La Columna de la RPLA /Barlovento | Promoviendo y defendiendo la cultura alimenticia autóctona (Opinión)

¿Por qué promover y defender la cultura alimenticia autóctona es importante para mantener la estabilidad de un país o de una región? Porque la soberanía alimenticia y la autosuficiencia equivale a la independencia de ese país o región, sin que el Gobierno sufra por ello. Un país que depende de otro para cubrir sus necesidades básicas, queda a la merced (puede ser fácilmente desestabilizado) y jamás será un país sano.

La escasez de alimentos puede incitar al desorden, paralizar un país entero e incluso causar el colapso de un Gobierno. Aquellos que controlan la producción y distribución de alimentos son capaces de manipular a un Gobierno por diversos medios; el sobreprecio, la evasión de impuestos, los contratos comerciales injustos, el contrabando, entre otros.

El paro petrolero de 2003 que paralizó a Venezuela y que fue liderizado por unas cuantas élites que controlaban la manufactura, importación y exportación de los bienes de primera necesidad, con la ayuda de grupos e individuos foráneos, obligó al Gobierno venezolano a importar diversos bienes para combatir la ausencia en el mercado de alimentos, medicinas y otros, y conllevó la creación de Mercal y de Pdval como una respuesta a dicha estrategia desestabilizadora.

Durante la bonanza del petróleo en nuestro país llegaron a Venezuela muchos europeos, con la esperanza de conseguir mejores pastos, y en vez de nosotros enseñarles nuestros hábitos alimenticios, ellos cambiaron los nuestros; como resultado empezamos a importar la materia prima para producir los alimentos que conformaban la dieta adoptada de los europeos, entre los que cabe destacar el pan y la pasta, hechos de harina de trigo, que no se produce en Venezuela.

No podemos sostener nuestra cultura alimenticia en la importación de los productos primarios, porque estaríamos dependiendo de la piedad de quienes los exportan; a su vez, esto significa que nunca seremos autosuficientes en materia alimenticia, algo que es inconcebible para la Revolución Bolivariana y para cualquier Gobierno socialista.

Nuestro país posee una cultura joven; sin embargo, ha creado y preservado algunos “platos típicos” que son internacionalmente reconocidos en los ámbitos de la cocina mundial. Tenemos una forma única de utilizar el grano de maíz para preparar arepa, más los diversos ingredientes que se usan como relleno; del mismo maíz hacemos bollos, cachapas, empanadas, dulces, etc. Lo mejor de todo es que los ingredientes que se necesitan para prepararlos son producidos en nuestro territorio.

Los agronomistas cubanos que prestaban servicio en Barlovento, han ayudado a algunas Escuelas Bolivarianas, a construir y mantener pequeños jardines de vegetales y hortalizas en los patios traseros de las mismas. El resultado fue que lo que producían, no todo era aprovechado, solo el tomate y el pepino.

La explicación dada por las maestras a los cubanos fue que “esos niños no comen vegetales”.

Los venezolanos no tenemos una dieta saludable, y no se trata de lo que SÍ comemos, es más bien, lo que NO comemos: vegetales, hortalizas (especialmente hojas de color verde oscuro como acelga y espinaca), y frutas. Aquellos que su dieta se compone principalmente de éstos, no sufren por la escasez: nosotros lo producimos.

Tenemos suficientes tierras fértiles para producir alimentos que cubran 50 veces el consumo interno actual; por lo tanto, tenemos el potencial de exportar o intercambiar por otros bienes que no produzcamos, incluso podríamos crear nuevas tecnologías o técnicas de producir dichos alimentos, que sean más ecológicas y saludables.

Este tema debería ser debatido a nivel nacional, con la participación de agronomistas y nutricionistas, con el fin de redirigir nuestros hábitos alimenticios hacia una tradición más sana, para sembrar las bases de una cultura de salud, dando a nuestro cuerpo lo que necesita, y no una que solo busque lo que se nos antoje comer; hábitos como los de consumir vegetales, hortalizas y frutas deberían ser enseñados en todas las escuelas.

No queremos ser como Estados Unidos, que poseen una tradición alimenticia que adora la comida rápida cuyo resultado los ha convertido en el país con el mayor índice de obesidad en el planeta, con más de 400 mil muertes relacionadas con esta enfermedad, según cifras del Servicio Nacional de Salud en el año 1999.

Las RPLA de Barlovento han adoptado este principio. El Gobierno Bolivariano debería hacer lo necesario para guiar a la Nación hacia un plan que garantice la autosuficiencia alimenticia.

T / Daba Nelson Bernados