región; conoce la necesidad de cuidar las nacientes de los ríos, porque aunque no tienen agua potable por tubería, igual les afecta la falta de agua.

“Aquí nacen las aguas que surten a varios municipios, nadie quiere que se le seque las aguas. Estamos consientes de que hay que cuidar las nacientes de agua, eso se respeta. En las cercanías no se deforesta ni se siembra”, resaltó Andrade.

Criticó a aquellas personas que “gritan alegremente” que eliminen los cultivos de malanga. “Seguro lo hacen porque tienen su 15 y último, pero si nos quitan la posibilidad de sembrar y de producir alimento de qué vamos a vivir”. “Hay que buscar la manera de apoyarlos para forestar, hacer nuevos cultivos y que el productor pueda sustentarse, la idea no es que nos comamos unos con otros”.

COSTOS

Según las campesinas y campesinos los costos de producción en la Sierra de Perijá son más altos que los que se generan en Trujillo, “donde tienen carreteras”.

“Aquí nos tardamos hasta ocho horas para llegar a Maracaibo y eso que ahora se ha mejorado un poco la vialidad gracias a la Ruta Ecoturística que va a las cuevas El Samán”, destacó un campesino.

“En Trujillo hay siembras de repollo, lechuga; aquí se pudiera ver igual, pero la carretera no sirve”, sentenció.

QUEMA

Durante un recorrido que se hizo en la Sierra de Perijá, el equipo reporteril del Correo del Orinoco pudo constatar 25 focos de quema indiscriminada por parte de personas que siempre tuvieron una excusa para justificar la acción: “Estamos quemando para construir una escuela”, dijo un grupo que estaba alrededor de un terreno mientras se prendía fuego.

Para la autoridad única de Ambiente, Lenin Cardozo, esa actitud es lo que está acabando con el principal pulmón vegetal del Zulia.

“Del lado de Colombia no queda un árbol, allá las autoridades están alarmadas porque no saben cómo volver a forestar y aquí la deforestación es demasiado agresiva. Nos cansamos de contar incendios, queman sin ley”, recalcó.

El Ministerio del Poder Popular para el Ambiente ha trabajado para frenar los desmanes ambientales que suceden en la sierra.

Una resolución (049) que ha permitido la eliminación de guía de movilización de malanga, así como la prohibición de circulación de la malanga, pretende frenar el cultivo desmedido de este rubro.

“Este es un parque nacional y no se puede estimular los cultivos en términos de producciones grandes. Están prohibidas la deforestación, las podas profundas y cacerías deportivas”, sentenció.

Cardozo puntualizó que son precisamente las grandes distancias que existen desde los municipios hasta la sierra las que han permitido la impunidad ambiental.

Para darle seguimiento y cumplimiento a la medida se unieron la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, Guardia Nacional y Fiscalía en materia ambiental; los primeros harán cumplir la norma para evitar que la malanga salga de la sierra y la fiscalía impondrá las sanciones que sean necesarias a los infractores.

“Hay que tomar acciones y meter preso a quien haya que meter y decomisar camiones y mercancía”, enfatizó Cardozo.

Aseguró que tiene versiones que dan cuenta de una producción a gran escala, que llevan a centros de acopio para después sacarla hacia Colombia e islas como Aruba.

T/ Yajaira Iglesias
F/ Cortesía Juan Marín