Azerbaiyán y Armenia, una guerra que despertó

Se trata de una pugna en la región euroasiática que había estado latente y que como un volcán ha entrado en erupción en este inolvidable año. Siempre los perdedores en la guerra son los pueblos

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El año 2020 ha sido de grave eventos para el devenir de la humanidad, algunos que han formado parte de la constante de un orden mundial injusto y desigual, una pandemia que ha generado un desastre social, económico global, con mayor énfasis para los países de la América Latina y ahora la escalada de un conflicto bélico entre Armenia y Azerbaiyán, que estaba latente, pero ya se encuentra muy cerca del concepto de guerra.

El martes pasado, el primer ministro de Armenia, Nikol Pashinián, denunció ante un programa de televisión de Rusia, que el “pueblo armenio está ante una amenaza para su existencia y ha acusado a Azerbaiyán de bombardear aldeas en territorio de su país”.

El pasado viernes, el propio ministro Pashinián había advertido ante la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas (ONU) que Azerbaiyán había perpetrado una agresión en la región de Tavush.

La escalada no ha cesado en una región poco conocida y por tanto un tanto complicada de entender en su contexto para los latinoamericanos. Se trata de una región donde hay tradicionales connotaciones geopolíticas para Rusia, que incluso tiene una base militar en Armenia y otras naciones como Turquía.

Recordemos que tanto Azerbaiyán como Armenia formaron parte de la disuelta Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). El secretario de Estado norteamericano, Mike Pompeo, como era de esperarse, apuntó contra Moscú en recientes declaraciones sobre el conflicto y acusó a Rusia de “jugar un papel desestabilizador en la región”. Por su parte, Turquía manifestó su apoyo a Azerbaiyán.

Sin embargo, ayer jueves, los gobiernos de Rusia, Francia y Estados Unidos emitieron una declaración conjunta que señala, entre otras cosas: «El Presidente de la Federación de Rusia, el Presidente de EEUU y el Presidente de la República Francesa, que representan a los países copresidentes del Grupo de Minsk de la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE), condenan enérgicamente la escalada de tensiones en la línea de contacto en Nagorno Karabaj».

Agregaron que solicitaban “a los líderes de Armenia y Azerbaiyán que asuman inmediatamente compromisos para reanudar de buena fe y sin condiciones previas las negociaciones sobre la solución del conflicto con la asistencia de los copresidentes del Grupo de Minsk de la OSCE».

Rusia, Francia y Estados Unidos forman parte del llamado Grupo de Minsk que tiene como función acompañar el diálogo entre los actores del conflicto.

Por su parte, el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, criticó la citada declaración y enfatizó que para resolver la situación «los ocupantes deben abandonar los territorios y solo así se encontrará una solución», en referencia a que Armenia debe retirarse de la región.

«Es como si hubiesen hecho todo lo posible por no resolver este asunto. Y ahora vienen ‎a dar lecciones y de vez en cuando profieren amenazas. ¿En qué consisten sus ‎amenazas? ¿Está allí Turquía? ¿Están allí los soldados turcos? Quienes hacen esas ‎preguntas son los mismos que han movido miles de camiones con armas en nuestro sur, ‎sobre todo en el norte de Siria. Quienes hacen esas preguntas son quienes han dividido ‎el norte de Siria y han instalado allí sus bases. Quienes hacen esas preguntas son quienes ‎se han esparcido por toda Siria con los poderes de la coalición», dijo.‎

Extraoficialmente las cifras sobre víctimas causadas por el conflicto bélico seguían siendo confusas. Algunos partes indicaban sobre la muerte de casi un centenar de personas, entre ellas 11 civiles, pero las cifras podrían ser mayores. Sin embargo, el Ministerio de Defensa de la autoproclamada República de Nagorno Karabaj confirmó el pasado lunes la muerte de 84 de sus soldados en combate en la zona del conflicto con Azerbaiyán en dos días.

Por su parte, el embajador de Armenia en Moscú, Vardan Toganian, alertó que ‎al menos 4.000 yihadistas fueron trasladados a la región, provenientes del norte de Siria. Advirtió que además recibieron ‎entrenamiento militar en varios campamentos antes del inicio de los actuales enfrentamientos en ‎el Alto Karabaj. ‎

El origen

Las diferencias territoriales entre Armenia y Azerbaiyán son de larga data, incluso durante la pertenencia de ambas naciones a la URSS. La razón fundamental es la disputa por la región de Nagorno Karabaj. Durante la época soviética esta provincia formaba parte de Azerbaiyán, aun cuando más del 70% de su población era armenia.

En 1991, Azerbaiyán declara su independencia y también lo hace Nagorno Karabaj, haciendo emerger una difícil situación geopolítica. Es decir, técnicamente la guerra que hoy está en ciernes ubica no a dos sino a tres actores, ya que en Nagorno Karabaj se consideran también como la República de Artsaj, sin embrago no tiene el reconocimiento formal de ningún otro país. La región cuenta con aproximadamente 250 mil habitantes.

El surgimiento de Nagorno Karabaj no estuvo exento de combates con las fuerzas azeríes, con el consecuente costo para los pueblos tanto de Azerbaiyán, como de la república no reconocida. Algunas estimaciones indican que como consecuencia de estos enfrentamientos fallecieron entre 10 mil y 30 mil personas, con cientos de miles de desplazados y la huella de la destrucción de infraestructura en ambas partes. En 1994 se firmó un armisticio para el cese de las hostilidades, sin embrago la situación era la de un volcán dormido.

En las últimas dos décadas se han producido enfrentamientos militares recurrentes, el más grave de ellos ocurrido en el año 2016, denominado como la “guerra de los cuatro días”. Unas 172 personas habrían fallecido como consecuencia del conflicto, que se inició con el ataque de tropas azeríes por tierra y aire contra el territorio de Armenia.

En torno a llamada “guerra de los cuatro días”, el escritor y documentalista residente en Armenia Peter Liájov escribió: “Los pueblos de Armenia y Azerbaiyán han de reconocer que en las dos décadas pasadas nunca han sido realmente enemigos, sino que su sangre, su sufrimiento y su odio mutuo no fueron más que un instrumento de acumulación de capital de las elites, y que la única manera de hallar finalmente la paz pasa por que se enfrenten a su enemigo real”.

Liájov ubicaba como enemigo real a las oligarquías de ambas países y su corrupta y ostentosa acumulación de riqueza. Además alertaba: “La peor perspectiva para ambos países, y para la región, es que los gobiernos traten de resolver sus crisis redoblando los tambores de guerra”. Este escenario está ahora muy cerca de cumplirse.

Características

Las diferencias entre las capacidades económicas de Azerbaiyán y Armenia son notorias. Para 2018, el PIB de Armenia era de 10.528 millones de euros, mientras el de Azerbaiyán era de 39.746 millones de euros, sin embargo ambos países tienen un PIB per cápita similar, realmente bajo ante el promedio de otras naciones vecinas.

Las exportaciones de Armenia en 2018, alcanzaron los 2.358 millones de euros, en tanto las de sus vecinos azeríes fueron de 17.865 millones de euros. Armenia tiene casi 3 millones de habitantes, en tanto la población de Azerbaiyán es de poco más de 10 millones de habitantes. Ambas son naciones pequeñas relativamente, Armenia tiene 29.740 kilómetros cuadrados, una superficie similar a la del estado Falcón, mientras Azerbaiyán tiene 86.600 kilómetros cuadrados, un territorio que equivale a la superficie de los estados venezolanos de Guárico y Cojedes.

Hay un detalle que no puede dejarse escapar, Azerbaiyán es un exportador de petróleo, con una producción diaria de 873 mil barriles diarios de crudo y 29 mil millones de metros cúbicos de gas por año. Es uno de los productores de hidrocarburos más antiguos del mundo. Por tanto es una pieza clave en el sistema geopolítico de la región. En tanto Armenia carece de ese recurso clave en la economía mundial.

Sin embargo el flujo del petróleo late por la región: a solo 40 kilómetros de lo que se considera como Nagorno Karabaj se ubican dos oleoductos y un gasoducto desde donde transitan parte de los hidrocarburos que exporta Azerbaiyán. Los principales compradores del recurso a Azerbaiyán son en este orden: Italia, Turquía, Israel y República Checa.

¿El petróleo?

Aun cuando el mundo vive en las últimas dos décadas cambios geopolíticos significativos, los recursos naturales y en especial los hidrocarburos continúan siendo importantes piezas del ajedrez mundial. Desde la caída de la URSS y ante los progresivos descubrimientos de petróleo y gas en la cuenca del mar Caspio (donde se ubica Azerbaiyán), Estados Unidos ha tratado de involucrarse en la región e imponer su influencia.

En 1997, el entonces secretario de Estado norteamericano James Baker indicaba que “el petróleo del mar Caspio podría tener la misma importancia para el mundo y el sector que la que tiene hoy en día el petróleo del Medio Oriente”. Las predicciones de Baker no fueron muy exactas, el potencial petrolero de la región no se acerca a la del Medio Oriente, tampoco a la de Venezuela y Suramérica.

Para aquel entonces, Rusia estaba gobernada por Boris Yeltsin y una dirigencia genuflexa ante las intenciones de Washington. Las transnacionales petroleras estadounidenses se frotaban las manos y planificaban oleoductos y gasoductos que garantizaran el control energético y achicar el papel de Rusia en la zona.

Las tensiones históricas por motivos sociales y étnicos fueron ignoradas, a pesar del grave precedente del conflicto que concluyó en un armisticio en 1994. Por el contrario, EEUU fue avanzando en otros países para promover el extremismo religioso y los conflictos de ese tipo, como ocurrió en Afganistán, por ejemplo.

EEUU instaló bases militares en Uzbekistán, Tayikistán y Kirziguistán, todas naciones vecinas. Es necesario recordar también que al sur del mar Capio hace frontera la República Islámica de Irán, considerada por Washington como un enemigo en la región.

Son todas aristas de una visión que implica a Estados Unidos en la actual situación de la región sobre la base de sus intereses económicos y políticos, a pesar de la inmensa distancia que los separa geográficamente de la región euroasiática.

El conflicto creciente entre Armenia y Azerbaiyán no es ajeno a tales circunstancias, ni a la voracidad del intento de orden mundial hegemónico que han sostenido las élites imperialistas de Occidente.

El consorcio petrolero Azerbaiyán International Operating Company, cuyos accionistas mayoritarios eran la BP de Gran Bretaña y Amoco de Estados Unidos, ocupó gran parte de las operaciones de extracción y distribución de crudo, pero también participaron inversionistas europeos y japoneses. El trazado de oleoductos y gasoductos fue impuesto por Estados Unidos. Luego de la disolución de la URSS las capacidades económicas de Azerbaiyán estaban mermadas.

Detrás de la sangre derramada por los pueblos, parece estar una vez más el interés económico de las élites, un orden mundial injusto mediante el cual se pretende sostener a diversas regiones del mundo como “patios traseros” de intereses imperiales.

T/ Chevige González Marcó
F/ Archivo CO
Caracas