Por Kenia Lugo de Contreras| La psicología del derrumbe (Opinión)

La vida es cíclica, si no somos capaces de entender este hecho, estaremos condenados a la inflexibilidad y al miedo. Que no haya cambios, que todo sea estático, es absurdo, las pérdidas forman parte de la naturaleza así como los renacimientos.

Hay momentos en que estaremos arriba, otros abajo, en nuestro estado de ánimo, en el cumplimiento de nuestras metas, en nuestras relaciones, en los contextos históricos.

Hoy, particularmente en nuestro país, pero también en el mundo estamos viviendo momentos complejos; sin embargo, forma parte de ese gran ciclo de la existencia. No podemos negarlo. Por más que queramos aferrarnos a un tiempo, a una etapa, a una situación, la vida nos sorprende y nos reta. Han sido años de aprendizaje y hoy la historia nos coloca frente a escenarios distintos.

Estamos frente a parte de un pueblo que ha sido golpeado duramente por el duelo y todavía no se ha recuperado.

Pero es importante hacerlo, aceptar los hechos y asumir que aunque todo pueda parecer diferente, es vital que no se deje vencer. Es válido sentir tristeza, es normal sentirse mal en ocasiones, es bueno incluso tocar fondo, porque eso te permite ver las cosas desde otra perspectiva.

Lo que no es sano es quedarse conectado con esos sentimientos, es allí donde inician las neurosis y nos negamos el crecimiento. No podemos dramatizar en exceso.

Nuestra psique está preparada para enfrentar los obstáculos, busca sus propias explicaciones, puede que llegue un momento de paralización, de terror, de sorpresa y perplejidad, pero finalmente se supera.

La intensidad con que se viva depende de cada quien y de cómo esté preparado, hay quien revive de las cenizas, siempre se levanta el más fuerte, es un acto de valentía y madurez, aceptar las derrotas, evaluar los errores para no volver a cometerlos, buscar las soluciones, la autocrítica, reflexionar sobre lo vivido, de las enseñanzas que nos fueron dejadas y seguir adelante.

No seamos tampoco tan ingenuos e idealicemos todo al extremo, suena duro pero es lo más realista. Hay que ser objetivos y no perder la calma, tenemos derecho a caer y levantarnos. Para sentir alegría, también debemos abrazar las tristezas, honrarlas, comprenderlas y sentirlas profundamente.

Todavía hay mucho por escribirse, quién sabe aún qué nos depara la historia, al menos sabemos que este no es el mejor de nuestros momentos, pero de algo estoy segura, es de que los habrá.

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